El 24 de diciembre de 2019, mientras en muchos hogares estadounidenses se servía pavo y los villancicos sonaban de fondo, Kevin Bacon, un joven estilista de Swartz Creek, Michigan, subía a su auto sin saber que se dirigía hacia una trampa mortal.
Según A&E, tenía 25 años, era estudiante universitario, tenía una vida por delante y, según reportó a la justicia su compañera de casa, Michelle Myers, había salido alrededor de las 17:20 para encontrarse con alguien que había conocido a través de Grindr, una aplicación de citas popular en la comunidad LGBTQ+.
En un mensaje enviado menos de una hora después, le advirtió que no sabía cuándo volvería. Nunca lo haría.
Al día siguiente, su familia lo esperaba para el desayuno navideño. No apareció. Su padre, Karl Bacon, presentó la denuncia por desaparición y comenzó una búsqueda frenética.
Según USA Today, fue el hallazgo de su auto abandonado en un estacionamiento de Clayton Township, con su celular, billetera y una bolsa con ropa, lo que condujo a la primera pista concreta.
Las autoridades accedieron a la cuenta de Grindr de Bacon y, gracias a esa información, llegaron hasta una casa en Bennington Township. Allí vivía Mark Latunski, un hombre de 50 años con un historial psiquiátrico oscuro y una vida marcada por contradicciones.
Cuando la policía tocó su puerta el 28 de diciembre, Latunski no opuso resistencia. Dejó pasar a los agentes. En el sótano de la vivienda, escondido tras una puerta cerrada, colgaba el cuerpo desnudo y mutilado de Kevin Bacon, suspendido por los tobillos de las vigas del techo. Estaba muerto.
Según detalló el teniente David Kaiser de la policía estatal de Michigan a The Washington Post, había sido apuñalado en la nuca, degollado y, después, castrado. Latunski confesó de inmediato: no solo lo había asesinado, también había cocinado y comido parte de sus genitales.
Lo macabro de la escena contrastaba con el pasado profesional del acusado. Según A&E, Mark Latunski era químico, graduado en Iowa State University, había trabajado en Dow Chemical, donde ganó más de 100.000 dólares anuales y tenía cuatro hijos con su exesposa, Emily.
Sin embargo, ya en 2010 y 2012, según documentos judiciales citados por USA Today, había sido diagnosticado con depresión mayor con rasgos psicóticos, esquizofrenia paranoide, trastorno de adaptación con ansiedad y rasgos limítrofes de personalidad. Su historial incluía internaciones y un patrón de abandono de la medicación.
Las señales de alarma no faltaban. Solo dos meses antes del crimen, el 10 de octubre de 2019, un hombre de Nueva York llamó al 911 para denunciar que había escapado del sótano de Latunski, donde había estado encadenado. “No sé si me drogó.
“Todo lo que sé es que terminé encerrado en el maldito sótano”, dijo en la grabación, publicado en Daily Mail. Otro incidente ocurrió el 25 de noviembre: un hombre cubierto de sangre irrumpió en la casa del vecino Michael Parks gritando “¡me quiere lastimar!”.
Según relató Parks, el hombre estaba aterrado y semidesnudo, mientras Latunski lo perseguía en la calle, vestido apenas con un kilt (falda escocesa) y con la barba trenzada.
Pese a estas escenas, no hubo arrestos. Según explicó el teniente Kaiser a The Washington Post, en ambos casos las víctimas no quisieron presentar cargos formales porque consideraban que las prácticas eran consensuadas.
Esa ausencia de denuncia impidió que las autoridades avanzaran.
Según registros judiciales mencionados por USA Today, utilizó múltiples identidades en distintas instancias del proceso: se hacía llamar Wilk Olykos Vilkas o Edgar Thomas Hill, asegurando pertenecer a la nobleza galesa.
Una vez detenido, Latunski fue sometido a evaluaciones psiquiátricas. Inicialmente, se lo consideró incompetente para enfrentar un juicio. Pero, tras un período de tratamiento, fue declarado apto
Su abogado defensor, Douglas Corwin, declaró a A&E que su cliente nunca expresó remordimiento. La estrategia de defensa fue apelar a la inimputabilidad por razones de salud mental. No pretendía que quedara libre, sino que fuera confinado en un hospital psiquiátrico.
Sin embargo, Latunski terminó declarando su culpabilidad en septiembre de 2023.
La audiencia fue extensa y cargada de detalles. Durante los testimonios, según Sky News, se reveló que Latunski había considerado comprar un deshidratador para fabricar carne seca con los músculos de su víctima.
La sentencia fue cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, y un castigo adicional de 11 meses por mutilación de cadáver, según AP.
La familia de Bacon asistió a la audiencia final. Su madre, Pam, escribió una carta que fue leída ante la corte: “En tu mente enferma y retorcida, probablemente pensás que no hiciste nada malo. Este año, espero que sufras como nosotros hemos sufrido”.
Grindr, la aplicación mediante la cual se conocieron víctima y asesino, emitió un comunicado expresando su horror y compromiso con la justicia, pero no ofreció datos específicos debido a sus políticas de privacidad. Para la familia Bacon, la cooperación de la plataforma durante la investigación fue “insuficiente”.