Desde las 03:00 a.m., el guardián de la Santa Sede comienza con sus tareas. En sus manos lleva 2.797 llaves que abren las puertas de todo el Vaticano. Gianni Crea trabaja desde hace más de veinte años como amo de llaves en el Estado Pontificio. Junto a su equipo abre y cierra cerca de 300 puertas cada día. En total, recorre alrededor de 7,4 kilómetros diarios mientras desempeña su oficio.
“Soy el guardián de las llaves, el principal guardián de las llaves, pero sigo siendo un portero que abre un museo”, dijo Crea en una entrevista con National Geographic en 2018. El católico devoto explicó que abre las puertas “de la historia del arte y la historia de la cristiandad, y es la historia más grande y hermosa que existe en el mundo”.
Crea lleva más de dos décadas en este trabajo, luego de abandonar sus estudios de abogacía. Nació en Roma y se crió en Melito di Porto Salvo, en Reggio Calabria. Volvió a la capital para estudiar Derecho, pero comenzó a trabajar como cuidador en la Basílica de San Pedro. Un día descubrió un cuadro en los Museos Vaticanos. La obra lo deslumbró, y desde ese entonces supo que no sería abogado.
“Desde el momento en que sostengo estas llaves, desgastadas por el paso del tiempo, me hago responsable de algo más que de mí mismo”, aseguró.
Sus jornadas comienzan a las 03:00 a.m., hora en la que se levanta para abrir el enorme portón de madera del Vaticano. Junto a él trabaja un equipo de diez personas: cinco por la mañana y cinco por la tarde, quienes se encargan de abrir y cerrar las 300 puertas cada día. Entre ellas, los museos que reciben hasta 28.000 visitantes diarios.
“Sé que el aroma que me esperará cuando abra la primera puerta es el aroma de la historia, el aroma que han inhalado muchos hombres antes que nosotros. Son los mismos terrenos que han recorrido, amado y llorado”, manifestó.
Según detalló, todos los días comienza su labor con la apertura de la puerta número 1, el portón central de los Museos Vaticanos, la famosa Puerta de Santa Ana. Cada puerta tiene un número y un tratamiento especial.
Íntimo, el guardián del Vaticano explicó que las llaves son guardadas en un búnker climatizado, en el Patio de la Piña. Esto se debe a que tienen cientos de años y es necesario evitar que se oxiden.
Para Crea, el lugar más especial del Vaticano es la terraza del Nicchione, situada sobre los Museos Egipcios y cerrada al público. Sube todos los días en ascensor y abre la puerta. Allí ve el amanecer sobre Roma desde lo alto.
Pero hay una llave que abre las puertas del paraíso. Se trata de la que da acceso a la Capilla Sixtina. Se guarda dentro de una caja fuerte y no tiene número. Cada día se realiza una ceremonia con ella. Antes de ser guardada nuevamente, es colocada dentro de un sobre lacrado por la dirección de los Museos Vaticanos.
Cada madrugada se abre la caja fuerte, se rompe el sobre lacrado y se extrae la llave, siempre en presencia de Crea y de dos empleados encargados de certificar la tarea. La llave tiene dos réplicas, también guardadas en la caja fuerte. “Yo soy el privilegiado que todos los días entra primero a ese lugar”, expresó.
Más allá de conocer cada llave de memoria, Crea explicó que existe un libro donde están registradas las 2.797 llaves. Cada una de esas llaves abre una puerta concreta, pero juntas —en las manos de Crea— son el mapa silencioso de una ciudad que nunca duerme, un santuario de piedra que respira siglos.