Hace casi tres semanas Justina Bustos anunció la feliz noticia de su embarazo, fruto de su relación con el empresario gastronómico Máximo Pardo. La actriz se convertirá en mamá por primera vez y, de viaje en Londres, le mostró a sus seguidores cómo está creciendo su pancita.
Fue su pareja quien compartió una dulce postal de la exprotagonista de Las Estrellas y la segunda temporada de ATAV desde uno de los elegantes barrios de la capital inglesa. Allí Justina aparece vestida con un top amarillo y una camisa abierta que dejaron al descubierto su incipiente embarazo. En la imagen también se la ve posando con mucha onda con una cámara de fotos analógica.
La actriz, a través de Instagram, también mostró otras de sus pasiones por el arte y el diseño: entre las stories que compartió con sus seguidores aparece que visitó una feria americana en donde abunda la ropa usada y vintage, mientras que en otra captó un cuadro de la pintora y diseñadora Kitty Arden.
“Es muy loco. Va a ser mujer. Nos enteramos ayer”, aseguró la actriz a la revista Ventoux, en donde confirmó que estaba en la dulce espera, mientras abría las puertas en su casa de Unquillo, Córdoba. “Este verano me sentí distinta. Como que las cosas que me atraían antes no me estaban atrayendo… Es como que algo químicamente fue bajándose”, confesó.
En la misma entrevista se refirió a un proyecto que llegó a su flamante maternidad. “Siempre dije ‘si en algún momento me llego a embarazar, voy a hacer algo de ropa”, contó la actriz, sobre la cápsula de ropa de verano en la que trabaja la protagonista y directora del documental Sola en el paraíso.
A principios de 2020 Justina quedó varada en la Isla Mauricio en África Oriental durante la crisis del coronavirus. “La verdad nunca lo imaginé, si venía alguien y me decía que me iba a quedar encerrada en el medio del Océano Índico, en una isla paradisíaca, pero en un hospital rodeada de soledad, hasta que llegaron tres mujeres de la India, nunca lo hubiera imaginado ni para hacer un guión de una serie o película. Cada vez que lo cuento y ahora que lo pude trasladar a un documental, todo lo que viví me parece surrealista”, contó, en diálogo con Teleshow.
“Me presenté a un casting para filmar una película Amor de Madre, un día estaba en casa, y recibo un llamado de la producción para decirme que había quedado seleccionada. En un primer momento no pude participar en la filmación porque quedé encerrada, no podía salir del hospital porque había dado positivo de COVID-19. Así comenzó la historia del documental. Fueron 33 días viviendo encerrada en un hospital en África. Con frecuencia me testeaban y daba positivo. Por un tema de anticuerpos que sí tenía, sabían que no era contagiosa, pero lamentablemente hasta que mi test no diera negativo, no me iban a dejaban salir”, recordó.
“Empecé a escribir lo que me estaba pasando todos los días. Siempre escribo en cuadernos, pero me costaba concentrarme, se me dificultaba la escritura y empecé a filmar todo con el celular. Lo hacía para tener un registro de lo que estaba viviendo, pero también sentía que en medio de las salas había algo atractivo, desde la luz que entraba por la ventana, compañeras que empezaron a llegar. Al principio fue un entretenimiento”, rememoró.
“Mi único objetivo era irme de ese lugar, entonces tenía que planear, tener la cabeza muy limpia y fría. Por las noches me acostaba y dormía en el mismo lugar, una camilla incómoda. Me dolía todo el cuerpo. Cada noche se ponía más oscura. Me acuerdo que cuando se fueron las otras chicas con las que compartí varios de los días, y me quedé sola fue el peor momento, porque ahí ya sentía que el barco se hundía y yo la única que lo habitaba. Hubo varios amagues. Eso fue fatal, porque me decían ‘te sacamos, no te sacamos’ y daban vueltas. Hasta que en un momento les rogué. ‘No vengan más hasta que me dejen salir de verdad, porque esto me está haciendo muy mal’”, pormenorizó.