El explorador británico fue rescatado tras desaparecer en busca de la tribu Yaifo, una de las más aisladas del mundo (@benedictallen)

Desaparecer en uno de los rincones más inaccesibles del planeta y volver tras tres semanas de incertidumbre no es una escena de ficción, sino la odisea real vivida por Benedict Allen, un explorador británico que decidió poner a prueba sus límites y volver al corazón de Papúa Nueva Guinea en busca de la esquiva tribu Yaifo.

Según reseñó The Guardian, su rastro se esfumó en la selva durante días largos y opresivos, mientras su familia y autoridades británicas desplegaban todos los recursos para encontrarlo. Allen, finalmente, regresó al mundo exterior con el cuerpo golpeado por la malaria y el dengue.

La última aventura de Allen comenzó con una meta clara: visitar por segunda vez a los Yaifo, un pueblo entre los más remotos y aislados del mundo, con apenas contacto externo y una lengua propia. Según detalló BBC, tres décadas antes, el explorador oriundo de Londres había vivido un primer encuentro marcado por la tensión y el asombro: fue recibido con un despliegue intimidante de danzas tribales, arcos y flechas. Ningún imprevisto lo detuvo esta vez: ya acostumbrado a situaciones extremas, Allen viajó solo desde su casa en Twickenham dispuesto a reencontrarse con una cultura que le había dejado una huella imborrable.

Papúa Nueva Guinea mantiene rincones donde la cobertura de telefonía móvil no existe y los mapas solo ofrecen pistas vagas. El viaje no solo implicaba superar barreras geográficas y naturales, sino adentrarse en una región con caminos invisibles, aldeas dispersas y comunidades en medio de conflictos.

La odisea de Allen movilizó a su familia y autoridades británicas, que coordinaron un operativo internacional de búsqueda (@benedictallen)

Allen se sumergió en la selva y desapareció sin aviso. Su hermana y su familia, atentos al más mínimo mensaje, empezaron a alarmarse cuando no regresó en el plazo previsto ni tomó el vuelo que debía sacarlo de ese territorio hacia Hong Kong. La inquietud familiar creció hasta llegar a las autoridades británicas, que se movilizaron en coordinación con las fuerzas locales para organizar la búsqueda.

“Para cualquiera son muy emocionantes las expediciones y todas las cosas que hace, pero para su hermana y su esposa son más bien una preocupación. Es horrible”, dijo a BBC Radio 4 Katie Pestille, hermana mayor de Allen.

Durante los días que permaneció incomunicado, Allen sorteó dificultades que solo una experiencia extrema revela. En una carta posterior, relató que comunidades locales lo acogieron con hospitalidad y amabilidad. Sin embargo, los peligros nunca se alejaron del todo: estallaron enfrentamientos violentos entre aldeas vecinas. Esto bloqueó su salida hacia zonas seguras.

Aislado, sin posibilidad de pedir ayuda, Allen contrajo malaria y también fiebre del dengue. La debilidad avanzó y, con cada día perdido en la selva, crecía la preocupación de sus seres queridos y de quienes seguían la noticia.

El rescate incluyó también a una mujer local enferma de malaria y a su esposo, trasladados junto a Allen en helicóptero (@benedictallen)

El rescate se activó cuando Allen logró acercarse a una pista de aterrizaje y pedir auxilio. Un helicóptero gestionado por un medio británico se internó en la densa vegetación y, tras días de incertidumbre, lo recuperó. Allen salió debilitado, desorientado y visiblemente afectado por las enfermedades, pero a salvo. Junto a él, el equipo de rescate trasladó también a una mujer local, Eka, enferma de malaria, y a su esposo Peter.

Allen dedicó sus primeras palabras públicas no a hablar de hazañas o gestos heroicos, sino a agradecer el apoyo recibido y a corregir algunas ideas erróneas que la prensa internacional difundió sobre Papúa Nueva Guinea. Defendió la hospitalidad de sus anfitriones y negó estereotipos, como el de “tierra de caníbales” o “cazadores de cabezas”.

En su sitio web personal, Allen enfatizó la importancia de dejarse transformar por los lugares visitados y no imponer visiones externas sobre comunidades que sobrevivieron siglos con sus propias reglas. “No pedí ser rescatado, pero cuando apareció la oportunidad la acepté, sobre todo por mi esposa y mi familia”, escribió. Se mostró crítico con los relatos sensacionalistas sobre su expedición, describiéndolos como “tristemente mal informados”.

Durante su travesía, Allen destacó la hospitalidad de las comunidades locales y criticó los estereotipos sobre Papúa Nueva Guinea (@benedictallen)

La aventura del explorador británico se transformó en noticia global, pero detrás del rescate y el retorno subyace la pregunta esencial: ¿cuánto estamos dispuestos a arriesgar para recuperar un vínculo, una memoria o simplemente para entender mejor los confines humanos? Allen regresó, frágil y agradecido, a un mundo que ya dudaba de poder volver a verlo con vida.