Salen a la luz obras del Ernesto Deira más experimental y feroz, del corazón de la “Nueva Figuración”

Hace unos cuatro años, una serie emblemática de siete obras de Ernesto Deira fueron encontradas en Chile, cuando se los creía destruidas por la dictadura de Augusto Pinochet, y fueron exhibidas en el Bellas Artes. La reaparición de las piezas fue un gran momento para el arte argentino.

En estos días, otras obras del pintor argentino “de calidad museo”, de un momento crucial de su carrera, cuando formaba parte del grupo de la Otra Figuración, se presentan ante el ojo público en Formas de ser humano, en MC Galería.

A través de tres salas, el espacio de Recoleta presenta 26 piezas, 10 pinturas y 16 dibujos, algunas pocas veces vistas, de un momento especialmente experimental e intenso en la producción del artista, entre 1961 y 1966, cuando formó parte del grupo que renovó la pintura nacional y otras realizadas en los años apenas posteriores a la separación.

“Son obras que están en el corazón de esa época particularmente experimental, en el contexto del grupo de la Nueva Figuración y luego de Deira solo, súper representativas de ese período”, explicó Isabel Plante, doctora en Historia y Teoría del Arte por la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Centro Investigaciones en arte y patrimonio, Ciap- Conicet, a Infobae Cultura.

A través de tres salas, el espacio de Recoleta presenta 26 piezas, 10 pinturas y 16 dibujos

“Son muy de ese momento, de esos primeros años 60, muy feroces en su factura, muy cargadas. Uno siente que hay como una especie de batalla que se libra, que tiene lugar en la superficie de la tela, y eso es increíble, porque si bien estamos acostumbrados al arte moderno o a las distintas vanguardias, hay algo de ese forcejeo que se sigue haciendo presente”, comentó la autora del texto de sala.

La exposición se organiza en tres núcleos: dos salas principales con pinturas de gran formato y, en una tercera, los visitantes se encuentran una serie de dibujos en tinta negra sobre blanco, donde los personajes creados se despliegan en formas que oscilan entre lo precario y lo sofisticado, mostrando detalles como dientes, cabelleras, órganos y huesos, mezclados con ovillos y otras figuras que remiten a lo humano.

Plante, especialista en arte argentino de los años sesenta, sostiene en el texto de sala que “Deira pertenece a ese conjunto de artistas que practicó la pintura como una gesta, una figuración magmática de paleta agitada por rojos, azules y amarillos intensos, que salpicara el sentido común fuera del bastidor. Como si sus personajes surgieran a partir de algún proceso volcánico”.

Y agrega: “Desde 1961, con poco más de treinta años de edad, Deira fue parte de quienes renovaron la representación de lo humano por medio de esa dimensión material espesa y excedida, un sustrato que el Informalismo había hinchado de protagonismo pocos años antes”.

Dos óleos sobre tela

Las pinturas se caracterizan por una intensidad cromática notable, el uso de materia pictórica vibrante y una gestualidad que desafía los límites de la representación figurativa. En estas obras, el cuerpo humano aparece fusionado con una energía cromática casi explosiva, donde lo simbólico y lo expresivo se entrelazan en la superficie del lienzo.

Entre las obras se destacan Retrato familiar, un óleo y esmalte sobre tela de 1964, “una obra de museo”, dijo Plante, “en el sentido de que parece una especie de declaración de principios de la Nueva Figuración”.

“Si se la mira rápido, hasta puede parecerte una obra abstracta, pero si le prestás un poquito de atención hay como dos óvalos rojos, sobre un fondo azul, y lo que hay adentro son como dos parodias de retratos. Está el recurso de la imagen dentro de la imagen, como un comentario hecho desde la pintura sobre la función retratística, que no terminan de ser retratos, no hay manera de identificar a quien está, Bueno, están representados a la figuración, a la Nueva Figuración”, explicó.

“Están representados con energía, con trazos rápidos, apresurados, con una carga de óleo muy pastosa, pero a la vez cabe preguntarse por la función retratística. ¿Hasta qué punto tiene sentido o no? Como que Deira revisa un poco esa pintura de imitación de lo real y, por otra parte, no renuncia a representar lo humano de manera más general, más filosófica».

Deira (Buenos Aires, 1928 – París, 1986) orientó su formación hacia carreras tradicionales y, tras obtener el título de abogado, se volcó a la pintura bajo la guía de Leopoldo Presas y Leopoldo Torres Agüero. En 1958 realizó su primera exposición individual en la galería Rubbers de Buenos Aires. Poco después, junto a Luis Felipe Noé, Jorge de la Vega y Rómulo Macció, fundó el grupo “Otra figuración”, con el que expuso en la Galería Peuser en 1961 y, posteriormente, en el Museo de Bellas Artes y en el extranjero.

María Calcaterra, directora de la galería, resaltó a Infobae Cultura que “mientras uno está acostumbrado más a De la Vega, Macció y Yuyo Noé, el Deira de esta época es más de culto, más interesante para el que tiene el ojo refinado, debido a la paleta de colores que utilizaba, el uso del dripping, la materia y el chorreado. Era como el más destacado de los cuatro en esa época de ebullición de la Nueva Figuración».

Rómulo Macció, Ernesto Deira, Yuyo Noé -en el fondo- y Jorge De la Vega, protagonistas clave de la renovación de la pintura argentina

Plante consideró que aquel grupo fue “un movimiento de vanguardia heroico que causó sensación” y que tuvo un “impacto superfuerte”. En ese camino, recordó una anécdota sobre la influencia en la escena en Latinoamérica: “En el ‘63, el grupo hizo una exposición en la Galería Bonino y luego, en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro. Allí las obras fueron vistas por Rubens Gerchman y otros referentes de lo que sería luego el pop brasileño, quien dijo que aquella muestra tuvo un impacto importante en su obra».

Ahora, ¿cómo es posible que un conjunto de obras de un periodo tan emblemático no se encuentren aún en un museo o en mano de privados?

Para Plante puede haber varias razones, desde elecciones personales, familiares o también relacionadas al mercado. “Hay artistas que guardaron obra porque quisieron. En la Fundación García Uriburu, por ejemplo, hay varias obras emblemáticas de los 60 y 70, que el artista para mí simplemente guardó porque entendió que eran importantes».

Y agregó: “Más allá de que hay cosas que por ahí en la época no eran tan fácilmente vendibles. No es lo mismo el mercado para esa obra hoy que cuando fueron producidas. Los vanguardistas tienen una recepción bastante peliaguda y parte del objetivo, en buena medida, es patear el tablero, a veces en términos del ‘buen gusto’ o del tipo de terminación que las obras de arte tienen en ese momento”.

Las pinturas se caracterizan por una intensidad cromática notable, el uso de materia pictórica vibrante y una gestualidad que desafía los límites de la representación figurativa

Por su parte, Calcaterra sostuvo que fue una decisión netamente familiar, tanto resgurdarlas como “ponerlas en valor en el mercado” actual.

“Es difícil conseguir una obra de la Nueva Figuración, no hay en el mercado. Y lo que sucedió es que la familia decidió guardar algunas pocas obras» y agregó: “Son tres obras grandes, importantes, que las tienen guardadas para museos y colecciones importantes. Y después hay obras de pequeño formato, también históricas”.

“Todos buscan obras de los 60 y la familia dijo ‘a esta la tengo que proteger, las tengo que guardar por si viene un museo’. Entonces esas tres pinturas estuvieron bien guardadas, pero son conocidas porque están reproducidas en catálogos de muestras del momento y en retrospectivas. De hecho, se mostraron por última vez hace 20 años, en la retrospectiva que se hizo en el Bellas Artes a dos décadas de su muerte”, explicó Calcaterra.

En ese sentido, para la investigadora del Conicet, más allá de lo pictórico, el poder observar “la biografía” de algunas piezas es un placer en sí mismo: “La historia de algunos de esos cuadros quedó inscripta atrás, cuando en los bastidores se pegaban etiquetas de diversos tipos, práctica que cada vez se hace menos”.

En la tercera sala, la atención se dirige a los dibujos realizados en paralelo a las pinturas

“Entonces, por ejemplo, en una de las obras hay una etiqueta de la Bienal Americana de Arte que lo organizaba las Industrias Kaiser en Córdoba, entre el 62 y 66. Otra tiene una de la Galería Bonino, que es también una galería bastante legendaria que se ocupaba de promocionar y de exhibir la obra de los artistas de la Nueva Figuración y que hizo exposiciones también individuales del propio Deira, pero que además tuvo durante los 60, sedes en Río de Janeiro y en Nueva York”, sostuvo.

Regresando a la muestra, en la tercera sala, la atención se dirige a los dibujos realizados en paralelo a las pinturas. Estas obras, de menor tamaño, parecen ejecutadas con movimientos continuos, sin levantar la pluma, y exploran el desarrollo lineal en un franco contraste de negro sobre blanco.

Allí, los personajes que surgen de estos trazos presentan una mezcla de detalles anatómicos y formas aleatorias, logrando una síntesis visual que, según el texto curatorial, resulta “misteriosamente humana”.

Tinta sobre papel de 1966

Durante la década de 1960, Deira participó en eventos internacionales en Río de Janeiro, Bruselas, Madrid, París, Chartres y Venecia, como en el IV Guggenheim International Award en 1964. En 1965 fue invitado como profesor en la Universidad de Cornell en Estados Unidos, año en el que también obtuvo la Beca Fulbright y el premio del Primer Salón de Artistas Jóvenes de América Latina en ese país. En 1967 recibió el Premio Palanza.

En otros highlights de su carrera, durante los ‘80, la emblemática Galería Degli Uffici incorporó un autorretrato a su colección y en el ‘92, su obra “Adán y Eva #2” (1963) integró la muestra Konex 100 Obras Maestras – 100 Pintores Argentinos en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.

Además, sus trabajos forman parte de las colecciones del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, el Malba, el Centro de Arte Contemporáneo de Córdoba, la Fundación Federico Jorge Klemm, el Moderno de Buenos Aires, el Banco Ciudad de Buenos Aires y el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino” de Rosario, entre otros.

*“Formas de ser humanos”, de Ernesto Deira, en MC Galería, José León Pagano 2649, CABA. De lunes a viernes, de 10 a 19. Entrada gratuita.

Fotos: Gentileza MC Galería