La industrialización de la cebada cervecera se desplomó en los primeros meses del año y cayó al nivel más bajo desde al menos 2015. Además, de un consumo interno deprimido, el frente externo empieza a afectar la producción.
Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP), entre enero y abril se procesaron 279.084 toneladas de cebada cervecera, el menor volumen en la serie iniciada hace una década.
Se observan «caídas interanuales de hasta 43%, como sucedió en enero, lo cual ha llevado a que el acumulado hasta mayo se ubique 20% por debajo de 2024 y 22% por debajo de 2023, el mejor primer cuatrimestre en cuanto a molienda», señaló el Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA).
Hasta el año pasado, la industria del malteado —primer eslabón en la elaboración de cerveza— operaba al límite de su capacidad instalada, estimada en 1,1 millón de toneladas anuales. En ese contexto, la caída de dos dígitos resulta particularmente significativa.
Vale destacar que en la campaña 2023/24, se exportaron 1,19 millón de toneladas de cebada cervecera y 670.000 toneladas de malta sobre el total producido de cebada, incluida la forrajera. En 2024, el complejo cebada generó exportaciones por 1.211 millones de dólares y ocupó el undécimo lugar entre los principales sectores exportadores del país.
De acuerdo al analista agropecuario Javier Preciado Patiño, hay varios factores que explican dicha caída tanto a nivel externo como externo.
Mercado interno
Aunque el Indec no desagrega los datos por producto específico, dentro del rubro “Gaseosas, Aguas, Sodas, Cervezas, Jugos para diluir, Sidras y Bebidas Espirituosas”, la actividad cayó 18,9% interanual en el primer cuatrimestre de 2024 y en el mismo período de 2025, la recuperación fue de solo 3,8%.
De acuerdo a la consultora Scentia, en el primer semestre del año el consumo de bebidas con alcohol acumuló un retroceso de 13,7% y en junio de 11,5%. Las cifras son particularmente alarmantes si se considera que en los mismo períodos del año pasado las caídas habían rondado entre el 15 y 19 por ciento.
Fuentes de una de las principales empresas de la industria cervecera aseguraron que “el sector bebidas alcohólicas no está mostrando mucha reactivación aún” y añadieron que las ventas del primer semestre fueron difíciles, con meses en rojo.
En ese contexto, se están haciendo paradas de planta. “Se explican en una parte por la estacionalidad ya que estamos en temporada baja de consumo de cerveza porque es invierno y también porque hay muy baja demanda”, explicaron.
Por otra parte, en lo que respecta a los costos de producción, y considerando la pérdida de competitividad del último año; indicaron que tratan de negociar lo más posible con sus proveedores para evitar aumentos.
En paralelo, en el IDAA subrayaron el avance del contrabando de bebidas alcohólicas desde países limítrofes, otro factor que podría estar afectando la producción local.
Exportaciones
En cuanto al frente externo, el primer cuatrimestre de 2025, las exportaciones argentinas de malta totalizaron 155.450 toneladas, el volumen más bajo desde 2020. La caída representa un retroceso del 26% frente a las 211.270 toneladas enviadas en igual período del año pasado. Solo en 2020, con el inicio de la pandemia, se había registrado un nivel inferior al actual.
Al analizar el destino de las exportaciones, se destaca la fuerte retracción en las compras de Brasil. Ese país pasó de importar 148.000 toneladas en el primer cuatrimestre de 2023 y 172.000 en el mismo lapso de 2024 a solo 84.000 toneladas en 2025. Sin embargo, mantuvo prácticamente sin variaciones sus importaciones de cebada cervecera argentina, que rondaron las 330.000 toneladas.
“La conclusión debería ser obvia: en las condiciones actuales del mercado doméstico, regional y global, a las cerveceras radicadas en Brasil les conviene más importar la materia prima desde nuestro país que el producto industrializado”, señaló Preciado Patiño.
La diferencia en la carga tributaria también juega un rol clave. Mientras la malta tributa un derecho de exportación del 7%, la cebada lo hace al 9,5%. Sin embargo, la estructura de precios hace que, en la práctica, el producto con mayor valor agregado soporte una carga proporcionalmente más pesada.
“En este punto aparece una de las inconsistencias en materia arancelaria que está tomando cada vez más protagonismo: al tener la malta un derecho de exportación de 7% contra el 9,5% de la cebada, a la hora de cargar un barco la maltería paga 50% más en concepto de retenciones que el simple exportador del grano”, añadió.
Según datos del Indec sobre precios FOB promedio de abril, la tonelada de malta pagó USD 36 en concepto de retenciones, mientras que la de cebada, 24 dólares.
Brasil, además, avanzó en los últimos años con inversiones que ampliaron su capacidad de malteo. Aunque sigue siendo insuficiente para abastecer la demanda interna, esa expansión redujo las necesidades de importación. Un fenómeno similar ocurrió en Uruguay, que sumó cerca de medio millón de toneladas de capacidad exportadora.
En perspectiva, la producción de malta en la Argentina registró un fuerte crecimiento hacia 2007, para luego estabilizarse. A partir de entonces, fue la exportación de cebada en grano la que mostró una expansión sostenida, en línea con el aumento de la producción total.
Así, “la caída de la industrialización de cebada cervecera en el primer cuatrimestre del año es un indicio de una doble problemática asociada a las exportaciones de malta y a la caída del consumo interno”, consideró el IDAA.
“Respecto del consumo habrá que monitorear si se verifica una reactivación en la segunda mitad del año que ayude a recuperar la producción, mientras que en el frente externo todo indicaría que la actual política cambiaria no favorecerá la exportación de esta manufactura de origen agrícola, lo cual se agravaría si a los principales importadores les resulta más conveniente buscar otros orígenes», agregó.