El ex presidente de Bolivia, Evo Morales, advirtió al Gobierno con más “rebelión” si continúan los operativos policiales y militares para intervenir los bloqueos que sus partidarios ejecutan desde hace doce días en varias carreteras del país. Los seguidores de Morales protestan por su inhabilitación para disputar las elecciones generales de agosto y exigen la renuncia de Luis Arce, quien enfrenta además otras movilizaciones sectoriales por la crisis económica e inflacionaria que atraviesa el país.
“Cuando él (Arce) dice que van a seguir desbloqueando con militares y policías quiere decir que va seguir habiendo muertos. Eso causa más rebelión, más reacción de los compañeros”, manifestó el ex presidente en una entrevista en la radio cocalera Kawsachun Coca, luego de que se registraran cinco fallecidos en choques entre las fuerzas del orden y los manifestantes.
El miércoles la protesta escaló en violencia cuando cuatro policías fueron muertos por herida de bala al tratar de liberar a la localidad minera de Llallagua, en el norte de Potosí, del cerco de los bloqueadores que impide el ingreso de alimentos y otros insumos básicos. También murió un campesino y hubo enfrentamientos con varios heridos en una población del departamento de Cochabamba.
Este viernes se cumplen 12 días de bloqueos en las carreteras y aunque las intervenciones policiales han sido parciales, el Gobierno de Arce anunció mano dura para despejar la totalidad de las rutas mediante operativos conjuntos entre la Policía y las Fuerzas Armadas.
El dirigente cocalero Dieter Mendoza expresó en un video difundido en redes sociales que “esto no va parar, si ustedes creen que con una represión o intervención de la Policía o Fuerzas Armadas va a calmar esto, están equivocados”, indicó el representante de la federación cocalera Mamoré-Bulo Bulo.
Este viernes por la mañana se registraron 14 puntos de bloqueo, lo que muestra una disminución en relación a la semana anterior cuando se llegaron a ejecutar 24 piquetes de forma simultánea.
Según datos del Gobierno, los piquetes han provocado pérdidas de 800 millones de dólares, en un momento en el que el país atraviesa una crisis financiera marcada por la escasez de dólares y un alza inflacionario. La falta de transitabilidad entre las principales ciudades también ha provocado desabastecimiento de algunos productos y el consecuente incremento de los precios.
Morales y sus seguidores buscan un espacio de representación en las elecciones de agosto, pese a que prácticamente las puertas están cerradas: el plazo para las inscripciones de candidatos venció, el partido con el que querían participar fue proscrito y el líder cocalero está imposibilitado de participar por sentencias judiciales que limitan el ejercicio de la Presidencia a dos mandatos y él ocupó el cargo en tres periodos, entre 2006 y 2019.
Aún en ese escenario, el evismo está en pie de protesta bajo la consigna de “sin Evo, no hay elecciones” y el Gobierno denuncia intentos de boicot a la votación. En ese marco, las autoridades electorales, los representantes de los poderes públicos y los candidatos tuvieron un encuentro este jueves en Santa Cruz de la Sierra donde cerraron filas para la continuidad de los comicios y pidieron pacificar el país “buscando el diálogo y la paz social”.
En la protesta que parece avanzar hacia un callejón sin salida, el ex presidente ha pedido una comisión internacional para investigar el origen del conflicto y anunció la resistencia. “Con bala esto no se para”, advirtió.
Las movilizaciones del evismo no son las únicas que provocan tensión en el escenario preelectoral en Bolivia. Diversos sectores sociales realizaron en las últimas semanas marchas y manifestaciones contra el Gobierno por el alza de los precios y la escasez de combustible. Arce ha descartado renunciar a la Presidencia cargo pese a los crecientes pedidos de dimisión porque “la renuncia de nadie resuelve los problemas”.
Las elecciones están convocadas para el 17 de agosto y hay diez binomios en carrera pero ninguno cuenta con el visto bueno de Morales. Sin alianzas a la vista ni sucesión pacífica en la izquierda boliviana, su militancia y fuerza política quedará fuera de las urnas por primera vez en casi 30 años.