Sí, no sos la única persona que a veces siente que no está a la altura o no es suficiente.
Aunque solemos creer que las personas que lideran se sienten seguras y confiadas todo el tiempo, los datos muestran otra cara de la historia.
Según un informe de la consultora Korn Ferry –que encuestó a más de 10.000 empleados en todo el mundo, incluidos 400 CEOs–, el 71% de quienes ocupan posiciones de liderazgo admitió haber experimentado el Síndrome del Impostor. Sí, incluso esas personas que desde afuera parecen tener todo bajo control pueden sentirse como un fraude en cualquier momento.
A mí no me sorprende. En mi trabajo con organizaciones, noto con frecuencia cómo se cae en el error de asumir que, porque una persona ya alcanzó cierto nivel, es inmune a la sensación de que no es suficiente, de que no está a la altura o a la idea de que debería saber más, que debería poder con todo o incluso que debería sacrificarse más.
Pero liderar no nos vuelve inmunes a este fenómeno. Al contrario, muchas veces lo intensifica. La soledad del liderazgo, las expectativas propias y ajenas, y los desafíos complejos del contexto actual hacen que esas voces internas se vuelvan más fuertes.
El Síndrome del Impostor aparece con mayor frecuencia a medida que aumenta la posición jerárquica. ¿La razón? Muchas veces, cuanto más se sube, menos pares hay con quienes compartir lo que nos pasa
Aun con mucha experiencia, hoy quienes lideran se encuentran con una gran cantidad de desafíos a la vez –algunos impensados hasta hace poco tiempo–: la necesidad de transformar sus equipos y organizaciones, ser portadores de cultura, descubrir el rol de la inteligencia artificial en su entorno laboral, afrontar desafíos geopolíticos e incluso definir cómo y dónde trabajan sus colaboradores.
Lo llamativo del estudio es que el Síndrome del Impostor aparece con mayor frecuencia a medida que aumenta la posición jerárquica. ¿La razón? Muchas veces, cuanto más se sube, menos pares hay con quienes compartir lo que nos pasa. Y más crece la idea de que “debería poder con todo”, “debería saber más”, “no puedo fallar”.
Ahora bien, sentir dudas no es, en sí mismo, un problema. De hecho, puede ser una señal sana de que estamos saliendo de nuestra zona de confort.
Sin embargo, sí puede convertirse en un gran obstáculo, no solo para quien lidera, sino para los equipos y organizaciones, si por esto la persona deja pasar oportunidades de crecimiento, no se anima a tomar decisiones importantes (o las posterga constantemente), o incluso si la pasa muy mal, al borde de la ansiedad, el agobio y el agotamiento constante.
Porque si quien lidera:
No se permite decir que no, y no tiene claridad en la priorización, sobrecargando a su equipo…
- ¿Qué tan habilitado se sentirá ese equipo a poner límites cuando un compromiso lo aleja de sus objetivos?
Exige perfección y no admite errores…
- ¿Qué tan habilitado se sentirá su equipo para experimentar, innovar, aportar ideas o admitir que algo no está funcionando?
Cree que tiene que saberlo todo…
- ¿Qué espacio deja para que otros pregunten, aporten y crezcan?
Y no, el Síndrome del Impostor no es cosa solo de mujeres. Aunque se lo asocie muchas veces con nosotras, también afecta a los varones, con sus propias particularidades. Por eso, no debería abordarse solo desde programas de empoderamiento femenino, sino como un tema transversal de liderazgo y cultura organizacional.
Trabajar sobre el Síndrome del Impostor no solo mejora el bienestar individual, también potencia la productividad, la innovación y la autenticidad de los equipos. Es una puerta de entrada para construir organizaciones más humanas y efectivas.
No es cosa solo de mujeres. Aunque se lo asocie muchas veces con nosotras, también afecta a los varones, con sus propias particularidades
Hoy más que nunca necesitamos líderes que se animen a mostrarse humanos, que puedan decir “no sé”, “esto me cuesta” o “necesito ayuda”, sin por eso sentir que están perdiendo su lugar. Líderes que inspiren desde la coherencia y la autenticidad, no desde la perfección.
Y quizás, para empezar, alcanza con hacernos algunas preguntas incómodas:
- ¿En qué situaciones aparece el Síndrome del Impostor?
- ¿Cómo impacta en mis decisiones, en mi forma de liderar y en mi equipo?
- ¿Qué resultados diferentes podría obtener si lograra acallar esa voz crítica.
La autora es coach ejecutiva y organizacional y autora de “Cómo transformar el síndrome del impostor en tu aliado”