La Habana sufrió la madrugada de este lunes un apagón que duró varias horas en gran parte de su territorio debido a una avería en cuatro subestaciones de la red eléctrica, informó la Empresa Eléctrica de La Habana.
La Habana sufre apagones cotidianos programados de unas cuatro horas y en algunas provincias estos cortes de luz pueden durar hasta 20 horas o más de un día. Pero el de este lunes ocurrió inesperadamente.
La compañía informó por la madrugada en su página de Facebook que una falla de cuatro subestaciones dejó “sin servicio a varias zonas en casi todos los municipios de la capital”, de 2,1 millones de habitantes.
El corte de electricidad interrumpió el sueño de muchos habaneros que tuvieron que salir a los balcones o subir sillas a la azotea para poder soportar el fuerte calor del verano.
“Uno necesita dormir un poco y los niños están dando grito del calor y los mosquitos”, protestó en Facebook una usuaria que vive en el populoso municipio de Arroyo Naranjo.
Cuba sufre una fuerte crisis de generación de electricidad por el mal estado en que se encuentran sus plantas termoeléctricas, por falta de combustible y también por el deterioro de la red eléctrica del país.
La falta de corriente eléctrica afecta además los servicios de suministro de agua potable y gas.
Entre octubre y marzo, Cuba enfrentó cuatro cortes generalizados de electricidad, algunos por varios días.
El lunes, el servicio se empezó a restablecer unas horas después del corte en casi todos los municipios, con prioridad en “las principales fuentes de abasto de agua y hospitales” y los centros de interés socioeconómico, indicó la empresa.
La compañía de electricidad prevé para la jornada una demanda máxima de 3.700 MW y pronostica que a la hora pico, de mayor consumo, van a faltar 1.862 MW.
Ante la emergencia, el régimen echó a andar este año un amplio proyecto de generación con energía solar. Hasta ahora ha instalado 24 parques fotovoltaicos de tecnología china, de un total de 51 que proyecta para finales de 2025.
“Errores” y “deficiencias” internas
Por otra parte, el régimen de Cuba optó por un tono inusualmente autocrítico en medio de una crisis que golpea de manera severa a la población. La conmemoración oficial del 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional, se convirtió en un espacio donde la dirección política trató de combinar el llamado a la unidad interna con la aceptación de problemas estructurales. El primer ministro Manuel Marrero sostuvo que la compleja situación económica requerirá afrontar “errores” y “deficiencias” internas.
Durante su intervención, Marrero describió el contexto actual como uno de los más difíciles que ha enfrentado el país. Afirmó que “como nunca antes” se presentan “desafíos enormes, tanto internos como externos”. La declaración subrayó la excepcionalidad de la encrucijada y la existencia de causas que derivan de la propia gestión estatal. Este enfoque sostuvo un balance entre la explicación tradicional de la crisis —con factores exógenos señalados— y la admisión de que también existen decisiones y gestiones deficientes en el ámbito interno.
Uno de los ejes prioritarios identificados por el régimen fue la necesidad de “reducir los molestos apagones que tanto afectan a la población y a la economía”, una problemática cuya mención explícita por parte de Marrero terminó por visibilizar la magnitud que la crisis energética ha cobrado en la vida cotidiana cubana. Este problema, tratado históricamente con cautela en los canales oficiales, ocupó ahora un lugar destacado en la agenda gubernamental, y se expuso como un desafío imprescindible de superar para alcanzar una recuperación económica.
Las palabras empleadas durante el acto central resultaron reveladoras del giro discursivo, al admitir que la crisis no puede explicarse solo como resultado de presiones externas y que persisten errores internos que obstaculizan el avance. Marrero, no obstante, evitó detallar las medidas inmediatas para superar la crisis.
(Con información de AFP)