Mora Godoy detalló los pormenores de su nuevo espetáculo y la gira nacional e internacional (Crédito Gastón Taylor⁩)

Al abrirse el telón la sala estalla en un aplauso que parece querer saldar cuentas con el silencio acumulado de los últimos años. Es el regreso de Mora Godoy, la coreógrafa y bailarina que lleva el tango a los escenarios del mundo, pero que durante meses cambió los brillos del espectáculo por la quietud de un cuarto, entregada al cuidado de su padre, hasta la despedida final en diciembre pasado. Pasaron tres años desde su última función en el Teatro Coliseo, donde celebró Mora Godoy 20 años en 2022, un hito ahora lejano.

“Arrancó arriba, con un público eufórico. Nos acompañó muchísima gente. Hicimos San Rafael, Alvear, Mendoza capital y San Juan. Teatros hermosos, divinos, enormes”, expresó en charla exclusiva con Teleshow, con la voz emocionada por la descarga de energía que supone volver al foco de los reflectores. Es que cada función de la gira nacional e internacional de La máquina tanguera, su nuevo espectáculo, devora el repertorio y el escenario con la velocidad de un bandoneón desenfrenado. El show comienza, acaso como un guiño al destino, con Volver, una declaración de principios hecha canción.

Atrás quedaron los meses en los que las tablas crujían en la memoria y el tiempo se medía en gestos de cuidado. Ahora es el reencuentro: el presente de una obra que, en palabras de la propia Godoy, se convierte “en una ametralladora de pasos, coreografías, velocidad, trucos”. Cada pareja surge y desaparece a toda prisa, los bailarines se alternan como piezas de un engranaje orquestado en tiempo real. El vértigo de la segunda parte empuja al elenco hasta el cuadro final, donde todos —sin excepción— bailan una “cumbia tango”. Un experimento efectivo.

Lamáquina tanguera no para y durante agosto se presnetará en varias ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires (Prensa Mora Godoy)

La estructura del espectáculo es, al mismo tiempo, un homenaje y una apuesta. El repertorio abre con clásicos, avanza con un popurrí bautizado Tangazo y concluye escalonando emociones hasta el tema Canaro en París, con todo el elenco en escena. Algunos cuadros provienen de puestas anteriores, pero hay novedades que se cuelan como sorpresas. “Al final siempre nos pasa que improvisamos a último momento con cosas nuevas y son las que funcionan también muy bien”, afirmó quien parece reinventarse cada vez que el telón sube y la música empieza a latir.

Las ovaciones no se limitan a las butacas. Afuera, decenas de espectadores —algunos con lágrimas en los ojos— esperan su turno para abrazar, saludar y robarle una foto a la mujer que devolvió al tango ese brillo de exportación. “Es de una calidez y de una necesidad que uno ve que tienen de tenernos en vivo, de poder conocernos, de poder ver el show”, explicó. “Y sobre todo de decir que superó las expectativas, ¿no? Que es un show, como decían todos, internacional. Y a nosotros particularmente nos da una gran emoción que digan eso”. El recuerdo de cada gesto del público se mezcla con la “calidez de la gente”, una energía que contagia y multiplica la expresión de los intérpretes: cuando los aplausos crecen, los cuerpos se hacen más elásticos, el dramático se vuelve lírico y el tango se convierte en festival.

Hay una definición que recorre los camarines y también los salones del mundo: “El tango en el mundo explota. En la Argentina está vivo”, explicó ella, con la precisión de quien cruzó escenarios en todos los continentes. Godoy subrayó la diferencia, pero enseguida matizó: que en el país, lo importante —lo verdaderamente irreductible— es que sigue vivo. No es una obviedad, ni un eslogan. Es un acto de resistencia, una certeza tejida entre los pliegues de una melodía centenaria: “Siempre se pueden hacer más cosas, siempre. Pero bueno… hacer hoy en un contexto complejo en la Argentina que estamos un Tour nacional y todo lo venidero…”, destacó sobre los desafíos y sobre ello aclaró que “es una charla que tuve con el productor, que por favor sean precios accesibles para que la gente pueda acceder”.

“El tango en el mundo explota. En la Argentina está vivo”, destacó Mora Godoy sobre los desafíos en la coyuntura actual (Gastón Taylor⁩)

La gira de La máquina tanguera apenas empezó y la consigna ya es clara: no hay nostalgia en la vuelta sino una fuerza propulsora que surge del aplauso, el sudor y la complicidad de un público que aún elige este arte, que aplaude cada cuadro, cada bis y que implora siemrpe uno más, aunque el repertorio esté agotado.

A la salida, el eco de los bises y del zapateo es reemplazado por besos, selfies y agradecimientos. “La calidez de la gente te llena de energía y sobre todo cuando empiezan a aplaudir tanto, porque entonces bueno, obviamente a nosotros nos pone mucho más expresivos, por decirlo de alguna manera”, explicó Mora, sabiendo que en cada regreso, el tango le hace una pregunta: ¿cuánto más seguirás bailando? Ella responde bailando otra vez, y otra, hasta que la música —y el corazón— digan basta.

La secuencia es inagotable: montaje, ensayo, función, desmontaje, cenas apuradas y, a la mañana siguiente, viaje a la próxima ciudad. El vértigo de comandar una compañía internacional de tango nunca baja la guardia. En cada parada, el espectáculo exige un nuevo equilibrio entre espectáculo y logística, camaradería y disciplina. Mora, con años de escenarios dorados y desafíos ocultos, conoce bien ese pulso: “Tenemos un gran equipo, un equipo con el cual nos divertimos mucho, nos reímos, es un equipo que es muy funcional. Todos hacemos todo”, explicó al recordar que un montaje perfecto depende, muchas veces, de encajar la última lámpara o arreglar la pantalla multimedia minutos antes de que empiece la función.

Mora Godoy se mostró feliz también por la reapertura de su escuela de baile

Entre cajas de vestuario y rollos de tela oscura, la compañía se mueve como un solo cuerpo. “Si entre todos no nos ayudamos es imposible, y además tenemos que descansar y tenemos que estar tranquilos”, afirmó. “Siempre tenés adversidades. Puede pasar que haya menos luces o que en una no funcione la pantalla. Porque también tiene mucha pantalla multimedia. Es un espectáculo muy moderno que tiene una iluminación y pantallas que lo hacen de alguna manera como un espectáculo que se asemeja más a un espectáculo de rock que a un espectáculo de tango”. Esa mezcla —tradición y vanguardia— es ahora la marca registrada de la experiencia Godoy, una apuesta por renovar el tango desde adentro, sin perder la raíz.

La conversación se desliza hacia el peso de ser referente. Ser la embajadora visible y fundadora de la compañía implica más que bailar: es sostener la expectativa de un público acostumbrado a lo mejor. “Es una gran responsabilidad. Los espectáculos tienen que ser de primera porque el público viene a ver algo y viene con la exigencia. Y a mí me encanta que sea así”, reconoció, ajena al cansancio. Cada detalle importa: el vestuario —renovado, diverso, impecable— y la tecnología escénica dialogan sin nostalgia con la milonga y la cadencia del dos por cuatro. “¿Y las coreografías? El impacto que causa esto que se hace tan intenso y tan fuerte, es lo que recibe la gente”, resumió la directora, convencida de que el asombro es el verdadero motor del arte.

El equipo no descansa; cuando la gira pausa, la construcción sigue en los ensayos. Godoy lo definió con simpleza: “Cuando no estamos de viaje, estamos construyendo o armando coreografías. No es que estamos de brazos cruzados”. No hay lugar para el ocio improductivo en la “factoría Godoy”.

A través de las redes deMora Godoy es posible conocer desde las próximas fechas de las giras hasta los detalles de su academia (Gastón Taylor⁩)

En medio de la vorágine, surge también la imagen de la niña que alguna vez soñó con escenarios. “Uno siempre vuelve para atrás y ves que a veces, cuando tenés un sueño muy grande y muy profundo, se cumple”, rememoró. Pero la trayectoria no fue justamente un paseo de vals: “Tenés que bancarte muchas frustraciones porque así es la vida también y tenés que bancarte que en mi caso me metí en un mundo machista… Y no es que el machismo lo sentíste en un momento, se sigue sintiendo porque hay machismo en nuestro país”. En esa lucha se forja la permanencia: cada crítica, cada barrera, cada noche en que lo fácil habría sido rendirse, es otra capa sobre la coraza.

“Obviamente no es que uno vuelve a empezar, que ya soy una marca, por supuesto, pero siempre tenés cosas para atravesar”, soltó, mirando a la Mora de hoy y a la de los primeros pasos. La construcción identitaria pasó por el reconocimiento, pero sobre todo por las batallas cotidianas.

La otra cara del presente brilla en la academia de baile, reabierta el año pasado, y en la posibilidad de abrir puertas a nuevas generaciones. “La academia está llena de gente, tanto principiantes como intermedios, de todas las edades, viene gente desde 14 años hasta 80 y pico. Y hacemos becas de capacitación para chicos que por ahí no pueden pagársela. Son becas gratuitas. Entra por audición. Se hacen uno o dos por año y los formamos gratuitamente gracias a Fundación Banco Nación. Y esto es uno de los sueños más grandes que cumplí este año”, afirmó. El legado se multiplica en los pasillos de la academia, donde el tango no es solo espectáculo sino instrumento de movilidad social. Muchos de los becarios ya forman parte del elenco, una escena silenciosa de ascenso que solo se nota de cerca.

Mora no es solo la luz de una función; es el sistema solar entero de una constelación artística que se despliega más allá del escenario. Bailó con los Rolling Stones, con Daniel Barenboim y su orquesta, y hasta con Barack Obama en su visita a la Argentina. Fue reconocida como Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires, es miembro de la Academia Nacional del Tango y llevó su compañía a China y Siberia, las primeras veces para el tango argentino. Los hitos se apilan: “La primera compañía que fue a China. La primera que fue a la Siberia rusa. La primera compañía de una mujer, bueno, no hay otra. La primera mujer que abre una academia de baile. Es un montón. Una gran responsabilidad que, como digo, la tenés que cumplir bien y sin dudas eso te lleva a hacer las cosas bien, prolijas”.

Como una bailarina que nunca abandona el equilibrio, Mora Godoy avanza mezclando la audacia y la disciplina, la nostalgia milonguera y el futuro digital, el combate sordo y el estallido de aplausos para una mujer que se inventa todos los días.