Las autoridades bolivianas detuvieron el viernes en Santa Cruz de la Sierra a Marcos Roberto de Almeida, conocido como Tuta, que estaba prófugo de la Justicia brasileña y que es considerado como uno de los principales cabecillas del Primer Comando de la Capital (PCC), la mayor organización criminal del país, informaron este sábado fuentes oficiales.
El arresto en un centro comercial de Santa Cruz de la Sierra fue efectuado por agentes de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Bolivia en una operación que contó con la colaboración de la Policía Federal de Brasil, informó este institución en un comunicado.
El brasileño, detenido inicialmente por uso de documento falso, “fue identificado como uno de los principales articuladores de una red internacional de lavado de dinero vinculada a una organización criminal”, según el comunicado.
Horas más tarde, la Policía Federal de Brasil informó que tiene un avión listo para una posible repatriación en caso de que Bolivia decida expulsar al prófugo brasileño. “Nuestros equipos ya están listos para salir de Brasilia así que tengamos la confirmación (del Gobierno boliviano) de que será expulsado y poder repatriarlo”, dijo el director general de la Policía Federal, Andrei Rodrigues, en una rueda de prensa este sábado.
El jefe policial confirmó que el hombre en cuestión es Marcos Roberto de Almeida.
Esta mafia, nacida y comandada desde el interior de los presidios del estado de San Pablo, es la mayor organización criminal de Brasil, con lazos en diferentes países vecinos, principalmente Paraguay y Bolivia, y controla el tráfico de drogas en varias regiones del país.
Según la Policía Federal, el hombre detenido figura en la lista roja de personas buscadas por la Interpol y ya fue condenado en Brasil a 12 años de prisión por los delitos de asociación para delinquir y lavado de dinero.
“El individuo permanece bajo la custodia de las autoridades bolivianas mientras espera los procedimientos legales que pueden resultar en su expulsión o en su extradición a Brasil”, concluye la nota.
Tuta era el principal blanco de una operación realizada en 2020 por la Fiscalía de para intentar detener a los líderes del PCC que coordinan la organización fuera de los presidios y en la que fueron arrestadas cuatro personas y otra fue muerta.
Igualmente fue blanco de una operación realizada a comienzos de este año por la Policía Federal para desarticular un grupo de agentes corruptos de la Policía Militarizada de São Paulo que recibía coimas a cambio de repasar informaciones privilegiadas al PCC.
Qué es el Primer Comando Capital
El Primer Comando Capital (PCC), la organización criminal más poderosa de Brasil, enfrentó en 2024 su mayor crisis interna en tres décadas. Según se informó, una grabación filtrada desató un conflicto entre los líderes del grupo. En el audio, Marcos Willians Herbas Camacho, conocido como “Marcola” y líder del PCC, calificó a Roberto Soriano, alias “Tiriça”, como un “psicópata”. Este hecho provocó una fractura en la cúpula de la organización, con Tiriça acusando a Marcola de ser un informante. Junto a otros dos líderes, Abel Pacheco, alias “Vida Loka”, y Wanderson Nilton de Paula Lima, alias “Andinho”, Tiriça exigió la destitución de Marcola del liderazgo. En respuesta, Marcola y sus aliados expulsaron a los tres hombres del grupo y los sentenciaron a muerte.
El PCC, fundado en la década de 1990 en São Paulo, ha sido una de las redes criminales más influyentes de América Latina. Según los antecedentes históricos, el grupo surgió tras la masacre de Carandiru en 1992, donde más de 100 prisioneros fueron asesinados por las fuerzas de seguridad brasileñas durante un motín. En 1993, ocho reclusos trasladados a la prisión de Taubaté formaron el PCC con el objetivo de exigir justicia por la masacre y mejorar las condiciones carcelarias. Inspirados por el Comando Rojo (CV), adoptaron el lema “paz, justicia y libertad” y comenzaron a promover la revolución y la destrucción del sistema capitalista.
El grupo ganó notoriedad en 1999 al perpetrar el mayor robo bancario en la historia de San Pablo, con un botín de 32 millones de dólares. En los años siguientes, la estrategia del gobierno de dispersar a los líderes del PCC en diferentes prisiones del país no logró debilitar a la organización. Por el contrario, esta medida facilitó la expansión de sus operaciones y el fortalecimiento de sus vínculos con otros grupos criminales.
En 2001, el PCC demostró su capacidad de coordinación al organizar el motín carcelario más grande del mundo, con disturbios simultáneos en 29 prisiones de San Pablo. Cinco años después, en 2006, el grupo llevó a cabo una rebelión aún mayor, en protesta por el traslado de sus miembros a prisiones más alejadas. Durante este episodio, más de 70 cárceles fueron tomadas, y los ataques coordinados fuera de las prisiones dejaron un saldo de 150 muertos.
A lo largo de la década de 2010, el PCC consolidó su poder y sofisticación. Según se reportó, una tregua no oficial con la policía de San Pablo permitió al grupo operar casi sin restricciones en las prisiones del estado. Durante este período, el PCC expandió sus actividades al tráfico internacional de drogas y armas, estableciendo operaciones en países vecinos como Bolivia y Paraguay, y desarrollando vínculos con organizaciones como la mafia italiana ‘Ndrangheta. Además, el grupo comenzó a lavar dinero en el extranjero, incluyendo países como China.
El crecimiento del PCC también estuvo marcado por episodios de violencia extrema. En 2015, el grupo fue acusado de una serie de robos a mano armada en Paraguay, y en 2016, un video mostró la decapitación de un adolescente, presuntamente en el marco de un conflicto con el Primer Grupo Catarinense (PGC). Ese mismo año, la ruptura de una tregua con el Comando Rojo desató una ola de violencia en las prisiones brasileñas, con cientos de muertos. Este enfrentamiento se atribuyó a la lucha por el control de rutas de narcotráfico en la región amazónica y a intentos del PCC por expandirse en Río de Janeiro, bastión del CV.
En 2017, el PCC intensificó su expansión internacional, vinculándose a cargamentos de droga en Uruguay y participando en secuestros y robos en Bolivia. También intentó reclutar a excombatientes de las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Ese año, el grupo fue señalado como responsable del mayor robo a mano armada en la historia de Paraguay.
A pesar de su crecimiento, el PCC comenzó a enfrentar mayores desafíos a finales de la década de 2010. Las autoridades brasileñas e internacionales intensificaron sus esfuerzos para desarticular la organización, interceptando comunicaciones y trasladando a sus líderes a prisiones federales. Estas medidas, junto con los enfrentamientos con grupos rivales, debilitaron la estructura del PCC.
La crisis interna de 2024 representa un nuevo capítulo en la historia del PCC. La fractura en su liderazgo podría tener implicaciones significativas para la organización, que hasta ahora ha demostrado una notable capacidad de adaptación y resiliencia frente a los desafíos internos y externos.
(Con información de EFE)