“Por cada rupia que Karnataka aporta, solo recibe 0,15 de vuelta. Uttar Pradesh, en cambio, obtiene 2,73 rupias por cada una que contribuye”. Esta afirmación de 2024 del jefe de gobierno de Karnataka ante la 16.ª Comisión de Finanzas sintetiza la creciente disputa en India entre los estados del sur, más ricos, y los del norte, más poblados y menos desarrollados. Este desequilibrio fiscal, analizado por Foreign Affairs, trasciende lo económico: sitúa el conflicto en el centro de una batalla política capaz de redefinir el federalismo indio.
La inminente redistribución de escaños parlamentarios ha renovado antiguas fracturas. El ajuste, que la constitución india prevé tras cada censo decenal, permanece congelado desde 1973. La última modificación de la representación se basó en el censo de 1971. En 1976 se suspendió la delimitación hasta después del censo de 2001; en 2002, el Parlamento extendió la moratoria hasta 2026. El argumento oficial fue evitar que los estados que habían reducido su natalidad y prosperado —principalmente los del sur— perdieran peso político frente a los del norte, donde la población continuó creciendo aceleradamente. De fondo, persistía la expectativa de que el nivel de desarrollo se igualara con el tiempo.
Pero la brecha demográfica y económica se acentuó. Uttar Pradesh, principal estado septentrional, tenía en 1971 poco más del doble de habitantes que Tamil Nadu; en la actualidad, su población triplica a la del estado sureño. La tasa de fertilidad en Tamil Nadu descendió por debajo del umbral de reemplazo, mientras en Uttar Pradesh permanece alta. Un estudio de 2019 de Milan Vaishnav y Jamie Hintson, citado por Foreign Affairs, estima que si la delimitación se produce tras el censo de 2027, Bihar y Uttar Pradesh podrían sumar hasta 21 escaños, en tanto que Tamil Nadu y Kerala perderían 16 en conjunto. Si no se revisa la representación, Uttar Pradesh dispondría de al menos once escaños menos de los que le corresponderían por población.
La demora del censo de 2021 mantuvo la incertidumbre, aunque en junio de 2025 se anunció que el nuevo censo se realizará en marzo de 2027. Así, sería posible redistribuir escaños antes de las elecciones generales de 2029, con impactos directos en el tablero político. El Bharatiya Janata Party (BJP), fuerza dominante, posee una base fuerte en el norte, pero escasa presencia en el sur, donde partidos regionales como el Dravida Munnetra Kazhagam (DMK) de Tamil Nadu prevalecen. Si los estados sureños pierden representación, el BJP podría alcanzar mayorías parlamentarias con mayor facilidad. En este escenario, el jefe de gobierno de Tamil Nadu, M. K. Stalin, exhortó a las parejas recién casadas a tener hijos “de inmediato”. Según Foreign Affairs, este llamado alude menos a preocupaciones demográficas que a la apertura de una nueva batalla política por el poder.
El debate sobre la delimitación evidencia una erosión profunda del pacto federal indio. El modelo de federalismo asimétrico, instaurado tras la independencia en 1947, buscaba proteger la diversidad lingüística, religiosa y étnica. Inspirados en el concepto de “estado-nación”, los fundadores de India otorgaron distintos grados de autonomía regional, aunque el poder efectivo permaneció centralizado en Nueva Delhi. De ese modo, el gobierno central reorganizó territorios según criterios lingüísticos y concedió autonomías especiales a regiones como Jammu y Cachemira.
El principio de equidad en los servicios públicos regía la cooperación fiscal y administrativa entre el centro y los estados. El Ejecutivo central recaudaba los impuestos y los distribuía mediante fórmulas fijadas por la comisión de finanzas constitucional. B. R. Ambedkar definió la constitución como “unitaria y federal, según lo requieran el tiempo y las circunstancias”. En la práctica, el federalismo fue instrumental: el centro consolidó su ventaja, especialmente durante el “gobierno de emergencia” (1975-1977) bajo Indira Gandhi, cuando el Congreso centralizó agenda y finanzas.
En los años 90 ocurrió un cambio sustancial: la debilidad del Congreso dio impulso a partidos regionales e identitarios, que limitaron el impulso unitario desde coaliciones nacionales. Sin embargo, ello no se tradujo en una defensa colectiva de los derechos estatales. Los líderes regionales utilizaron su influencia nacional para obtener concesiones del centro y preservar su poder local, dando prioridad al cálculo político sobre los principios federales.
El ascenso del BJP en 2014, tras una victoria arrolladora, inauguró otra etapa. El partido, nacionalista hindú, impulsa una única identidad nacional fundada en religión hindú e idioma hindi. Aunque evitó un enfrentamiento abierto con la base lingüística del federalismo, comentarios sobre la hegemonía del hindi reavivaron el orgullo identitario en estados como Tamil Nadu. Las tensiones subnacionales, antes contenidas, cobraron nueva fuerza.
La medida más severa contra el federalismo asimétrico fue la derogación del artículo 370 de la constitución en 2019, mediante la cual el gobierno central eliminó la autonomía de Jammu y Cachemira y degradó la región a territorio bajo su administración directa. Aunque en 2024 hubo elecciones locales, no se restituyó su estatus de estado. Situación análoga se vivió en Delhi en 2023, cuando una ley transfirió la administración al gobierno central, despojando al ejecutivo local de autonomía. Según Foreign Affairs, estas acciones contravinieron el espíritu federal y privaron de representación efectiva a los votantes de estos territorios. La impaciencia del BJP ante la negociación federal debilitó su rol como gestor de los conflictos identitarios.
En el aspecto económico, el federalismo indio intentó responder a las necesidades de desarrollo de cada estado más allá de su recaudación fiscal. Los estados ricos compartían parte de sus ingresos con los más pobres, pero la brecha creciente llevó a los prósperos a cuestionar este principio, que perciben como un castigo al éxito y un estímulo a la ineficiencia. La redistribución fiscal, reflejada en la queja de Karnataka, se ha convertido en un foco de rivalidad. Modificar esta lógica complicaría la reducción de desigualdades, ya que los estados pobres requieren recursos adicionales.
Al mismo tiempo, la integración económica presume mercados y servicios públicos coordinados. La adopción en 2017 del Impuesto sobre Bienes y Servicios (GST) implicó que los estados cedieran su potestad sobre ciertos gravámenes indirectos a cambio de un régimen impositivo armonizado. Esta pérdida de autonomía reforzó la relevancia de los impuestos directos para los gobiernos estatales. Lejos de equilibrar, el BJP profundizó la centralización, debilitando su legitimidad como mediador.
Actualmente, la distribución de poder en India enfrenta una crisis. El federalismo tradicional no responde a las demandas del crecimiento económico ni a las desigualdades demográficas de manera políticamente viable. Aunque no se prevé una ruptura secesionista —el concepto de “estado-nación” se mantiene—, los desafíos al pacto federal permanecen dentro de los límites constitucionales. Sin embargo, la intensificación de las divisiones regionales dificulta la gobernabilidad nacional y complica reformas estructurales, mientras predomina el cálculo partidario.
Entre las alternativas propuestas resalta la reforma del Rajya Sabha, cámara alta del Parlamento creada como consejo de estados, que se ha convertido en refugio de políticos influyentes sin respaldo electoral. Convertirla en un auténtico órgano de representación estatal facilitaría consensos. Además, existen instancias poco aprovechadas para debatir y solucionar disputas interestatales, como el consejo interestatal creado en los años 90, prácticamente relegado.
La renovación del pacto federal depende esencialmente de la voluntad política. La carencia de compromiso del BJP con el principio federal ha privado a la nación de un mediador legítimo en un momento crucial. Con las fracturas expuestas, ni los estados ni el gobierno central parecen dispuestos a emprender reformas de fondo. De este modo, Foreign Affairs advierte que la política federal india será cada vez más conflictiva, obstaculizando las aspiraciones económicas y debilitando el tejido democrático que convirtió a la India en un experimento político único.