«No me dolió dejar de ser el rey de la soja porque nunca lo fui“, afirmó Gustavo Grobocopatel, empresario y creador de la empresa Los Grobo, quien hoy, desde Uruguay, reparte su tiempo entre el campo, la consultoría y una cada vez mayor pasión por la música. En diálogo con Infobae, a la distancia, analizó la realidad de la Argentina, el rumbo de la economía y el presente de la compañía que lleva su apellido.

En su análisis sobre la coyuntura nacional, el empresario remarcó que la Argentina lleva décadas acumulando malas decisiones políticas y económicas. Para él, la sociedad apostó por Javier Milei como una manera de romper ese ciclo, aunque advirtió que el Gobierno pone más énfasis en destruir que en construir. No obstante, señaló que el mayor desafío es generar propuestas nuevas y consensos sustentables entre el oficialismo y la oposición para avanzar en las transformaciones que el país necesita. Enfatizó que al Presidente hay que apoyarlo porque llegó para hacerle un service al país, pero remarcó: “Luego hay que elegir otro que nos guste más”.

—¿Cómo es su vida actual en Uruguay?

— Estoy bien. Desde hace algunos años ya empecé con otra vida, con otros tiempos. Tengo campo, hago algunos trabajos de consultoría y la mayoría del tiempo dedicado a la música, a ensayar. Grabé un disco el año pasado, otro disco el anteaño.

—¿Cómo ve la situación actual de la Argentina y la gestión del presidente Javier Milei?

— La Argentina viene desde hace décadas acumulando desaciertos y capas de errores que el sistema político no pudo resolver. Por eso la sociedad prefirió elegir a Milei, alguien nuevo, sin pasado en la política, para ver si podía resolver estas cuestiones.

—¿Y cree que lo está logrando?

—Creo que hay cosas que sí, y no son fáciles de hacer. Veo decisiones muy fuertes en relación a la macroeconomía y la desregulación, y las reformas, aunque muchas son incompletas. La promesa es que cuando termine su segundo capítulo, esas reformas deberían estar implementadas o esbozadas.

—¿Considera que hay que apoyarlo para que pueda avanzar con todo lo que está pendiente?

—Sí, creo que hay que apoyarlo porque es la posibilidad de romper la inercia de capas de desastres que se han implementado. En algunos lados hablo de un ‘service’, alguien que le viene a hacer un service a la Argentina, y me parece que ese service debe ser apoyado por todos, incluso por los políticos.

—¿Sólo un service? ¿Cree que no debería continuar?

—No digo que no debería continuar. Digo que, que por ahí después hay que elegir a otro que nos guste más. A lo mejor, ese que nos gusta más no aparece o a lo mejor Milei cambia, no lo sabemos. Yo no hablo de que haya una continuidad o una discontinuidad. Hoy a mucha gente no le gusta la forma de Milei, y lo sigue apoyando aún sin gustarle las formas porque confía que él va a desarmar todas las cosas, esas capas de desastre que venimos acumulando.

—¿Piensa que su estilo complica las reformas? ¿Cuál es el mayor riesgo que ve en este proceso?

—El riesgo es que, por las formas, se desnaturalicen muchas de las cosas que hay que hacer o no tengan el apoyo suficiente para darle sustentabilidad a las reformas. Eso me preocupa.

—¿Qué es lo que más le disgusta del Gobierno?

—Se pone mucho foco en destruir y poco en construir. Si solo destruís, se genera un vacío que después puede llenarse de maneras que no sean las apropiadas. Hay que tener una propuesta de construcción de lo nuevo en paralelo a la motosierra, y esa agenda debería ser también responsabilidad de la oposición.

—¿Cree que la oposición tampoco tiene una propuesta de país?

—La oposición está en una lucha por la motosierra sí o no, pero no hay una lucha verdadera y necesaria sobre qué es lo nuevo, cuál es la Argentina del siglo XXI.

Grobocopatel pasa su tiempo entre su actividad como productor agropecuario, consultor y músico Crédito: Cristian Gastón Taylor

El estado del sector agropecuario y la política de retenciones

—¿Cómo está hoy el campo argentino?

—Estamos pasando un momento en que hay una convergencia de cosas muy negativas: una caída brutal de los precios internacionales, a lo que se suman las retenciones, el tipo de cambio y el aumento en los costos de los insumos.

—El Gobierno bajó las retenciones recientemente. ¿Considera que es suficiente?

— La baja en las retenciones es un gesto, está bien y hay que felicitar, pero es solo un gesto que no tiene impacto económico real. Porque la baja en las retenciones genera un beneficio de veinte dólares por tonelada, pero la caída del precio internacional fueron cincuenta. Entonces, no hay una solución de fondo del problema.

—¿Qué solución propondría?

—Creo que debería haber una reforma impositiva y un capítulo muy importante es el tema de las retenciones, que debería ser eliminado. Debería existir un diferencial arancelario, con retenciones muy bajas, 3% o 2%, que estimule la industrialización de las materias primas.

—¿Cómo implementarlo?

—Como era en la década del 90: la soja tenía el 3% y el aceite y la harina 0. Eso estimularía el procesamiento de materias primas y transformaciones en pollo, carne, lácteos, etcétera. Si me preguntás, la baja de las retenciones es fundamental y necesaria, pero no es suficiente. Hay que generar estímulos a la inversión en industrias transformadoras de materias primas.

—¿El Gobierno lo consultó sobre estas políticas o alguna otra vinculada al sector?

—No, continúo la saga de que nunca me llamaron de ningún Gobierno.

—¿Creé que hay posibilidades de que avancen las reformas tributarias y laborales este año en el Congreso?

—Creo que desde el Gobierno van a ser impulsadas. Ya hay varios trabajos, pero después hay que ver qué tipo de viabilidad tienen en el Congreso, porque eso es complicado. Hoy tenemos una oposición más focalizada a obstruir que a crear algo positivo y nuevo. Espero que eso cambie, porque si la oposición solo obstruye, también va a ir perdiendo relevancia. Es grande el desafío del Gobierno y muy grande el desafío de la oposición.

La situación de “Los Grobo”

—¿Le dolió dejar de ser señalado como “el rey de la soja” a partir de la retirada de la gestión de Los Grobo?

—No me dolió dejar de ser el rey de la soja porque nunca lo fui.

—¿Cómo fue el proceso de alejarse de la gestión de la empresa?

—Hace muchos años, con mi familia iniciamos un camino de desacople de la vida familiar y de la empresa. Mis hermanas fueron dejando primero, después empecé a dejar yo y hace unos ocho o nueve años, cuando los fondos compraron la mayoría y el control de la compañía, yo me fui desactivando en pequeñas cuotas y dedicándome más a otras cosas que me gustan también. Hoy dedico mucho más tiempo a la música y a la consultoría que a la empresa.

Los Grobo, donde su fundador, Gustavo Grobocopatel, sólo tiene 5% de las acciones, se encuentra en convocatoria de acreedores

—¿Sigue teniendo campo y actividad agrícola?

—Tengo campo y tengo actividad agrícola como cualquier productor, pero dejé la actividad en la empresa.

—¿Cómo vive la situación actual de la empresa, que está en convocatoria de acreedores?

—Obviamente con preocupación, con angustia, es un hijo. Es una situación rara, porque es una empresa que tiene mi apellido, la gente que trabaja, muchos clientes son amigos. Y la imposibilidad de hacer algo para que eso mejore. Dicho esto, creo que se están tomando medidas para que la empresa vuelva a activarse y pueda cumplir la mayoría o todas sus obligaciones. Se están haciendo reestructuraciones, ajustes.

—¿En algún momento pensó en salir completamente de la empresa?

—Sí, es un camino que está trazado desde hace muchos años, más de diez, con mi familia. La idea nuestra era salirnos todos de la empresa para crear nuestras propias empresas. Mis hermanas ya las tienen. Y hay empleados que han armado sus propias empresas. Siempre pensamos que teníamos que desacoplar la vida de la empresa de la familia y vamos camino a eso.