Se llama Cristian Garf, tiene 56 años y para la Justicia es el principal sospechoso de la “muerte violenta e intento de descuartizamiento” que sufrió Diego Fernández Lima, el joven desaparecido en 1984, cuyo cadáver fue hallado semanas atrás al lado de una casa en la que vivió Gustavo Cerati, en el barrio de Coghlan.
Ambos eran amigos desde preescolar e iban al mismo curso en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N° 36, al momento en el que la víctima desapareció sin dejar rastros. Más de cuatro décadas después, su cuerpo fue hallado enterrado en el patio del chalet donde, en ese entonces, vivía su compañero.
Si bien los dueños de la vivienda fueron sospechosos desde el primer momento -dado que vivían allí desde antes de la fecha de muerte y habitan el domicilio hasta ahora– la revelación del vínculo que existía entre Fernández Lima con uno de los integrantes de esa familia es clave para reconstruir el misterioso hecho.
Esta relación salió a la luz tras el testimonio de un testigo clave, que aportó datos fundamentales y dijo que la víctima y el sospechoso eran tan amigos que hasta se los conocía en conjunto por sus apodos “Gaita” Fernández y “Jirafa” Garf.
Para los investigadores se trató de una “muerte violenta e intento de descuartizamiento”. En diálogo con Infobae, Mariella Fumagalli, directora del Equipo Argentino de Antropología Forense en Argentina -y que participó de la investigación encabezada por el fiscal Martín López Perrando- dio detalles de cómo estaba el cuerpo enterrado.
“Se describe una lesión observada en la 4.ª costilla derecha compatible con un objeto corto punzante y lesiones corto punzantes en algunas articulaciones. Hay marcas en el cuerpo que se corresponden con una muerte violenta y un intento de descuartizamiento, pero también puede tener que ver también con un intento de manipular el cuerpo para proceder a la inhumación del mismo», señaló.
Sobre la familia sospechosa agregó: “Viven ahí desde antes que esto suceda y nunca se mudaron. Entonces, durante 41 años, esos restos estuvieron ahí, en silencio total. El crimen puede prescribir, pero la familia, de todos modos, reclama saber qué ocurrió esos últimos de Diego con vida”.
Hasta el momento, ninguno de sus integrantes había sido citado a declarar como testigo o imputado, debido a la falta de pruebas concretas. Con la reciente declaración del testigo, esto podría modificarse en las próximas semanas.
Aunque la causa será investigada bajo la figura de homicidio, por el tiempo transcurrido, la acción penal ya prescribió. Por ese motivo, aún si se identifica al autor del crimen, no podrá ser sancionado judicialmente.
Al ser consultada sobre por qué lo habrían enterrado en una casa en medio de la Ciudad de Buenos Aires, Fumagalli respondió: “Porque era un jardín, donde es más fácil cavar en tierra que en otro tipo de suelo. ¿Pero por qué ahí? Ahí se abre otra esfera de investigación que está llevando adelante la Fiscalía, que es poder tratar de establecer el cómo y el porqué esos restos terminan inhumados en el jardín trasero de esa vivienda».
– ¿Es el crimen perfecto?
“Salvo los casos de desaparición en el marco de lesa humanidad, que es desaparición forzada, donde participan directamente agentes del Estado, los crímenes son imprescriptibles. Si se pudiera establecer un homicidio en este caso, está prescripto. Esto no implica que no se haga investigación judicial para tratar de establecer qué pasó. Ellos quieren saber. Están muy determinados a seguir adelante con la investigación. ¿Y la Fiscalía está poniendo todo de su parte para abrir nuevas líneas de investigación, para contactar con amigos de viejos compañeros de colegio, del club donde él jugaba al fútbol», concluyó la directora del Equipo Argentino de Antropología Forense en Argentina.