La Frick Collection de Nueva York estrenó este miércoles la muestra Cartas de amor de Vermeer, que reúne tres cuadros del maestro holandés en los que señoras y sirvientas, retratadas en sus hogares, comparten los secretos de unas misivas aparentemente románticas.
Las nuevas protagonistas del museo recientemente reabierto son Woman writing a letter with her maid, procedente de la Galería Nacional de Dublín; The Love Letter, del Rijksmuseum de Ámsterdam, y Mistress and maid, del fondo de la Frick, que nunca antes se habían expuesto juntas.
En un primer pase para la prensa, el director del museo, Axel Rüger, analizó con ojo experto las “enigmáticas” escenas de Johannes Vermeer (Delft, 1632-1675), de quien sobreviven solo una treintena de cuadros, el más famoso de ellos La joven de la perla.
Rüger, que antes dirigió el Museo Van Gogh de Ámsterdam, señaló precisamente los pendientes de perlas que lucen las “señoras” de la casa y que representan su clase social superior, si bien las sirvientas tienen también poder como “confidentes” y guardianas de “inteligencia”.
Los “asuntos privados” entre las retratadas se daban en una época en que las mujeres “cada vez tenían más autonomía para elegir a sus compañeros de vida”, hasta entonces responsabilidad de los padres, que podían objetar a la decisión de sus hijas pero no necesariamente impedirla.
Por ejemplo, en la “carta de amor” de Países Bajos, se puede interpretar el desarrollo de la escena: la criada, con una mano en la cadera y una leve sonrisa, acaba de entregar una misiva a la dama, que deja de tocar el cistro (especie de mandolina) y levanta los ojos con cara de desconcierto.
En el cuadro procedente de Dublín, la doncella espera pacientemente, mirando a una ventana que baña de luz su piel, a que la señora sentada a la mesa acabe de escribir un texto, y un papel arrugado a sus pies sugiere que ha desechado otros.
En la obra de la Colección Frick, que además fue la última que compró en vida el magnate Henry Clay Frick, fundador del museo, la criada da una carta a su jefa, vestida con una lujosa chaqueta amarilla con bordes de pelo, y que se lleva la mano a la barbilla, preocupada.
“Llenar los espacios en blanco”
“No sabemos el contenido (de las cartas), pero es maravilloso que estos cuadros nos den la oportunidad de llenar los espacios en blanco. No nos han escrito la narrativa, pero podemos reflexionar sobre el cortejo, lo que está en juego y lo que ocurre en estas imágenes”, planteó el director.
Además, reveló que la muestra ha permitido resolver un misterio sobre la historia de los dos cuadros en préstamo, que al parecer eran muy preciados por la familia y no simplemente parte del inventario de Vermeer.
Cuando el pintor falleció a la edad de 43 años, su viuda quedó a cargo de once hijos y entregó esas dos obras al panadero de Delft para saldar deudas; ambos acordaron que ella podría comprarlos de nuevo, pero nunca los recuperó, ya que acabó en la bancarrota.
Nueva York se convierte así en un destino estrella para los entusiastas de Vermeer, pues a estos tres cuadros se suman otros dos ya expuestos en la Frick, y cinco más que tiene el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York; en total, es casi un tercio de la producción del pintor. Cartas de amor de Vermeer estará abierta al público hasta el 31 de agosto.
Fuente: EFE
[Fotos: Ángel Colmenares/EFE]