Al menos 31 miembros de un grupo insurgente maoísta han muerto este miércoles en una serie de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad de India en el marco de una serie de operaciones en el céntrico estado de Chhattisgarh, que es generalmente foco de este tipo de combates.
El jefe de la Policía de India, Arun Dev Gautam, ha indicado durante una rueda de prensa que las bajas rebeldes se han producido como resultado de las operaciones, que han contado con la intervención de las fuerzas paramilitares federales y helicópteros de la Fuerza Aérea.
Por su parte, el ministro del Interior de India, Amit Shah, ha señalado en un mensaje difundido a través de redes sociales que la operación ha sido llevada a cabo con “éxito” en las montañas de Kurraguttalu, en la frontera entre Chhattisgarh y Telangana. “Ha sido algo histórico”, ha dicho, en referencia a la lucha contra los maoístas.
La guerrilla maoísta se levantó a finales de la década de 1960 en defensa de los derechos de los agricultores pobres y de los campesinos sin tierras en varios estados del centro y el este de India. Desde entonces, el fenómeno ha persistido en algunas zonas del país.
La insurgencia se vio inspirada por las ideas de Mao Zedong y su objetivo era derrocar al gobierno central y establecer un Estado socialista, entre otras cuestiones. En septiembre de 2024, el propio Shah dio un ultimátum al grupo, al que exigió dejar la violencia y deponer inmediatamente las armas.
India está librando una ofensiva total contra los últimos vestigios de su rebelión naxalita, llamada así por la aldea de Darjeeling, situada en las faldas del Himalaya, donde comenzó el movimiento guerrillero de inspiración maoísta hace casi seis décadas.
Más de 12.000 rebeldes, soldados y civiles han muerto desde que un puñado de aldeanos se levantó contra sus señores feudales en 1967.
En su apogeo, a mediados de la década de 2000, la rebelión controlaba casi un tercio del país con un estimado de entre 15.000 y 20.000 combatientes.
Pero el “Corredor Rojo” que atraviesa el este y el centro de la India, con su administración paralela que incluye escuelas y clínicas, ha sido brutalmente restringido desde entonces.
Las fuerzas de seguridad han matado a casi 400 presuntos rebeldes, un récord, desde principios del año pasado, y el ministro del Interior ha prometido eliminarlos para abril del próximo año.
La mayoría ha muerto en el último bastión de la insurgencia, los bosques ricos en minerales de la región de Bastar, Chhattisgarh, donde la policía dice que hasta 1.200 insurgentes aún resisten.
La policía dice que su éxito se debe en gran medida al DRG, una fuerza de hombres tribales indígenas locales y combatientes maoístas desilusionados con un conocimiento íntimo de los bosques antiguos y de los secretos operativos de los rebeldes.
“Ellos son nuestra verdadera fuerza de combate”, declaró a la AFP el comandante de una unidad del DRG en Bastar, pidiendo el anonimato.
“Mis combatientes de la DRG han sufrido directamente. Para ellos es una lucha personal”, añadió.
“Conocemos cada aspecto del bosque”, dijo Kiran, un rebelde convertido en comando del DRG, que cambió de bando porque se sintió “socavado” por el liderazgo maoísta.
“Podemos introducir las fuerzas a escondidas por una ruta secreta y sacarlas por otra”, añadió.
Pero muchas comunidades tribales indígenas en los bosques de Bastar dicen que la represión no ha logrado distinguir entre insurgentes armados y aldeanos comunes.
(Con información de EP y AFP)