Se viene el fin de semana y aquí hablaremos de qué leer. Como periodista cultural recibo muchos libros por mes: voy a compartir con vos la experiencia de ver qué apareció, leer, alguno, hojear algún otro, poner un tercero en la mesa de luz -o en la tablet- para después. Hoy hablaré de Amor de invierno, de una autora que desconocía y que se llama Han Siyun. También de Gatolicismo, un libro que me llegó y me llamó la atención: ¿el culto a los gatos? Finalmente, hablaré de un libro que quiero leer: La reinvención del amor, que se presenta como “Una etnografía de cómo es enamorarse, tener sexo, amigos y/o mascotas en tiempos de tinder”. A mí me lo dicen…

Qué leí: “Amor de invierno”, de Han Siyun

Me gustan esas historias de amor en que la atracción aparece de entrada. En este caso, en el primer párrafo de Amor de invierno, la novela cortísima que, en español, editó Tránsito. La acaba de ver por primera vez y… “No distingo ningún otro color salvo el de Mara. Para mí, resplandecía con su tweed verde y azul, erguida y sola, con tacones, mientras los anodinos grises y beis se arremolinaban alrededor”. Quien habla, quien mira, quien ya se encandiló se llama -le dicen- Red y es una estudiante de Zoología en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Todas mujeres son. Y llega Mara.

Mara es casada. Se ve que tiene plata. Es un poco distante, como de otro pozo. Red no lo piensa y tira los calzones por la ventana:

“—¿Tienes pareja? O sea, para diseccionar…»

Eso le dice en la primera charla. Qué romántico, van a diseccionar un gato juntas. Por ahí empiezan. Es que Mara no conoce -creemos- lo que pasa en la escuela. Hay vínculos amorosos entre las alumnas, aunque, explica Red, “pocas de las chicas eran así toda la vida. La mayor parte de nosotras lo dejábamos atrás en algún momento, nos casábamos en cuanto acabábamos de estudiar, teníamos hijos”.

El vínculo con Mara se va a armar de a poco, en esa cornisa entre la amistad y la seducción. Pasean cerca del Támesis, se hablan cada vez con mayor confianza, en algún momento hacen eso de “yo te acompaño y ahora no te vas a volver sola, te acompaño, y ahora te acompaño yo a vos”. Las tonterías del amor.

Llega el día en que Mara sube con Red a su departamento y le presenta a Karl, el marido empresario. Que es el que sostiene el lujo en que viven y se nota: Karl se mueve como el dueño de Mara y se siente infinitamente generoso porque “la deja” ir a estudiar. Así las cosas.

Han Suyin, maridos y amante

Llegada a este punto, me pregunté por la autora. ¿Quién era Han Suyin? Y la respuesta no es sencilla. Según la fuente nació en 1916 o en 1917, en China, de padre chino y madre belga. Tuvo varios nombres: Kuang-Hu Chou, Rosalie Matilda Chou y Elizabeth. Tuvo, también, tres maridos. El primero se llamó Tang Pao-Huang y era un general del Ejército Nacional Revolucionario de Chiang Kai-shek: murió en el frente de Manchuria en los años 40. El segundo fue Leon Comber, oficial británico de inteligencia, con quien vivió en Malasia. Este matrimonio terminó en divorcio. Más tarde se casó con Vincent Ruthnaswamy, un ingeniero indio.

La escritora y médica Han Suyin. (AFP)

Pero entre ellos tuvo otro gran amor: Ian Morrison, el periodista que sirvió de modelo para el personaje interpretado por William Holden en “Love Is a Many-Splendored Thing”, la película que en castellano se conoció como Angustia de un querer. Morrison fue uno de los primeros periodistas asesinados en la Guerra de Corea.

Suyin era médica -se recibió en Londres- y murió en 2012 en Suiza, donde había vivido con Ruthnaswamy.

Red y Mara

Mientras Mara vive cómodamente con su marido, Red se aloja en una pensión, donde tiene un pretendiente, Andy, que se puede poner cargoso. Tiene, también, una historia que hoy llamaríamos de abuso: cuando era una adolescente, una mujer diez años mayor la enamoró. Esa mujer es una especie de amiga, a veces de ayudante, de su tía Muriel, la que dice que le va a dejar todo.

Hay algo así como un clima normal en la ciudad y, a la vez, la extrañeza de la guerra, por la que puede ocurrir que Red y Mara terminen escondidas bajo una mesa cuando caen bombas. Y: “un silbido tan ensordecedor que no era un ruido sino un temblor y una avalancha de astillas y una succión de todo el aire alrededor; luego los remolinos instantáneos de polvo, gruesos como la tela, que nos hicieron toser y nos confirmaron que estábamos vivas”.

¿Qué decir? La relación avanza y se pone bella. Y Mara, que siempre parece ir detrás de las iniciativas de Red, en los hechos va a ser tranquilamente decidida.

Los problemas, sin embargo, van a llegar y Suyin los va a anticipar con un espejo: se van unos días a una casa de campo que resulta ser de una pareja de mujeres. Una tiene hijos y una historia dura con el exmarido. Pero las cosas se van a dar vuelta y cuando ese exmarido aparezca con su versión y su amor eterno, aquel romance entre las mujeres dejará de ser color de rosa.

No quiero contar más pero la novela se publicó en 1962 y los prejuicios van a aparecer, de la mano de la tía Muriel, esa que le iba a dejar todo a Red. Pero ¿a Red con Mara le dejará algo? La tía es dura, Red se asusta y corre el riego de equivocarse mucho.

Qué ganas de escribir alguna de las frases del final, pero te las dejo, leelo.

Qué me llegó: “Gatolicismo”, de Nai Osepyan

Sí, claro, el título es un chiste, un juego. “Los gatos no buscan complacernos y por eso su cariño vale doble”, ha dicho Nai Osepyan, autora de Gatolicismo.

Especialista en comportamiento felino, Osepyan cría gatos y también tiene un hogar de tránsito. Ha contado cosas como que Inocencio VIII, el papa que rigió la Iglesia Católica durante la época de la Inquisición no solo dirigió su mirada inquisitiva hacia las personas, sino que extendió su condena a los animales, en particular a los gatos. Según la interpretación doctrinal impulsada por el pontífice, estos felinos no eran simples mascotas, sino que representaban una amenaza espiritual: el Mal en forma animal».

Gatolicismo se presenta como “el Evangelio felino”. La estructura del libro toma elementos centrales de las religiones organizadas y los resignifica en clave felina. El texto desarrolla los “diez mandamientos” y una lista de “pecados” infaltables para quien aspire a ser un verdadero devoto de los gatos. Estos preceptos, inspirados en las reglas de convivencia y amor hacia los animales, incluyen normas sobre el respeto, el cuidado y la observación atenta de sus hábitos naturales.

“Para cada uno de nosotros -dice la autora- existe algo en lo que creemos. Una energía, magia, amor, un sentido que nos mueve y que invocamos cuando necesitamos asistencia en nuestra vida. Las brujas lo llamaban hechizos mientras que los cristianos lo llamaron rezar. Quienes se perciben espirituales lo denominan manifestar mientras que los científicos lo llaman física cuántica. Nosotros simplemente lo llamamos gatos.”

Qué quiero leer: “La reinvención del amor”; de Joaquín Linne

Cómo es enamorarse, tener sexo, tener mascotas, cuándo lo más excitante parece venir de un aparatito siempre listo para encenderse. Esa es la promesa de La reinvención del amor.

Hay algo, dice Linne, que es sociólogo, en la minuciosidad con que se busca el perfil adecuado antes de hacer contacto. Y, por tanto, algo de venta en la manera de describirse.

¿Se puede llegar a través de un aviso al amor, al amor-amor, al amor que primero es fuego y hormona y luego sillón y milanesas? Linne pone algunos ejemplos:

“Periodista y profesor (no pobre). Remonto cualquier situación (velorios, reuniones de consorcio). Busco desde una noche de diversión hasta la madre de mis hijos y todo lo que hay en el medio” (varón, 36).

Da risa, pero es un modo de presentarse.

En el prólogo, el autor lo cuenta sencillamente: “Ella es psicóloga y compartimos el interés por la astrología, el psicoanálisis y el misterio de los vínculos familiares. Rompemos el hielo con una tormenta de ideas para nuestro primer encuentro presencial: parque de diversiones, cine, museo, recital, manifestación, fiesta, ala delta, paracaidismo, bungee jumping, café, picnic, bici, tenis, ping pong, cocinar, videojuegos, paintball, sala de escape o constelación familiar.

Tras muchos rodeos, quedamos en volver a conversar para definir si será compras en el supermercado, juegos de mesa, cervecería, ida al teatro o ponernos a ordenar y tirar cosas, a lo Marie Kondo. La esencia no cambió mucho desde mis épocas de blog y pulóver de alpaca. Dos personas se conocen, toman algo, pasean por lugares comunes y se hacen la misma pregunta: ¿volveremos a encontrarnos?»

Cómo encontrarnos, cómo querernos, cómo lidiar con la soledad, cómo estar con otro sin perderse en el otro. Los viejos temas, las nuevas tecnologías, los humanos (más o menos) de siempre.

Nos vemos en dos semanas. Cualquier cosa, me contás qué estás leyendo a pkolesnicov@infobae.com