La visita de técnicos del Fondo Monetario a Buenos Aires, marcada por una extensa ronda de reuniones con los funcionarios del equipo económico para revisar las primeras metas del acuerdo, ocurrió en medio de una renovada discusión sobre el nivel de tipo de cambio real y la marcada salida de divisas por turismo, un dato que encendió algunas alarmas en la última semana a partir del informe de la balanza de pagos externa presentado por el Indec.
Como contexto, el déficit de cuenta corriente en el primer trimestre del año fue casi el doble a lo que esperaba el staff del organismo para todo el año. La proyección oficial de desequilibrio externo quintuplica a la estimación de Washington. La pregunta sobre qué tan sostenible es el esquema cambiario con esos elementos en análisis, incluso con el sostenido superávit fiscal y disciplina monetaria, volvió a esta bajo examen.
El equipo económico defendió el esquema de flotación y aseguró que no intervino en la cotización oficial de contado, aunque el Banco Central negoció contratos de dólar futuro en mayo por USD 1.500 millones, una decisión que fue interpretada por analistas de mercado como prueba de que el Poder Ejecutivo buscaría sostener la pax cambiaria.
En los últimos días los dos vices del equipo económico (José Luis Daza de Economía y Vladimir Werning del BCRA) participaron de distintos eventos con empresarios e inversores y abordaron esta cuestión.
El déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos fue para el primer trimestre del año casi el doble a lo que esperaba el staff del organismo para todo el año
El Gobierno considera que el déficit de cuenta corriente y la dinámica de acumulación de reservas no representan una amenaza para la consistencia del programa económico. En relación con el resultado externo, entiende que un déficit moderado es compatible con una economía que comienza a crecer tras un proceso de estabilización fiscal.
Según su visión, un país en etapa de expansión y que estuvo previamente descapitalizado necesita aumentar la inversión, lo que implica, en el corto plazo, importar más de lo que exporta. Así, un déficit de cuenta corriente cercano al 2% del PBI, en un contexto de crecimiento en torno a 6%, se presenta como esperable y razonable.
Desde el Poder Ejecutivo explican que la diferencia entre ingresos y gastos externos refleja también una brecha entre el ahorro interno -en particular el del sector público, que viene de un proceso de desahorro- y la inversión, que en el primer trimestre del año mostró un incremento relevante. Atribuyen este resultado no a un desequilibrio estructural sino a una transición propia de un país que busca recuperar capital productivo.
Según datos oficiales difundidos por el Indec el miércoles, el déficit de cuenta corriente durante el primer trimestre de 2025 fue de USD 5.191 millones, lo que representa el mayor rojo trimestral desde el tercer trimestre de 2018. Este saldo negativo fue impulsado principalmente por el incremento de las importaciones, que aumentaron 20% interanual, y por el giro de utilidades, intereses y otros pagos relacionados con servicios al exterior.
En contrapartida, las exportaciones crecieron solo 7%, afectadas por precios internacionales más bajos y una moderación en el comercio global, por las expectativas de salto cambiario luego del acuerdo con el FMI que se firmó en abril, pero no ocurrió.
Economía entiende que un déficit moderado es compatible con una economía que comienza a crecer tras un proceso de estabilización fiscal
El déficit de la cuenta de servicios ascendió a USD 4.502 millones. Dentro de esta categoría, viajes al exterior registraron una salida neta de divisas de USD 3.464 millones, un nivel récord histórico, según datos del Indec.
El aumento de los gastos de argentinos fuera del país coincidió con la caída del tipo de cambio real, en el contexto del esquema de “crawling peg” del 1% mensual en el primer trimestre.
El saldo de divisas cobra relevancia porque el déficit de cuenta corriente intenta ser compensado por del Gobierno con mayores ingresos en la cuenta financiera. Es decir la entrada de dólares que, en el segundo trimestre, se reactivó por el desembolso inicial del FMI por USD 12.000 millones y el debut de los Bontes 2030 que incorporaron divisas al Tesoro.
La cuenta corriente es observada de cerca por el FMI. “Se proyecta que la balanza por cuenta corriente externa pase de un superávit del 1% del PBI a un ligero déficit este año, lo que refleja unas condiciones de intercambio menos favorables y una recuperación cíclica de la demanda interna”, estimó elstaff. El desequilibrio para todo el 2025 era de USD 2.700 millones. Solo en el primer trimestre, ese valor fue ampliamente superado.
En cuanto al nivel de reservas, las autoridades monetarias sopstienen que el Banco Central “no necesita usarlas” para sostener el tipo de cambio, ya que este opera bajo un régimen de flotación y no está intervenido. Sin embargo, en el mercado, la negociación de USD 1.500 millones de contratos de futuros fue interpretada como una maniobra para contener la cotización en la plaza de contado.
En mayo el ente monetario aumentó en más de USD 1.500 millones su posición de futuros de dólar. El total acumulado en operaciones abiertas cerró ese mes con un saldo vendedor de USD 1.946 millones, según la consultora Romano Group en base a datos publicados por el Banco Central de la República Argentina. Esto representó un salto de USD 1.541 millones respecto a abril, cuando el saldo negativo era de unos USD 400 millones.
En el equipo económico explican que el país sostiene la flotación de su moneda en un contexto internacional volátil y que la evolución del tipo de cambio es consistente con la oferta y la demanda del mercado.
Consideran que la meta de acumulación de reservas no debe interpretarse de forma estrictamente cuantitativa, ya que lo relevante es “el acceso sostenible a divisas”.
Pese a haber recibido desembolsos por parte del Fondo Monetario Internacional, no se recurrió a esas divisas para intervenir en el mercado oficial
Destacan que, pese a haber recibido desembolsos por parte del Fondo Monetario Internacional, no se recurrió a esas divisas para intervenir en el mercado oficial, y que incluso se sumaron recursos a través de préstamos Repo y colocaciones de deuda local, como el Bonte.
No obstante, la posición de reservas netas del Banco Central volvió a mostrar presión. Hacia finales de junio, se estimó que las reservas netas -descontando los pasivos con organismos y bancos- habían caído hasta menos USD 2.300 millones, frente a un piso negativo USD 1.700 millones a fines de mayo. Esta caída coincidió con el fin de la temporada alta de liquidación del agro y con un aumento de pagos de deuda en moneda extranjera, tanto del Tesoro como del propio BCRA.
Para julio y agosto, el Gobierno debe afrontar vencimientos relevantes por más de USD 4.300 millones, entre pagos a bonistas y otros compromisos financieros.