La participación del presidente Lula en la celebración en la Plaza Roja de Moscú del 80º aniversario del Día de la Victoria, que conmemora la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, ha creado mucha polémica no sólo en Brasil, sino también en Ucrania. Fuentes diplomáticas del país ocupado por Rusia en 2022 declararon al sitio de noticias Metrópoles que “este viaje solo a Moscú, en medio de una agresiva guerra rusa que está matando a civiles, será considerado por Ucrania como un acto hostil, con todas las consecuencias negativas para la cooperación bilateral. Kiev está considerando la posibilidad de reducir las relaciones diplomáticas”.
Lula fue invitado personalmente por Vladimir Putin, sobre quien pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por la deportación masiva de niños ucranianos. El presidente brasileño asistió al desfile militar de tanques, drones y misiles utilizados contra los ucranianos junto a los principales líderes autoritarios de la tierra, aliados del Kremlin contra Occidente, entre ellos la China de Xi Jinping, la Venezuela de Nicolás Maduro y la Bielorrusia de Aleksandr Lukasheko. En la delegación brasileña a Moscú también estuvieron presentes la ex presidenta Dilma Rousseff (2011-2016), que preside el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS, varios ministros del Ejecutivo, como el de Exteriores, Mauro Vieira, y el de Minas y Energía, Alexandre Silveira, así como el presidente del Senado, Davi Alcolumbre. La esposa de Lula, Rosangela da Silva, conocida como Janja, incluso partió una semana antes, según comunicó la oficina presidencial de Planalto, “para iniciativas relacionadas con la educación, la cultura y la lucha global contra el hambre y la pobreza”.
“El presidente Lula parece considerar a Putin como su igual”, explica a Infobae Scott Morgan, analista de seguridad residente en Washington. “En estos 80 años, las cosas han cambiado. Se ha olvidado que las tropas brasileñas estaban del lado de los aliados occidentales mientras avanzaban lentamente hacia el norte de Italia. En vez de celebrar junto al Reino Unido, el presidente Lula se fue a Moscú”, dijo Morgan a Infobae.
Unos 25.000 soldados brasileños lucharon contra la Wehrmacht en Italia desde junio de 1944. “Y Brasil tomó el lado ‘correcto’, es decir, el lado de las potencias occidentales cuyos sistemas de gobierno, instituciones y valores son considerados por Brasil como los pilares de su democracia”, escribe el periodista brasileño William Waack en el diario O Estado de São Paulo.
“Nuestros soldados lucharon y murieron por la democracia. Celebrar esta victoria junto a Putin es como darles una bofetada”, concluye Waack. “Lula podría haber ido a Moscú en cualquier momento, pero eligió este momento. Esto no es sólo ignorancia histórica y estupidez política, es la agresión diplomática más grave después de muchas otras a las democracias europeas hasta ahora. Tendrá consecuencias”, declaró el analista político Ricardo Rangel al sitio de noticias brasileño G1.
En su encuentro con Putin tras el desfile militar, Lula elogió las relaciones entre ambos países. “Esta visita mía aquí sirve para fortalecer y reconstruir, con mucha más fuerza, nuestro camino de construcción de una asociación estratégica. Brasil tiene intereses políticos, comerciales, culturales, científicos y tecnológicos con Rusia. Por su parte, Rusia debe tener muchos intereses con Brasil”, prosiguió, añadiendo que también deseaba “establecer una cooperación en el ámbito de las pequeñas centrales nucleares”.
No faltaron los ataques a la administración Trump. “Las últimas decisiones anunciadas por el presidente de Estados Unidos de imponer aranceles comerciales a todos los países del mundo, de forma unilateral, echan por tierra la gran idea del libre comercio, destruyen el concepto de fortalecimiento del multilateralismo y muchas veces pisotean el respeto a la soberanía de los países, que por el contrario debemos preservar,” dijo Lula.
La visita del presidente brasileño a Moscú fue precedida en abril por la del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, que asistió a una reunión con sus homólogos de los BRICS en Río de Janeiro. En aquella ocasión, Lavrov afirmó que la expansión del bloque se reanudaría “muy pronto” y que se daría prioridad a miembros asociados como Venezuela. En un post en las redes sociales, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil, Itamaraty, defendió que el viaje de Lula a Moscú tiene como objetivo encontrar “soluciones a los conflictos”, poniendo a Brasil “a disposición para ayudar en las negociaciones de paz en Ucrania y Oriente Medio”.
El presidente brasileño había sido invitado por su homólogo Volodimir Zelensky, a través de su embajador en Brasil, Andrii Melnyk, a visitar Kiev antes del viaje a Moscú, quien había sugerido que la visita a Rusia podría equilibrarse con un gesto hacia Ucrania. “¿Por qué no visitar primero Ucrania y Kiev, hablar con el presidente, conocer a la gente, ver la destrucción, sentir personalmente este terrible aliento de guerra?”, había preguntado el embajador al vicepresidente Geraldo Alckmin. En abril, Zelensky había rechazado una petición del gobierno brasileño para mantener una conversación telefónica con Lula, alegando problemas de agenda.
En enero, había dicho que Lula ya no era relevante en las negociaciones. Los dos presidentes, que asistieron al funeral del Papa Francisco en Roma, no se reunieron, mientras que Zelensky habló con Trump. Fuentes gubernamentales ucranianas criticaron duramente la visita en la prensa brasileña, considerándola un apoyo explícito a Putin. Dijeron que la petición brasileña de una llamada telefónica no era más que un “pretexto” para justificar la presencia en un “horrible evento militar ruso disfrazado de misión de paz”. Las tensiones entre ambos países podrían aumentar en los próximos meses. El embajador ucraniano en Brasil, Andrii Melnyk, va a ser trasladado a la ONU, y Kiev aún no ha nombrado un sustituto, un gesto que parece indicar descontento con el gobierno brasileño.
Lula sigue insistiendo en la propuesta de paz tejida junto con el gobierno de Beijing para el conflicto provocado por la invasión rusa de Ucrania. Después de Moscú, Lula se reunirá con Xi Jinping en China, donde asistirá a la cuarta reunión ministerial del Foro China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). En la reciente cumbre en Río de Janeiro de los ministros de Asuntos Exteriores de los países de los BRICS, el chino Wang Yi y Celso Amorim, asesor especial de Lula para Asuntos Internacionales, acordaron intensificar el trabajo del grupo “Amigos de la Paz”. Este grupo fue creado como una iniciativa conjunta de ambos países en 2024. “No se menciona la restauración de la integridad territorial de Ucrania, ni hay lenguaje que culpe a Putin por la reanudación del conflicto.”, dijo Morgan a Infobae. “Es probable que esta propuesta sea recibida con entusiasmo en Moscú. Pero la pregunta es: ¿quién se la presentará al Presidente Zelensky en Kiev? Una pregunta aún mejor es: ¿cuándo se presentará?”, dijo Morgan a Infobae.
Ucrania, por su parte, sigue luchando por defender su territorio. En las últimas semanas, ha mirado a Brasil para reclutar nuevos mercenarios que luchen contra Rusia, ofreciéndoles sueldos de hasta 25.000 reales (4.425 dólares) al mes. La campaña, traducida al portugués, se lleva a cabo a través de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería. El objetivo es replicar el éxito alcanzado en Colombia, donde cerca de 2.000 ex militares y también ex guerrilleros de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC) se unieron a las fuerzas ucranianas, atraídos por los altos salarios. En los últimos meses, el número de colombianos que se han unido a las fuerzas ucranianas ha disminuido, debido principalmente a la alta tasa de mortalidad entre los combatientes y a las complicaciones burocráticas a las que se enfrentan las familias para obtener indemnizaciones. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores colombiano, y basándose en datos facilitados por Rusia, al menos 300 ciudadanos colombianos murieron combatiendo en Ucrania durante los más de tres años que dura el conflicto.
En el caso de Brasil, las cifras son menores que en Colombia. Itamaraty informa que desde 2022 ocho brasileños han sido declarados oficialmente muertos en combate, mientras que otros trece están desaparecidos, un término que, en círculos diplomáticos, implica una muerte probable aún no confirmada por el hallazgo de los cuerpos. Se estima que 100 brasileños forman parte actualmente de la Legión Internacional Ucraniana, aunque estas cifras no han sido confirmadas oficialmente.
En la reunión con Putin también se abordaron las relaciones bilaterales entre Brasil y Rusia, con especial atención al aumento del comercio y la inversión. En 2024, el comercio bilateral entre ambos países alcanzó los 12.400 millones de dólares, con un déficit para Brasil de 9.500 millones de dólares. Los principales productos importados de Rusia son el gasóleo y los fertilizantes. Rusia, recordemos, sigue sometida a sanciones europeas y estadounidenses, y Brasil se ha convertido en el segundo importador mundial de su petróleo. En 2024, los importadores brasileños compraron más de siete millones de toneladas de gasóleo ruso, por un valor superior a 38.000 millones de reales (6.726 millones de dólares), según datos del think tank finlandés Centre for Energy and Clean Air Research (CREA). En los primeros 11 meses de 2024, Brasil también fue el principal importador de fertilizantes de Rusia, seguido por India y China. En conjunto, estos países importaron esos productos por valor de casi 6.160 millones de dólares, según la agencia de noticias rusa RIA Novosti. Brasil lideró las compras, con un 55% del total, con unos 3.380 millones de dólares en importaciones de fertilizantes.
En las relaciones con Moscú, sin embargo, persisten muchos otros conos de sombra. Tras el descubrimiento de varios espías rusos con documentos e identidades brasileñas, el sitio de noticias Metrópoles publicó recientemente una noticia que abre inquietantes interrogantes. Interceptaciones en una investigación del Ministerio Público de San Pablo revelaron que algunos miembros del principal grupo criminal de Brasil, el Primer Comando de la Capital (PCC), se reunieron con “personas de la Embajada de Rusia en Brasil”. Según uno de los mensajes, a estas personas se les habría pedido “el contacto de alguien para hablar con Kassio Nunes“. Se trata de Kassio Nunes Marques, uno de los jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) a quien, según las investigaciones del Grupo Especial de Implementación para la Represión del Crimen Organizado (Gaeco) del Ministerio Público de San Pablo, el PCC habría intentado abordar en Brasilia para una reunión. En sus 683 páginas, sin embargo, el documento del Gaeco deja claro que no se encontraron pruebas de que la reunión tuviera lugar.
Como explica el analista y periodista de investigación Leonardo Coutinho en sus redes sociales, “el intercambio de mensajes indica que el personal de la Embajada rusa desconocía los objetivos del PCC en relación con el STF, pero esto no permite afirmar que no supieran que se reunieron con miembros del PCC”, escribe Coutinho en su perfil X. El analista brasileño también recuerda que en 2018, el embajador ruso en Argentina denunció una red de tráfico de cocaína que usaba la embajada de Buenos Aires para enviar cientos de kilos de droga a Moscú. Las autoridades argentinas detuvieron a un diplomático ruso implicado en la trama. “La proximidad del PCC a personas de la embajada rusa en Brasilia (y, por qué no, de otras representaciones) es una señal de alarma por el riesgo de reclutamiento de personal diplomático”, escribe Coutinho.