El ministro de Asuntos Exteriores de la República Libanesa, Abdallah Bou Habib (Europa Press/Archivo/Dimitrios Karvountzis)

El gobierno libanés presentó este sábado una protesta enérgica ante las declaraciones de Ali Akbar Velayati, asesor del líder supremo iraní Ali Khamenei, quien criticó los planes de las autoridades de Beirut para desarmar a las milicias de Hezbollah, principal aliado de Irán en la política y la seguridad del país árabe. El Ejecutivo libanés, mediante un comunicado oficial recogido por distintas agencias de noticias, condenó las palabras de Velayati y reiteró la soberanía del Estado sobre sus propias decisiones.

Según el Ministerio de Exteriores del Líbano, los comentarios de Velayati representan “una injerencia flagrante e inaceptable en los asuntos internos del país”. En el comunicado, la Cancillería indicó que “no es la primera vez que responsables iraníes se extralimitan con injustificables declaraciones” e hizo un llamado a las autoridades de Teherán para que “se centren en los asuntos de su propio pueblo y atiendan sus necesidades y aspiraciones”, en lugar de intervenir en asuntos que solo atañen a la población libanesa.

La crisis diplomática surge en el marco del debate interno sobre el plan para desarmar al grupo terrorista Hezbollah, una de las fuerzas más poderosas dentro de la política y la seguridad libanesa. Las autoridades llevan meses desarrollando, con el apoyo de Estados Unidos, una estrategia destinada a reducir la presencia armada de actores no estatales en todo el territorio nacional, con la finalidad de consolidar el alto el fuego con Israel vigente desde finales del año pasado, después de meses de enfrentamientos vinculados a la guerra en Gaza.

En esta foto difundida por la oficina de prensa de la Presidencia libanesa, el presidente libanés Joseph Aoun, en el centro, y el primer ministro libanés Nawaf Salam, al fondo a la izquierda, presiden una reunión del Consejo de Ministros en el palacio presidencial de Baabda, al este de Beirut, Líbano, el martes 5 de agosto de 2025 (Oficina de prensa de la Presidencia libanesa a través de AP)

El martes pasado, el Gabinete libanés aprobó encargar al ejército la elaboración de un plan que garantice que solo las instituciones del Estado posean armas al finalizar el año en curso. El objetivo, de acuerdo con el ministro de Información Paul Morcos, es poner fin de manera progresiva a la “presencia armada de todos los actores no estatales, incluido Hezbollah, en todo el territorio libanés”. La hoja de ruta incluye también la retirada de las fuerzas israelíes del sur del país, el cese de los ataques aéreos y la liberación de prisioneros libaneses en Israel, además de la demarcación de la frontera pendiente entre ambos países.

La votación no estuvo exenta de tensiones. Ministros chiítas, entre ellos miembros del bloque parlamentario de Hezbollah y del partido aliado Amal, además del parlamentario independiente Fadi Makki, se retiraron antes de la decisión como muestra de rechazo a la propuesta, mientras el grupo paramilitar reiteró su negativa a entregar su arsenal. Makki afirmó en la red social X que no podía “asumir la responsabilidad de tomar una decisión tan significativa en ausencia de un componente clave de la discusión”.

El Gobierno apuntó directamente a la presión internacional, en particular la ejercida por Estados Unidos e Israel, al señalar que el plan cuenta con el respaldo de Washington. Hezbollah acusó al Ejecutivo de ceder ante presiones externas y sostuvo que “tratará esta decisión como si no existiera”, subrayando que no participará en debate alguno sobre la entrega de sus armas mientras Israel no se retire de las posiciones que ocupa dentro de territorio libanés ni cesen los ataques aéreos, que según el grupo han cobrado cientos de vidas, en especial entre sus propias filas.

En abril, el Ministerio de Exteriores ya había convocado al embajador iraní Mojtaba Amani para requerir explicaciones tras calificar el diplomático en la red social X el plan de desarme como un “complot contra algunos Estados”, sin mencionar de manera explícita a Hezbollah. La posición de Teherán se reafirmó este sábado por boca de Velayati, quien manifestó su “firme oposición” al desarme e indicó que “Irán siempre ha apoyado al pueblo y la resistencia del Líbano y continúa haciéndolo”.

Ali Akbar Velayati, el asesor de política internacional del líder supremo de la Revolución Islámica iraní, Ali Khamenei (Europa Press/Archivo/Rouzbeh Fouladi)

La situación interna se ha visto agravada por la retirada parcial del Gabinete en plena negociación y por la persistente inseguridad en la frontera sur. Mientras el Consejo de Ministros discutía el plan, un ataque israelí sobre la carretera que conecta el principal cruce frontera de Líbano con Siria causó la muerte de cinco personas y dejó diez heridos, según datos del Ministerio de Salud libanés. Israel aún no ha emitido una declaración oficial sobre el incidente.

En el plano internacional, el congresista estadounidense Darrell Issa visitó Beirut y aseguró que Washington presionará a Israel para que se retire del sur de Líbano si el ejército libanés asume el control de toda la nación. “Presionaremos fuertemente” para que la retirada se produzca a cambio de que las Fuerzas Armadas Libanesas demuestren su capacidad para controlar el territorio, declaró tras reunirse con el presidente Joseph Aoun.

En paralelo, la misión de paz de la ONU en Líbano informó sobre el hallazgo de una “vasta red de túneles fortificados”, junto a búnkeres, sistemas de artillería, lanzacohetes y minas antitanque en el sur del país, aunque sin atribuir estos arsenales a un grupo específico.

El futuro de Hezbollah y su arsenal sigue en el centro del debate político en Líbano, mientras las presiones internas y externas se incrementan y los incidentes armados continúan tensionando la frágil pausa en la frontera sur.

(Con información de AFP, AP y EP)