El presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, denunció que sus tropas están combatiendo en el noreste del país contra lo que describió como “mercenarios extranjeros” procedentes de China, Pakistán, Tayikistán, Uzbekistán y algunos países africanos. “Nuestros guerreros en este sector están informando de la participación en la guerra de mercenarios de China, Tayikistán, Uzbekistán, Pakistán y países africanos. Responderemos”, escribió el mandatario en la red social X luego de visitar la línea de frente en la región de Kharkiv.
Zelensky añadió que, durante la visita, habló con los comandantes sobre “la defensa de Vovchansk y la dinámica de las batallas” en ese frente, donde la presión de las fuerzas rusas ha aumentado en las últimas semanas.
Estas acusaciones reactivaron un debate anterior. En abril, Zelensky ya había señalado que al menos 155 ciudadanos chinos habían sido capturados en frentes como Donetsk y Lugansk combatiendo del lado ruso. Además, aseguró que China estaría suministrando pólvora, artillería y colaborando en la producción de armamento dentro de Rusia, reclamos que Beijing negó con firmeza.
Por otra parte, un informe independiente del medio ruso Important Stories basado en registros del Sistema Médico Unificado de Moscú (EMIAS) identificó más de 1 500 mercenarios extranjeros de al menos 48 nacionalidades que pasaron por un centro de reclutamiento en Moscú entre abril de 2023 y mayo de 2024.
Según ese mismo reporte, Nepal encabeza la lista de nacionalidades registradas en ese centro de reclutamiento, con al menos 603 ciudadanos identificados, seguidos de tayikos (86), uzbecos (71), así como personas de Sri Lanka (64), India (43) y otros países africanos.
Aunque no hay datos exactos sobre el total global, un reporte de CNN publicado en febrero reveló que Rusia podría haber reclutado hasta 15.000 ciudadanos nepaleses en su guerra contra Ucrania, mucho más que los registros oficiales del centro moscovita.
Sobre personas procedentes de Asia Central, otro medio de investigación independiente afirmó que, aunque no existen cifras exactas, se estima que miles de ciudadanos de Tayikistán, Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán y Turkmenistán han participado en el conflicto en filas rusas, a menudo tras ser atraídos con promesas laborales falsas o contratos engañosos.
La aparición de mercenarios extranjeros plantea dilemas legales y éticos. En Nepal, por ejemplo, el propio gobierno exigió que Rusia detuviera el reclutamiento, repatriara a los ya combatientes y devolviera los cuerpos de aquellos fallecidos, después de que varios nepaleses murieran en combate. En Uzbekistán, la legislación local prohíbe la participación de sus ciudadanos en conflictos extranjeros, y algunos combatientes han sido condenados a prisión a su regreso.
En cuanto a estructuras paramilitares rusas, el Grupo Wagner, fundado en 2014, fue la principal organización privada que desplegó mercenarios en zonas como Ucrania y África. Aunque su liderazgo fue cambiando tras la muerte de su fundador, su red ha continuado operando bajo otras entidades, incluidas algunas absorbidas por el Ministerio de Defensa ruso como Redut y otras corporaciones vinculadas al Estado.
En el contexto actual, el anuncio de Zelensky equivale a una advertencia diplomática. Ucrania declaró que respondería a estas movilizaciones mediante acciones legales, información ante organismos internacionales y presión mediática. Reuters contactó a las embajadas de Tayikistán, Uzbekistán y Pakistán en Kiev, pero ninguna respondió hasta el cierre de esta edición, y Rusia tampoco ha emitido comentarios hasta el momento.
Este fenómeno trasciende el campo militar: refleja una estrategia de reclutamiento transnacional que aprovecha el descontento social, la pobreza y la vulnerabilidad económica de migrantes en Asia y África. Al tiempo, supone un desafío importante al derecho internacional, que cuestiona la legitimidad de combatientes no estatales en conflictos armados.
La escala potencial del fenómeno, combinada con las evidencias revisadas por medios independientes que se basan en datos de registros médicos oficiales, otorga credibilidad a las afirmaciones ucranianas. Sin embargo, la falta de confirmaciones diplomáticas por parte de los países señalados mantiene el asunto en una zona gris de la contienda informativa.