Este domingo 10 de agosto finalizará la expedición “Oasis Submarinos del Cañón de Mar del Plata: Talud Continental IV” que explora una región poco estudiada, de alta biodiversidad, del Atlántico sur. Desde el 23 de julio la misión es transmitida en vivo a través del canal de YouTube de la fundación Schmidt Ocean Institute (SOI). Es furor. Miles de personas se reúnen de día y noche en el streaming para ver los descubrimientos mientras investigadores argentinos responden sus preguntas.
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La campaña explora el cañón submarino Mar del Plata y es la primera vez que en aguas argentinas del Atlántico Sudoccidental se usa un vehículo operado remotamente, es decir, un ROV (Remotely Operated Vehicle). Su nombre es SuBastian, un juego de palabras entre “submarino” y “Bastian”, el protagonista de “La Historia sin fin”. La expedición se realiza a bordo del buque de investigación Falkor Too -otro guiño- con equipamiento oceanográfico de última generación.
La misión es dirigida por el Dr. Daniel Lauretta del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (CONICET, Argentina). En el buque hay 25 investigadores, dos extranjeros y 23 argentinos que forman parte del GEMPA (Grupo de Estudios Del Mar Profundo), una red de científicos de distintas provincias e instituciones (la mayoría de CONICET) que estudia la biodiversidad de las profundidades marinas del Mar Argentino.
Llegaron a esta expedición luego de ganar una competitiva convocatoria de SOI, una de las fundaciones de Eric Schmidt, exdirector ejecutivo de Google y expresidente del consejo de administración de Alphabet (la casa matriz de la compañía). Junto a su esposa Wendy y luego de retirarse de la escena tech, donó cerca del 6% de su patrimonio neto (aproximadamente US$1440 millones) a SOI (fundada en 2009) y otras dos fundaciones.
La expedición tiene mucha tecnología a bordo y un gran protagonista: SuBastian. Puede capturar imágenes submarinas de ultra alta definición y recolectar muestras sin alterar el entorno. El ROV fue fabricado principalmente en Canadá (también en Estados Unidos). Mide 3.1 m x 2.1 m x 1.9 m, y en el aire pesa 3200 kg (la mayor parte del peso es de flotación, que se convertirá en flotabilidad positiva o peso neutro en el agua).
Está equipado con cinco propulsores (similares a hélices) que mueven el vehículo. Puede descender a una profundidad operativa máxima de 4500 metros y tiene una capacidad de carga de 200 kg. “Generalmente se ocupa de cosas muy livianas y delicadas, de la vida marina. Lo más pesado que ha levantado son rocas de 100 kg aproximadamente”, señala a LA NACIÓN Joel Perez, técnico piloto del ROV a bordo del Falkor Too.
¿Cómo funciona SuBastian?
Es operado por un piloto y un copiloto. “El piloto se encarga de la navegación, de operar el ROV para la navegación subacuática y operar ciertos controles. Y el copiloto asiste al piloto en la navegación, pero además controla los dos brazos robóticos. También se encarga de operar cámaras y de manejar la iluminación, igual que el piloto. Nos vamos turnando los roles”, explica el piloto.
Según indica, para el lanzamiento de SuBastian al mar trabajan dos oficiales de cubierta: uno de ellos se encarga de la operación del sistema de lanzamiento conocido como LARS (Launch and Recovery System, sistema de lanzamiento y recuperación). “Este sistema es una grúa electrohidráulica que nos permite poner el robot fuera de cubierta y bajarlo al mar por medio de un cable umbilical (compuesto de conductores de cobre para la transmisión eléctrica y de fibra óptica) que lleva la energía y los datos, la comunicación, etc. Este sistema nos permite recuperarlo con un carrete o winch. Entonces se lanza desde cubierta y se recupera también con ese mismo sistema”, señala.
Para la operación del ROV, trabajan cuatro personas por turno de 12 horas cada uno. “Nos vamos turnando para pilotaje y copilotaje, dos personas durante dos horas y luego se van a descansar. Y regresan las otras dos personas y hacen también lo mismo: piloto-copiloto. Así hasta que se cubre el turno”, indica. El trabajo de operación del ROV incluye también su mantenimiento electrónico, mecánico, hidráulico e informático y reparación. SuBastian puede permanecer en el agua indefinidamente, se alimenta eléctricamente a través del cable umbilical. Normalmente, el tiempo de inmersión está limitado por el espacio de muestra disponible en el vehículo. Según indican desde SOI, han llegado a realizar inmersiones de más de 50 horas. De todas formas, el tiempo depende de las condiciones climáticas y también de la misión que se está llevando a cabo.
El ROV se conecta al cuarto de control por medio de fibra óptica y de electricidad. “Entonces, desde el cuarto de control hay una computadora que envía todos los comandos y la información hacia otra computadora que está en el ROV por medio de esa fibra óptica. El robot recibe la energía desde superficie por medio del umbilical, con 3500 V de corriente alterna, y ahí abajo en el vehículo hay unos transformadores, motor y computadoras, etcétera”, explica el piloto.
SuBastian tiene una bomba hidráulica también pegada al motor que brinda la fuerza para la propulsión, para los brazos robóticos y también para algunos accesorios o actuadores a bordo, como por ejemplo, las cajas para guardar muestreos, entre otros.
Los sistemas de iluminación del ROV están formados por varias luces LED que operan a 230 V de corriente alterna, con una potencia de 10.000 lúmenes (otras tienen un poco menos). Durante esta expedición hay 10 cámaras a bordo: unas con zoom y focus, y otras fijas que son usadas para navegación, y otras para documentación de toda la expedición. “Nuestra misión es colectar, grabar y documentar toda la vida que se encuentra en las profundidades, y hacemos todo lo que el grupo de científicos nos pida”, agrega el piloto.
Valeria Teso, Investigadora Adjunta de CONICET estudia la biodiversidad de gasterópodos marinos de aguas profundas (un tipo de moluscos, como las babosas y los caracoles), es una de las investigadoras argentinas a bordo del buque, en contacto diario con el equipo de pilotos. En diálogo con LA NACIÓN explica que el límite de colectas a bordo del buque depende del tamaño de los organismos que estén recolectando y de lo que encuentren en el camino. “SuBastian tiene una cantidad de recipientes de diferentes tamaños. Hemos hecho sumergidas en donde coleccionamos 70 ejemplares, y otras en donde fueron 30. Hace unos días hicimos la mayor colecta, porque estuvo el ROV sumergido 24 horas, y coleccionamos un total de 110 muestras, ese fue el máximo”, señala.
Según explica, el equipo de investigadores realiza dos turnos de 12 horas de trabajo, que comienzan a las 6:30 de la mañana y a las 6:30 de la tarde. “Dentro de la cabina también nos turnamos los roles. Hay dos personas que están al lado de los pilotos. Vamos anotando todo lo que se va coleccionando, en qué compartimento se pone. Y hay otra persona que le va diciendo a los operadores qué es lo que queremos juntar, si necesitamos que hagan más zoom o menos. En general es uno solo el que le habla a los operadores para no marearlos y para que ellos puedan estar tranquilos haciendo su trabajo”, explica.
Además, dentro de la cabina, hay tres personas que se encargan de tomar capturas de pantalla de lo que se va coleccionando, anotan la hora en la que se coleccionó y otras observaciones. “Como hay especialistas en diferentes grupos siempre tratamos de que haya variedad de colegas dentro del comando de la sala del ROV”, agrega.
Después de casi tres semanas de convivencia a bordo del buque, la científica explica que con los pilotos del ROV tienen una relación “maravillosa”. “Nos ayudaron un montón para evaluar si teníamos que coleccionar con el succionador, con la palita, o la bolsa de sedimentos. Nos entendemos y ya tenemos un código en donde no hay que decir demasiado. La verdad es que siempre están tratando de ayudarnos, se genera un ambiente lindo ahí adentro”, finaliza.