El sol del atardecer en Madrid pinta de tonos dorados la ciudad. Iván González camina por sus calles, disfrutando de unos días de vacaciones. Inmerso en recuerdos y en el calor de sus afectos, pese a la serenidad con la que se expresa, hay en su tono la inconfundible cadencia de la capital española, aunque cada tanto se cuela una palabra bien argentina, de esas que se pegan al alma sin permiso y que nunca se pierden del todo. En medio de un saludo, interrumpe la charla con Teleshow solo un instante: “Disculpá… que me subo al bus y ahora sigo”. Así, sin prisa, retoma la conversación, como si la pausa fuese parte de una coreografía cotidiana.

Pero lo que realmente enciende su voz es el mundo de los creadores. Habla con fuerza de los artistas, de la magia de la cultura, de la música, del teatro y de la televisión: “Me gustaría que toda la gente tuviera la oportunidad de descubrir el arte en todas sus formas”, deja caer con esa naturalidad de quien sabe lo que significa vivir entre escenarios y bastidores.

Iván González no vive en España, desde donde habla y es el país donde nació hace 52 años. El hijo del cantante Jairo y Teresa (que falleció en 2021) reside en las afueras de París, Francia, con su esposa y sus dos hijos. ¿La razón? “Quería poder hacer casi todo a pie”, reflexiona. Eligiendo la proximidad humana por sobre la velocidad de las grandes urbes, ha encontrado en la periferia parisina un refugio donde la vida palpita en la vereda.

La vida me llevó a Francia casi por impulso, pero fue una gran decisión”, afirma Iván González Sainz de los Terreros, tal es su nombre completo. Comparte detalles sobre su experiencia artística en el extranjero, sus proyectos recientes y la forma en que observa el arte y la vida desde la distancia.

La pequeña ciudad donde vive se llama Sceaux. Allí se instaló hace diez años. Visitó la capital francesa por unos meses con el impulso de acompañar a su novia, quien había viajado a estudiar. “No estaba en mis planes. De hecho, yo acababa de terminar Doble vida en ese momento y tenía un proyecto bastante interesante en Buenos Aires”, explica. Sin embargo, la relación resultó determinante y la decisión se tomó de manera espontánea: “Tenía treinta y dos años en ese momento. Me miré y dije ‘¿por qué no?’. Como he hecho todo en la vida, muy impulsivamente”, le cuenta a Teleshow.

Aquel viaje sin grandes expectativas derivó en un cambio rotundo. “Me fui quedando, nos casamos, tuvimos dos hijos. O sea que, en el fondo, por un lado hice muy bien en quedarme”, resalta el actor. La mudanza no respondió a un desencanto con la Argentina, sino al deseo de construir un proyecto personal. De hecho, González relató: “No era por nada de Argentina, al contrario.

El artista narra su experiencia migratoria, los desafíos de reinventarse en el extranjero y el valor de mantener la identidad y los lazos familiares mientras impulsa proyectos creativos internacionales

La vida de González en Francia se sostiene también en lazos familiares y culturales que conserva y valora profundamente. Pese a la distancia, el intérprete mantiene una conexión diaria con su familia argentina. “Tenemos un grupo de WhatsApp donde hablamos todo el tiempo, donde estamos en comunicación, donde nos juntamos todos, con mis hermanos, con mi viejo, con todo”, contó. Reconoce que viajar a Argentina se ha vuelto muy costoso, pero no deja pasar la oportunidad de reunirse con los suyos siempre que es posible.

En casa hablamos en castellano y tratamos de que puedan poder ser bilingües al máximo”, afirma el actor sobre sus hijos Lorenzo y Ulysses, nacidos y criados en Francia. Para él, esta riqueza es motivo de orgullo y una herramienta clave para el presente. “Es una riqueza la multiculturalidad, es una riqueza la bilingüidad. Para valorar mucho en estos tiempos”, subrayó el artista argentino, español y francés.

Iván González, actor y director español resalta la importancia de acercar la cultura a todos los públicos

—¿Por qué decidiste gestionar la nacionalidad argentina?

—Quise tener la nacionalidad argentina porque mi padre es argentino y mi madre era española. Quise tener la doble nacionalidad. Segundo, porque hay muchas cosas por las cuales me siento orgulloso de ser hijo de un argentino y de haber hecho muchas cosas en mi vida en Argentina. Además hay muchos rasgos de mi carácter, no mi acento (se ríe) pero sí que siento que son muy argentinos, y me gustaba la idea de hacerlo coincidir con mi pasaporte.

—¿A qué te dedicas actualmente en lo laboral?

—Acabo de terminar una serie cotidiana, como la llaman en Francia, que es una suerte de novela para France 3 que es uno de los canales estatales de acá. Mi personaje fue un traficante de armas, no exactamente simpático, pero yo muy contento de hacerlo.

—¿Hay mucha ficción en los canales estatales franceses?

—Sí, muchísima. En los canales estatales tienen ficción prácticamente todos los días. Hay dos novelas que están superbién hechas, muy bien pensadas. Luego tienen programas de prime time súper importantes, muy conocidos. Hay muchísima ficción en Francia, en televisión.

—¿Tenés proyectos en marcha actualmente?

—Ahora tengo varios proyectos en el aire, pero a nivel de escritura, una obra de teatro, un proyecto con Argentina que espero que se haga. Estoy hablando con varios artistas que me encantan, también con la productora Underground y la comunidad LGBT, y tenemos muchas ganas de hacer algo juntos.

—Sobre el teatro, ¿estuviste en actividad recientemente?

—Hace tiempo que no hago teatro, porque los últimos cinco años estuve trabajando como director artístico de un cabaret súper importante acá, una sala de espectáculos que existe hace 75 años, que se llama Madame Arthur (el cabaret travesti más importante de Francia y un lugar clave de la causa LGTB).

El artista subraya la calidad y creatividad de los actores y producciones argentinas a nivel internacional

—¿Cómo ves, desde la distancia, el teatro y la televisión argentina?

—Te voy a ser totalmente sincero, estoy extremadamente orgulloso de presentar a toda la gente que conozco en Francia y a todo el medio francés las producciones que se hacen en Argentina, porque tenemos los mejores actores del mundo y aparte porque tenemos la imaginación desbordante. Hay creadores que son para ponerse de pie y aplaudir horas.

—¿Percibís una diferencia artística con otros países?

—Se piensan muy innovador. Pienso en El Eternauta, pienso en todo lo que te hablo de la actualidad, pero no solo ellos, tenemos cineastas que te mueres y el teatro es de un nivel alucinante. Hay que valorarlo. En Argentina, lamentablemente, no hay dinero y no hay manera de hacer un espectáculo toda la semana. Pero todos los días, en todas las salas porteñas, cambian de show, hay un espectáculo diferente y en diferentes horarios. Eso no existe en otro lugar del mundo, y es fantástico.

El artista destaca la influencia argentina en su identidad y su orgullo por la cultura nacional

—¿Qué aspectos de la formación artística te parecen relevantes?

—Argentina siempre ha estado muy preparada a ese nivel, ha tenido grandes maestros. La mayoría de los actores españoles reconocidos en el mundo entero, como Bardem o Penélope Cruz, han sido preparados por profesores argentinos como Corazza, radicado en España desde 1990. Sus profesores, sus maestros de vida, de teatro, son argentinos.

—¿Tuviste algún vínculo con estos maestros?

—Claro, yo estudié con el cordobés Juan Carlos Corazza, aunque no llegué a ser Javier Bardem (se ríe).

—¿Y qué te genera ver el presente de los actores argentinos?

—El otro día estuve con Leo Sbaraglia, que está trabajando con Pedro Almodóvar. Es muy ejemplar. A mí, personalmente, a nivel nacional, me llena de orgullo, pero bien profundo. Ver lo que ha provocado ahora Joaquín Furriel en el Teatro San Martín con Ricardo III, que lleva años preparándolo, buscándolo, buscando la financiación, hablando con la ciudad de Buenos Aires, es inaudito. Y hay que estar orgullosos de los artistas en Argentina.

Iván González, actor y director español, relata su vida y carrera artística en Francia

—¿Cómo es tu experiencia viviendo en París, después de diez años?

—De la vida en Francia me gustan ciertas cosas, hay otras con las cuales no me siento tan cómodo. Me falta un poco de picardía, me falta un poco de urgencia, de plantearse un proyecto y a las tres semanas, a los tres meses estar arriba de un escenario. Todo aquí es mucho más lento, más formal, pero a la vez es más seguro, está más armado, está más sujeto. Hay cosas que son maravillosas.

—¿Maravillosas en qué aspecto?

—En Francia existe un sistema que permite a los actores y los técnicos del cine, del teatro y de la televisión, cuando llegas a una cierta cantidad de horas por año, cobrar durante diez meses un equivalente de tu salario por si no consigues trabajo. Y eso es lo que permite que la creación se mantenga, porque los artistas aprovechan ese tiempo, cuando no están apurados por el dinero, para volver a crear algo nuevo o buscar algo nuevo.

El actor resalta la importancia de la multiculturalidad y la bilingüidad en su familia

—¿Cómo se sostiene ese sistema?

—Eso lo mantiene el Estado, pero en realidad no lo mantiene el Estado, es un sistema autárquico, en el sentido de que los propios actores que han estado trabajando pueden permitir con su salario una parte de eso. Como todos los empleados públicos, como todos los empleados privados, van al paro (Nota: se refiere al desempleo). Entonces, esos actores que trabajan durante todo el año, 28 películas, eso no lo cobran porque nunca están en paro, pero eso permite a otros artistas poder encontrar su camino.

—¿Hay diferencias en la cultura cotidiana entre ambos países?

—Claro, en Argentina, si a vos te pasa algo en la calle, siempre va a haber alguien para ayudarte. El argentino es extremadamente solidario en lo cotidiano. En Francia te puede pasar cualquier cosa y nadie va a mover un dedo. Ahora, en Francia consideran que la solidaridad es nacional y que pagar el impuesto es solidaridad.