República Democrática del Congo. Personas desplazadas internamente regresan a Plain Savo. Créditos ACNUR - Hélène Caux

Cada año, el 20 de junio, el mundo se une para conmemorar el Día del Refugiado, una fecha que nos invita a reflexionar sobre las esperanzas y dificultades, los sueños rotos y las contribuciones de millones de personas que han sido forzadas a abandonar sus hogares.

Según el Informe anual sobre Tendencias Globales del ACNUR publicado el pasado 12 de junio, a finales de abril había 122,1 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo. Es la primera vez en diez años que este número desciende ligeramente, pero ello no puede ser motivo de celebración ni de complacencia: se trata de una cifra que sigue siendo escandalosamente alta.

Detrás de cada estadística hay una historia. Personas que un día tuvieron que dejar un hogar, un trabajo, un barrio, una comunidad, y que lo perdieron todo por causas ajenas a su voluntad. Son la cara más visible de un drama de profundidades insondables y, al mismo tiempo, un ejemplo de resiliencia en un mundo que se les ha vuelto hostil. Las personas refugiadas lo han perdido todo, pero llevan consigo talento, conocimiento, experiencia, y un coraje a prueba de todo. Su presencia en las comunidades aporta valor, diversidad cultural y hasta dinamismo económico a los países que las acogen.

Las personas refugiadas y migrantes han sido un motor clave para la economía argentina, especialmente frente a desafíos como el envejecimiento poblacional y la informalidad laboral. El propio Banco Mundial ha destacado los beneficios significativos que trae aparejados su integración laboral. La comunidad venezolana, en particular, ha aportado capital humano calificado con profesionales como médicos, ingenieros y técnicos que cubren vacantes en sectores críticos, impulsando actividades como el comercio, la gastronomía y los servicios personales. Su alta participación laboral contribuye al consumo, la recaudación fiscal y la demanda de bienes y servicios. Lejos de ser una carga, su inclusión adecuada puede tener efectos multiplicadores en la economía.

Colombia. Los venezolanos arriesgan la vida y la integridad para buscar ayuda. Créditos ACNUR - Vincent Tremeau

Con políticas públicas que faciliten el acceso al empleo formal, servicios financieros y protección social, las personas desplazadas por la fuerza pueden fortalecer el desarrollo sostenible, enriquecer el tejido social y aportar con su trabajo, creatividad y resiliencia al crecimiento nacional. Según un reporte del Fondo Monetario Internacional, la integración de personas refugiadas y migrantes podría aumentar el PIB de los países de acogida en hasta 4.5 puntos porcentuales para 2030, especialmente cuando se facilita su inserción en el mercado laboral formal.

Mientras que el número de personas desplazadas por la fuerza casi se ha duplicado en la última década, la financiación para el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ahora se sitúa aproximadamente en el mismo nivel que en 2015, en medio de recortes brutales de la financiación humanitaria.

Esta situación crítica es insostenible, y encierra una enorme paradoja: con la agudización de las crisis humanitarias, nunca los requerimientos fueron tan grandes y los recursos destinados a atenderlos jamás fueron tan escasos. Sudán, Myanmar, Haití, Gaza, Líbano, Congo, Ucrania, Afganistán, Siria, Sahel Central, Sudán, Venezuela… a lo largo y ancho del mundo, los conflictos se multiplican.

Esta realidad tan contradictoria, lejos de paralizarnos, debe movernos a la acción concreta, la única capaz de transformar la vida de la gente. Los recortes de financiación por parte de los principales donantes están poniendo en peligro la vida de los más vulnerables. Esta reducción afecta desde la distribución de alimentos hasta la atención médica, pasando por programas de inclusión sociolaboral o el apoyo directo a las personas refugiadas en temas esenciales, como alojamiento o productos de higiene. Sin ir más lejos, en el Cono Sur estos cortes han llevado al cierre o la reducción de programas que consideramos esenciales para la protección y soluciones de las personas refugiadas. Esta falta de fondos no solo limita la capacidad de respuesta inmediata, sino que también amenaza la sostenibilidad de los programas en el largo plazo.

Por eso, en un día mundial de reflexión, reiteramos nuestro llamado a donantes, cooperantes, embajadas, agencias, empresas y personas para trabajar juntos en la integración de las personas refugiadas. Porque no basta con proteger y acoger a las personas refugiadas; también es necesario ofrecerles oportunidades para prosperar, asegurar su acceso a la educación, un empleo digno y un sentido de pertenencia. En resumen: de lo que se trata es de tender una mano para reconstruir sus vidas.

Para ello, confiamos plenamente en la solidaridad del pueblo argentino. En la empatía de su gente, en la vocación de paz que ha guiado siempre a este país que se nutrió de la llegada de personas de todos los horizontes del mundo que están en la cultura y que llegaron buscando un lugar seguro, tolerancia, libertad de opinión, religiosa o espiritual. No viene mal recordarlo en un día como hoy, donde Argentina también celebra el nacimiento de su bandera, tan respetada en el mundo entero por acoger a tantas personas que construyeron los cimientos mismos de este país.

El desplazamiento forzado es uno de los desafíos más importantes de nuestro tiempo, y todas las personas podemos y debemos hacer algo para estar a la altura de este presente. Desde el más pequeño hasta el más grande, cada gesto cuenta. ACNUR, que nació al mundo para ayudar a millones a regresar a sus hogares después de vivir en primera persona el drama de la guerra, colabora hace 75 años con gobiernos, organizaciones no gubernamentales y personas de la sociedad civil para aliviar las heridas abiertas que tratamos de ayudar a cicatrizar con paciencia y empatía.

En el pasado, estuvimos. Miles de personas pueden dar testimonio de ello. Y aún en este presente de enormes dificultades, y gracias a la ayuda generosa de diversos donantes, empresas, y miles de personas que mes a mes colaboran con la causa de las personas refugiadas, aquí estamos. Este 20 de junio reafirmamos nuestro compromiso: hoy, mañana y siempre seguiremos estando junto a las personas refugiadas. Allí nos encontrarán siempre. Las personas que quieran enviar ayuda, sumarse y colaborar pueden hacerlo en FUNDACIONACNUR.ORG/DONA

*Claudia Rodríguez Sirtori es Representante a.i. de la Oficina Regional de ACNUR para el Sur de América Latina