Una escena insólita y a la vez tierna se volvió viral en TikTok. Una joven llamada María Sol, conocida en la plataforma como @soymessii, publicó un video en el que expone la divertida confusión de su madre al recibir un contenido generado con inteligencia artificial.

Todo comenzó con un mensaje de WhatsApp: su madre le escribió sorprendida para mostrarle un video que, según ella, era “impresionante”. Lo que acompañaba el mensaje era un clip en el que se ve a un perro levantando pesas con una barra olímpica, como si se tratara de un atleta profesional en la vida real.

La reacción de la joven fue tan espontánea como viral: “Chicos, ya no sé cómo explicarle a mi mamá”, dijo en tono resignado. La publicación no tardó en captar la atención de los usuarios y en pocas horas superó las 650.000 reproducciones y sumó más de 63.000 “me gusta”.

El clip viral muestra cómo las generaciones mayores aún se sorprenden con las creaciones de IA, creyendo que escenas imposibles son reales (TikTok)

El video disparó una ola de comentarios de usuarios que se sintieron identificados con la situación. “Es falso, las olimpiadas para perros inician el siguiente año”, “Yo no me burló desde que me creí la del canguro de apoyo”, “Poco se habla de la fuerza que tiene el perro” y “Sean amables con sus mamás, que esta también es su primera vez viviendo, explíquenle siempre con amor por favor”, son algunos de los mensajes.

Las creaciones visuales generadas por inteligencia artificial se vuelven cada vez más realistas, lo que explica que muchas personas no logren diferenciarlas de contenidos auténticos. Lo que antes parecía exclusivamente parte del cine de ciencia ficción, ahora circula a diario por redes sociales y servicios de mensajería.

Casos como el de María Sol y su madre muestran cómo la inteligencia artificial avanza a un ritmo que muchas veces supera la capacidad de adaptación de los usuarios, especialmente de generaciones que no crecieron con acceso a estas tecnologías.

Aunque el video se compartió en tono de humor, el episodio también expone una brecha creciente: la que separa a quienes comprenden los códigos y lenguajes digitales de quienes aún no se familiarizan con ellos.