La Organización de Estados Americanos (OEA), el organismo regional más importante de las Américas creado con el objetivo de “ser un foro político para el mantenimiento de la paz y seguridad y la promoción y defensa de la democracia y los derechos humanos”, afronta la crisis existencial de cumplir sus objetivos y principios en defensa de la democracia y los derechos humanos o desaparecer.
La Organización de Estados Americanos (OEA) se creó el 30 de abril de 1948 con “los propósitos esenciales de afianzar la paz y la seguridad del Continente, promover y consolidar la democracia, promover los derechos humanos, apoyar el desarrollo social y económico favoreciendo el crecimiento sostenible en América”. El 11 de septiembre de 2001 aprobó la Carta Democrática Interamericana estableciendo que “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”.
La Primera Cumbre de las Américas de 1994 marcó el inicio de un período de optimismo y eficiencia de la OEA que llevó a la firma de la Carta Democrática Interamericana el 11 de septiembre de 2001, el mismo día que EEUU era atacado por el terrorismo en su territorio. En la década de los 90 del siglo pasado, todos los gobiernos de las Américas eran democráticos, excepto Cuba cuyo régimen se extinguía en su “periodo especial”.
La llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en 1999 marcó el inmediato auxilio y recuperación de la dictadura de Cuba, dando lugar al grupo liderado por Chávez e integrado por Fidel Castro y Luis Inácio Lula da Silva. La paradoja del 11 de septiembre de 2001 para la democracia en las Américas, es que mientras se aprobaba la Carta Democrática Interamericana con la visión de que el Hemisferio sería completa y sostenidamente democrático, se producía el ataque terrorista contra EEUU que cambiaría su política exterior con concentración en las guerras contra el terrorismo y la retirada progresiva de Latinoamérica.
Lo siguiente fue, que mientras se organizaba un bloque antidemocrático sin precedentes con Hugo Chávez como capitalista con el petróleo de Venezuela, Fidel Castro con el saber hacer dictatorial/criminal y Lula como operador político/sindical, la consistencia democrática se desarticulaba.
La desestabilización promovida por el grupo Chávez-Castro-Lula operó en la OEA para sacar a Miguel Ángel Rodríguez, el ex presidente de Costa Rica, que a las dos semanas de haber sido elegido Secretario General, forzando su renuncia por una acusación de corrupción de la que luego fue exonerado. El efecto fueron nuevas elecciones en la OEA a las que el grupo del socialismo del siglo 21 frenó con 5 empates entre el mexicano Luis Ernesto Derbez y su candidato José Miguel Insulza.
Chávez-Castro y Lula habían conseguido 17 de los 34 votos para promover a Insulza con el control de votos de países del Caribe mediante “acuerdos de suministro de petróleo” convertido en “Petrocaribe”, un sistema de intercambio de votos en organismos internacionales como la OEA a cambio de petróleo…soborno bajo rótulo de cooperación y antimperialismo. Así llegó la Secretaría General Insulza y en sus 10 años de gestión 2005-2015 ignorando todos los principios y normas de la OEA sostuvo y protegió la expansión de las dictaduras.
Con Luis Almagro como Secretario General la OEA recuperó la aplicación de sus principios y designó abiertamente como dictaduras a Cuba, Venezuela y Nicaragua, con silencio sobre Bolivia. Hubo acciones a favor de la democracia y de señalamiento a las dictaduras, se operaron algunos cambios en integrantes de la CIDH penetrada por operadores del socialismo del siglo 21, pero las dictaduras siguen.
La OEA es el reflejo de la política exterior de sus estados miembros, de los que dictaduras y gobiernos para dictatoriales operan con los votos de países del Caribe para lograr mayorías y sostener dictaduras, violaciones a derechos humanos e impunidad. Esos votos y esa política exterior no tiene nada que ver con los principios e intereses de los países representados, pero sí con la influencia de las dictaduras de la región y de dictaduras extracontinentales como China, Irán y Rusia.
Esta es la realidad objetiva que ha puesto sobre la mesa EEUU por medio del Vice Secretario de Estado Christian Landau en la reciente Asamblea General de la OEA expresando: “Si esta organización no está dispuesta o no puede responder o remediar esta situación donde un régimen desafía abiertamente las normas internacionales y amenaza la integridad territorial de su país vecino, entonces debemos preguntarnos cuál es el propósito de la organización”….“la amistad es una calle de doble sentido”….“es hora que la OEA muestre resultados”….“nos gustaría que esta organización fuera parte de la solución no del problema..”
Álea iacta est (la suerte está echada), o la OEA defiende la democracia o desaparece junto con las dictaduras a las que sostiene.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy
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