Una nueva fábrica de iPhone en un rincón apartado de la India parece una nave espacial de otro planeta. Foxconn, la empresa taiwanesa que ensambla para Apple la mayoría de los iPhones del mundo, ha aterrizado entre las rocas y los campos de mijo de Devanahalli.
Los impecables edificios que se alzan en el terreno de 121 hectáreas, operativos pero aun en crecimiento, son la prueba clara de una inversión estimada en 2500 millones de dólares.
Esto es lo que el presidente Donald Trump quiere que Apple haga en Estados Unidos. Lo que está ocurriendo en esta parte de India demuestra tanto por qué suena atractivo como por qué probablemente no ocurrirá sin un apoyo financiero sostenido del gobierno para reactivar la fabricación estadounidense y la formación para ampliar la reserva de trabajadores cualificados en las fábricas.
En India, Apple está redoblando una apuesta que hizo tras el inicio de la pandemia de la covid y antes de la reelección de Trump. Muchos países, empezando por Estados Unidos, estaban ansiosos por reducir su dependencia de las fábricas de China. Apple, profundamente dependiente de la producción china, no tardó en actuar.
De casi un quinto a casi un tercio de los iPhone
Los analistas de Counterpoint Research calcularon que India había satisfecho el 18 por ciento de la demanda mundial de iPhones a principios de este año, dos años después de que Foxconn empezara a fabricar iPhones en India. Para finales de 2025, con la planta de Devanahalli plenamente operativa, se espera que Foxconn ensamble entre el 25 y el 30 por ciento de los iPhones en India.
Esta nueva fábrica es la mayor de las varias que fabrican productos Apple en India. Su estructura completa aún se está levantando del polvo rojo. Las grúas trabajan sobre los esqueletos de los dormitorios de gran altura para las trabajadoras. Pero ya trabajan unas 8000 personas en dos plantas de la fábrica. Pronto deberían ser 40.000.
Los efectos en la región son transformadores. Es un momento de grandes oportunidades para los buscadores de empleo y los propietarios de terrenos. Y el tipo de cadena de suministro de pequeñas industrias que alimenta las ciudades-fábrica de Apple en China se está fusionando en el corazón de India. Las empresas están vendiendo a Foxconn los bienes y servicios que necesita para fabricar iPhones, incluidas piezas diminutas, equipos para la cadena de montaje y contratación de trabajadores.
Algunas de las empresas son indias; otras son taiwanesas, surcoreanas o estadounidenses. Algunas ya estaban en la zona, mientras que otras se instalan en India por primera vez.
Los cambios impulsados por Foxconn se están extendiendo por Bengaluru, una ciudad de ocho millones de habitantes que tuvo sus comienzos en el siglo XX como sede de los primeros centros aeroespaciales de India. Pero su base manufacturera fue dejada de lado, primero por los centros de llamadas y luego por trabajos más llamativos en el diseño de microchips y la subcontratación de servicios profesionales. Volver a la fábrica, como están haciendo en Devanahalli, es lo que Trump quiere que hagan los trabajadores estadounidenses.
Ver los cambios que se están produciendo aquí es comprender el atractivo de recuperar la fabricación. Los salarios están aumentando entre un 10 y un 15 por ciento en la planta de Foxconn. Las empresas están cerrando discretamente acuerdos para suministrar a Foxconn y a otros contratistas de Apple.
Una fábrica que elabora piezas de plástico para cajeros automáticos recibió a un equipo de Foxconn para una visita. Una fundición que hace maquinaria para hilar esperaba realizar pronto las piezas metálicas que Foxconn podría necesitar en su nueva fábrica.
Ni Foxconn ni Apple respondieron a las peticiones de comentarios sobre sus operaciones en India.
India lleva mucho tiempo trabajando para conseguir un avance como éste. Su primer primer ministro, Jawaharlal Nehru, llamó a las presas hidroeléctricas, las plantas siderúrgicas y los institutos de investigación los “templos de la India moderna”. En 2015, el primer ministro Narendra Modi anunció una política de “Fabricar en la India”. Desde 2020, su gobierno ha destinado 26.000 millones de dólares a subvencionar objetivos estratégicos de fabricación.
La razón más urgente de India para desarrollar la industria es crear puestos de trabajo. A diferencia de Estados Unidos, no tiene suficientes: ni en servicios, ni en fabricación, ni en ninguna otra cosa. Casi la mitad de sus trabajadores se dedican a la agricultura. Con la población de la India llegando a su máximo, necesita unos 10 millones de nuevos puestos de trabajo al año solo para mantener el ritmo.
También quiere alcanzar el tipo de poder financiero y autonomía tecnológica que encontró China cuando se convirtió en la fábrica del mundo.
Un problema es que las fábricas de electrónica de India siguen importando los más valiosos de los 1000 componentes que entran en un iPhone acabado, como chips y módulos de cámara. Los escépticos menosprecian el éxito de India con el montaje final de los iPhones calificándolo de “trabajo de destornillador”, quejándose de que muy poco del valor de los dispositivos se fabrica en India.
Pero el gobierno, mediante subvenciones, está convenciendo a empresas como Apple para que se abastezcan localmente de más piezas. Ya está obteniendo carcasas, cristales especializados y pinturas de empresas indias. El gobierno indio exige a Apple, que abrió sus primeras tiendas indias hace dos años, que el 30 por ciento del valor de sus productos proceda de India para 2028.
Indo-MIM, una empresa india con un jefe nacido en Estados Unidos, es de las que contribuyen al vecindario que se está formando en torno a la producción de Apple y también se benefician de él. En una planta cerca de Devanahalli, en el sur del estado de Karnataka, los ingenieros de Indo-MIM realizan moldes por inyección de metal para cientos de empresas de todo el mundo. Fabrica piezas para aviones, artículos de lujo, dispositivos médicos y mucho más.
La empresa ya está fabricando plantillas o soportes para su uso en la planta de Foxconn. Además, una “masa crítica” de empresas especializadas se traduce en que Indo-MIM ya no necesita elaborar muchas de las herramientas que utiliza para fabricar sus productos, dijo Krishna Chivukula, su director ejecutivo.
“No quieres tener que fabricarlo todo tú solo”, dijo, y añadió que eso significa que Indo-MIM puede concentrarse en lo que mejor sabe hacer.
Chivukula dijo que la mano de obra hacía de Devanahalli un terreno fértil para las fábricas. “La gente de aquí tiene mucha hambre”, dijo. “Buscan oportunidades, y encima millones de ellos son ingenieros”.
Aun así, a pesar del excedente de ingenieros, las empresas están trayendo talentos de Asia Oriental. Prachir Singh, analista de Counterpoint, dijo que se habían tardado 15 años en averiguar qué funcionaría en China y cinco en importar mucho de eso a India.
Centum es un fabricante por contrato de origen indio, como Foxconn lo es para Apple. Centum fabrica placas de circuitos que van en productos como misiles aire-aire, carretillas elevadoras y escáneres de fertilidad. Nikhil Mallavarapu, su director ejecutivo, dijo que la empresa estaba en conversaciones para personalizar el equipo de pruebas de la fábrica de Foxconn.
Los ingenieros y otros profesionales recién contratados están llegando a raudales a la zona. Muchos se han trasladado cientos de kilómetros, mientras que otros deben desplazarse horas al día para llegar al trabajo. Algunos se levantan a las 3:30 a.m. para hacer el turno de las 8 a.m.
Pero la India está repleta de gente. A cinco minutos a pie, un pueblo llamado Doddagollahalli tiene el mismo aspecto que antes de que Foxconn llegara. Casi todas las casas agrupadas en torno a una arboleda sagrada pertenecen a familias de agricultores que cultivan mijo, uvas y verduras.
Algunos aldeanos alquilan habitaciones a los trabajadores de Foxconn. Muchos más están intentando vender sus tierras. Pero Sneha, que solo tiene un nombre, ha encontrado trabajo en el turno de día de la fábrica de Foxconn. Tiene una maestría en matemáticas. Puede ir caminando a casa a comer todos los días, con un cordón corporativo colgado del cuello.
Son personas como Sneha, y los miles de sus nuevos compañeros que se amontonan en su ancestral lugar, quienes hacen posible las ambiciones de Foxconn para India. Trump quiere revivir las fortunas de las ciudades fabriles estadounidenses rezagadas, pero no hay una fuente de jóvenes licenciados cualificados.
Josh Foulger ha contratado a muchos trabajadores indios motivados como Sneha. Dirige la división de electrónica de Zetwerk, un fabricante indio por contrato con fábricas en Devanahalli que se ve a sí mismo como un competidor menor de Foxconn. Dijo que recibía habitualmente 700 solicitudes de empleo al año de escuelas tecnológicas locales. Es una cuestión de escala: solo el estado de Karnataka, señaló, tiene una población la mitad de grande que la de Vietnam.
Todos los “estados de la India están muy interesados en conseguir fábricas”, dijo Foulger, quien creció en el sur de la India y estableció su hogar en Texas antes de volver a la India, donde se instaló para Foxconn. En India hay puestos de trabajo para ingenieros y directivos, y para todos los escalafones. “La industria manufacturera hace un trabajo muy democrático” para satisfacer la demanda de buenos empleos, dijo.