“Gracias por visibilizar esto. Adoptar salva vidas”, expresó Eduardo con la voz aún temblorosa, mientras la perrita Pita, recién rescatada de la calle sellaba su nuevo destino con un beso a su flamante compañero.
La escena, transmitida en directo por Buenas noches Familia, no solo marcó el cierre de una emisión, sino que dejó una huella imborrable en el estudio y en los hogares que seguían el programa. En ese instante, la televisión argentina fue testigo de un encuentro donde la vulnerabilidad humana y la esperanza animal se entrelazaron en un acto de generosidad mutua.
La noticia central de la noche giró en torno a Eduardo, un hombre que atraviesa un tratamiento oncológico y que, impulsado por la necesidad de compañía, acudió al programa conducido por Guido Kaczka con la intención de adoptar una mascota. Su relato, cargado de sinceridad y emoción, conmovió tanto al público como al propio conductor, quien no pudo contener las lágrimas ante la crudeza y la honestidad del testimonio. La historia de Pita comenzó lejos de los focos. Había sido hallada en estado de desnutrición, abandonada cerca de las vías del tren. El rescatista, comprometido con la causa animal, relató ante las cámaras: “Es muy difícil rescatar animales. Hoy tengo 500 más como ella con millones de historias. Pero ella llegó feliz, de la calle, desnutrida… Es optimista”.
La cifra, 500 animales rescatados, ilustra la magnitud del problema de los animales sin hogar y la dedicación de quienes luchan por revertirlo. El momento más intenso de la noche se produjo cuando Eduardo tomó la palabra. Con la voz entrecortada, compartió: “Estoy pasando un momento… Tengo cáncer. Dos operaciones encima y ahora estoy en quimioterapia. Me hace falta una compañía”. La sinceridad de sus palabras generó un silencio respetuoso en el estudio. Luego, añadió: “Siempre tuve perros. Tuve caniche, ovejero alemán, una pitbull hermosa. Pero ahora estoy acá, firme, bancándola con la ayuda de mi familia”.
La referencia a su historia personal y a la importancia de sus seres queridos en su proceso de recuperación aportó una dimensión aun más humana al relato. La reacción de Guido no tardó en llegar. Visiblemente afectado, confesó: “Yo siento que no estoy haciendo, me están haciendo… De verdad lo digo, lo hablo con mi mujer. No sé si suena a cuento, pero me pasa”.
La empatía del conductor, sumada a la emoción colectiva, reforzó el mensaje de la noche: la adopción de animales no solo transforma la vida de los rescatados, sino también la de quienes los reciben. El desenlace fue tan sencillo como poderoso. Pita, la perrita que había sobrevivido al abandono, encontró un hogar y una nueva oportunidad junto a Eduardo. El gesto, celebrado por todos los presentes, fue acompañado por el agradecimiento del rescatista, quien subrayó la importancia de la adopción responsable y la visibilización de estas historias en medios masivos como El Trece.
La emisión de Buenas noches Familia demostró, una vez más, el impacto que puede tener la televisión cuando se convierte en plataforma para causas sociales y personales. La historia de Eduardo y Pita se sumó a otras vividas en el programa, donde la solidaridad y la empatía se transforman en acciones concretas.
A partir de agosto, el ciclo de entretenimiento conducido por Guido Kaczka ocupará el espacio de las 14:45, que quedará libre tras la salida de Viviana Canosa.
El ciclo Los 8 escalones había dejado de emitirse cuando la llegada de Mario Pergolini al horario central y el reacomodamiento de Darío Barassi desplazaron su espacio habitual.