Un taller especializado recibió un vehículo de lujo con múltiples desperfectos técnicos y un largo historial detrás

“¿Listo para ver en lo que te metí?”, preguntó uno. La cámara enfocó el frente blanco perlado del Lamborghini Murciélago LP640 Roadster estacionado en el taller de DC Motor Works. El modelo, pintado en un tono Balloon White, parecía salido de un catálogo de autos exóticos. Era exactamente lo que siempre quisieron. Pero apenas lo arrancaron, los problemas empezaron a aparecer.

Cameron Davis y Andy Sumner, dos norteamericanos amigos y socios en ese taller especializado en autos de alta gama, no ocultaron su entusiasmo. Durante años bromearon con tener uno de estos Murciélagos. La oportunidad apareció cuando un conocido les ofreció el vehículo en el mismo estado en que había estado guardado por años: con desperfectos visibles y una promesa implícita de trabajo intensivo. Ellos decidieron vaciar sus cuentas bancarias y comprarlo.

En los primeros minutos del video que compartieron en su canal de Youtube, Cameron presentó al nuevo integrante del taller. Era un Roadster del año 2007, un modelo que ya conocían bien. No era la primera vez que lo veían: el mismo auto había estado en su taller años atrás, cuando otro propietario lo llevó para una revisión. En ese momento, notaron que necesitaba una reparación de motor. El dueño lo dejó parado, indeciso, hasta que un día le escribió a Cameron para decirle que pensaba desprenderse de él.

Con algo de negociación y una cuota de entusiasmo, concretaron la compra. Desde el primer instante, supieron que no sería un paseo. El Lamborghini no arrancaba con facilidad. Al encenderlo, se escuchó un sonido extraño, una mezcla entre el rugido típico de un V12 y algo que no encajaba del todo. “Tenemos trabajo por delante”, admitió Cameron frente a cámara.

En el repaso inicial, identificaron múltiples fallas. Había fugas en el sistema de levantamiento de suspensión, visibles en los conectores. También notaron problemas en la cremallera de dirección y en las uniones de las juntas. La bomba de engranajes perdía fluidos. El cárter de aceite estaba barrido. En una de las esquinas, una gran mancha de aceite indicaba una pérdida provocada por una línea del enfriador de aceite mal ajustada.

Llegar al motor tampoco era sencillo. Los Murciélagos tienen una estructura compleja, con traviesas que impiden extraer el motor desde abajo. Sacarlo implicaba un trabajo laborioso desde arriba, con un ángulo pronunciado para evitar dañar otras partes.

El auto, a pesar de los desperfectos, conservaba su atractivo. La pintura en Balloon White se mantenía en buen estado. Las llantas aftermarket doradas contrastaban con la carrocería, aunque ya tenían previsto restaurar las originales y montar neumáticos Pirelli, los únicos compatibles con el exigente sistema de tracción integral del modelo. El paragolpes delantero mostraba signos de desgaste, algo común en autos tan bajos. También tenían que remover una película protectora de pintura ya amarillenta.

Uno de los puntos que los tranquilizó fue que los alerones funcionaban correctamente y que las puertas no presentaban problemas. En algunos Murciélagos, el mecanismo de apertura puede volverse peligroso con el paso del tiempo. En este caso, ese aspecto no representaba una preocupación.

Andy apareció más tarde en el video, sorprendido por el estado general del auto. “Vine en una nube de humo”, dijo, apenas llegó. Cameron lo recibió con una sonrisa y un tono cómplice. “Este es el momento”, agregó. A pesar de los problemas, el auto estaba completo, con sus frenos cerámicos y los paneles en buen estado.

Subieron juntos y dieron una vuelta corta. El sonido del motor fue contundente, aunque irregular. “A las cuatro mil revoluciones se pone rudo”, comentó uno de ellos. Notaron que el auto estaba entero, sin cortes en su estructura. Muchos de los elementos añadidos en modificaciones anteriores, como los intercoolers o el sistema twin turbo, eran fácilmente removibles. La idea era restaurar el vehículo a su configuración original.

Durante la revisión, confirmaron que no hubo modificaciones estructurales serias. Los múltiples de admisión se mantenían originales. No había sistemas de admisión personalizados ni piezas cortadas. La mayoría de los agregados estaban atornillados, lo que simplificaba el trabajo de desmontaje.

En tono de broma, hablaron del dinero invertido. “Eso fue con nuestras cuentas bancarias, ¿no?”, lanzó Andy. Cameron asintió. Aún así, ambos coincidieron en que lo que tenían delante era un proyecto. No sólo era una adquisición personal, sino también una excusa para aplicar toda su experiencia como mecánicos en un modelo icónico.

El modelo italiano presentó fallas estructurales y pérdidas de fluidos, pero sus nuevos dueños decidieron seguir adelante

A medida que avanzaban con la inspección, definieron una lista de tareas: restaurar la suspensión, revisar el sistema de dirección, cambiar los neumáticos por los adecuados, resolver las fugas de aceite, y desmontar todos los elementos no originales. Querían devolverle al auto su condición de fábrica. “Eso es lo que hacemos con los autos”, dijo Andy. “Quitamos todo lo aftermarket y lo dejamos como debía ser.”

El Lamborghini, aunque no estaba en condiciones de circular con seguridad, ya funcionaba. Encendía, frenaba, respondía. “No es tan malo como parece”, comentó uno de ellos. “Está en una pieza, todo está ahí.”

En un momento, discutieron sobre los sensores agregados, los intercoolers de agua, y los detalles técnicos que otros dueños podrían pasar por alto. Pero para ellos, cada uno de esos elementos representaba una oportunidad para mejorar el vehículo.

Antes de cerrar el video, Cameron recordó a los seguidores que este Murciélago era especial para ellos. Durante años trabajaron con Lamborghinis de otros. Esta vez, se trataba de uno propio. Un auto que no compraron para usar de inmediato, sino para desarmar, revisar y devolver a la vida. “Vamos a acompañarlos en el viaje de devolver este LP640 Roadster al mundo de los vivos”, dijo, para finalizar el video.