El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, mantuvo este lunes una conversación telefónica de aproximadamente una hora con su homólogo chino, Xi Jinping, para abordar asuntos comerciales, ambientales y de cooperación estratégica. La llamada se produjo un día después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, manifestara su expectativa de que China cuadriplique la compra de soja estadounidense, un anuncio con posibles repercusiones para Brasil, principal exportador del grano al mercado chino.
Según un comunicado del Palacio del Planalto, ambos mandatarios “intercambiaron impresiones sobre la coyuntura internacional y los recientes esfuerzos por la paz entre Rusia y Ucrania”. La nota subrayó que coincidieron en la importancia del G20 y del BRICS como plataformas para la defensa del multilateralismo en un escenario global marcado por tensiones comerciales y geopolíticas.
La agenda ambiental ocupó un lugar central en la conversación. Lula destacó “la relevancia que tendrá China para el éxito de la COP 30 y en la lucha contra el cambio climático”, en referencia a la conferencia que Brasil organizará en Belém. Xi Jinping respondió que su país estará representado por una “delegación de alto nivel” y expresó disposición a colaborar estrechamente para que el evento sea exitoso.
En el plano bilateral, ambos líderes acordaron ampliar la cooperación en sectores como salud, petróleo y gas, economía digital y tecnología satelital. También manifestaron interés en explorar “nuevas oportunidades de negocio” entre las dos economías, que mantienen un intenso intercambio comercial desde hace más de una década, con China como principal socio de Brasil desde 2009.
La conversación con Xi Jinping se enmarca en una serie de contactos recientes de Lula con otros líderes del BRICS. La semana pasada, el mandatario brasileño habló con el primer ministro de India, Narendra Modi, y con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
El diálogo con Modi, solicitado por Lula, tuvo lugar al día siguiente de que Washington anunciara un incremento del 25 % en los aranceles a las importaciones procedentes de India, elevando la tasa total al 50 %. La medida se aplicó en términos similares a productos brasileños. Fuentes del gobierno señalaron que Lula busca articular una respuesta conjunta con otros países afectados por estas políticas comerciales.
A pesar de las diferencias ideológicas —Modi es un líder conservador y nacionalista—, Brasil e India mantienen una relación diplomática estable. El dirigente indio asistió en julio a la cumbre del BRICS celebrada en Río de Janeiro y, posteriormente, visitó a Lula en Brasilia, donde firmaron acuerdos bilaterales en el Palacio de la Alvorada.
La llamada con Putin, por su parte, fue iniciativa del presidente ruso. Según el gobierno brasileño, la conversación duró unos 40 minutos y en ella Putin “compartió información sobre sus diálogos con Estados Unidos y los recientes esfuerzos por la paz entre Rusia y Ucrania”. Lula reafirmó que “Brasil siempre ha apoyado el diálogo y la búsqueda de una solución pacífica” y reiteró que su administración está dispuesta a colaborar “en lo que sea necesario, incluso en el marco del Grupo de Amigos de la Paz”, una iniciativa impulsada conjuntamente por Brasil y China para promover negociaciones entre las partes en conflicto.
En el mismo contacto, Lula y Putin evaluaron el panorama político y económico internacional y abordaron la cooperación bilateral en el marco del BRICS. El líder ruso felicitó a Brasil por los resultados de la cumbre del bloque celebrada el 6 y 7 de julio en Río de Janeiro y ambas partes ratificaron su intención de organizar antes de fin de año la próxima reunión de la Comisión de Alto Nivel de Cooperación Brasil-Rusia.
La secuencia de llamadas refleja un momento de intensa diplomacia para Brasil, que busca fortalecer su papel en espacios multilaterales y diversificar alianzas en un contexto de tensiones comerciales con Estados Unidos. El énfasis en el multilateralismo, la cooperación Sur-Sur y la coordinación en foros como el BRICS y el G20 responde a la estrategia de Brasil de posicionarse como interlocutor clave entre economías emergentes y potencias consolidadas.
De cara a la COP 30, la colaboración con China se proyecta como un eje central para los objetivos climáticos de Brasil. Ambos países, responsables de importantes emisiones globales y con influencia en negociaciones ambientales, ven en la conferencia una oportunidad para reforzar compromisos internacionales y ampliar la cooperación en energías renovables, investigación científica y desarrollo tecnológico.