Son días intensos y emotivos para Martín Oesterheld, nieto de Héctor Oesterheld, el creador de El Eternauta. El estreno de la serie (que se posicionó como lo más visto de Netflix a nivel global), donde participó como consultor creativo y productor ejecutivo, puso en foco la célebre historieta protagonizada por Juan Salvo y, también, la trágica historia de su familia, diezmada por la última dictadura militar. Muy conmovido con la gran repercusión de la adaptación audiovisual de seis capítulos, dirigida por Bruno Stagnaro y con Ricardo Darín como el personaje principal, Oesterheld se siente orgulloso por la calidad de la producción y, también, por la vigencia de la tira, escrita por su abuelo y publicada por primera vez en 1957.

Martín Mórtola Oesterheld (como figura en su DNI) tiene 51 años. En 1977, cuando asesinaron a sus padres, Estela Oesterheld y Raúl “el Vasco” Mórtola, tenía solo cuatro. Y su primo Fernando Araldi, hijo de Diana Oesterheld (que estaba embarazada cuando la secuestraron en 1976), apenas uno. Las otras dos hijas de Elsa Sánchez de Oesterheld y Héctor Germán Oesterheld, Beatriz y Marina (también embarazada), tampoco sobrevivieron a la dictadura, al igual que Héctor, a quien vio por última vez cuando estaba en un centro de detención clandestino. La imagen de su abuelo (que había pedido a sus captores que le permitieran despedirse de su pequeño nieto) todavía lo acompaña. “No recuerdo la cara de mis padres, pero sí recuerdo haber estado con mi abuelo. Fui la última persona de la familia que lo vio con vida”, dice ahora a LA NACION.

Martín Oesterheld, rodeado de fotos familiares y de un original de

Martín se crio con su abuela Elsa, rodeado de ausencias y de los papeles de trabajo de Oesterheld que habían quedado en la casa familiar. Es por eso que, ante la pregunta sobre el momento preciso en el que descubrió El Eternauta, responde sin dudar: “No hubo un día en especial. Fue un continuo. El Eternauta estuvo siempre en mi vida. Yo jugaba con los libros y los apuntes que mi abuela había podido rescatar de la casa de Beccar, después de un atentado con una bomba que explotó en el garaje donde estaba la biblioteca de Héctor. Lo que quiero decir es que no hubo un momento, sino que lo leí todo el tiempo. Y cuando fui creciendo, mi lugar de juego era el fondo de la casa donde estaba la memoria de mi abuelo. Era mi punto de contacto con el pasado. Era una memoria abandonada, no por nosotros porque era una muy necesaria, pero era algo que estaba guardado y arrumbado en ese momento. Y en la medida en la que iba sacando cajas con revistas y papeles, iba encontrándome con la colección de Hora Cero, donde se publicó originalmente la historieta”.

Para muchísimos lectores, en especial para los que hoy tienen entre 40 y 60 años, el libro de Oesterheld con ilustraciones de Francisco Solano López dejó una marca indeleble y, como asegura el nieto, cada lector le aporta su capa de sentido. “Cada uno tiene su propio Eternauta, que mantiene una relación íntima con quién lo lee”, dice convencido.

“Genera una especie de ritual entre distintas generaciones, como si al pasarse el libro se dijeran unos a otros: ‘Te voy a entregar algo que es importante para vos, para tu identidad, y también lo fue para mí’. Es el relato aventurero más paradigmático de la historia contemporánea; el personaje de Juan Salvo es el más arquetípico de las últimas décadas. Y ese ida y vuelta, ese contrabando constante de El Eternauta, me conmueve porque creo que mi abuelo vuelve con los lectores. Ahora con la serie y la dimensión espectacular que tomó con Netflix, hay una vuelta nuevamente a ese ritual de compartir el libro con otros que todavía no lo leyeron o no lo conocían. Es un símbolo familiar para ciertas generaciones”.

El Eternauta, en español, en chino y en inglés

Martín y su mujer, la productora Laura Bruno, se ocupan de que la obra emblemática de Oesterheld se lea en todo el mundo. Además de la edición local, a cargo del grupo Planeta, se edita en Estados Unidos, Italia, Grecia, Francia, Croacia, Portugal, República Checa, Serbia, Finlandia, China, Polonia, España, México, Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil y Alemania.

La publicación en Estados Unidos, en 2015, en una edición de lujo de extraordinaria calidad, impresa a partir de los dibujos originales de Solano López (y no de reproducciones, como en otros casos), con una portada calada donde se resalta la mirada de Juan Salvo, disparó el interés del mundo anglosajón por la historia del viajero del tiempo que encabeza la resistencia humana contra una invasión alienígena.

La edición de Estados Unidos ganó en 2016 el

-¿Dónde estaban esos originales?

-En Italia. En 2002, fui a una muestra de historietas en la ciudad de Torino, donde hicieron un homenaje a mi abuelo, y encontré esos materiales que no sabía que tenía un editor italiano. El tipo, muy conocedor del paño, los conservaba como coleccionista. Eran originales que yo no había visto nunca. Cuando se fundió la editorial Frontera, de mi abuelo, muchos materiales de la revista Hora Cero, terminaron en Italia. Como sucede con muchos historietistas argentinos que son muy reconocidos allá, hay más materiales suyos en Europa que en la Argentina. A partir de ese encuentro, pude escanear el material e impulsar ediciones de excelente calidad, como la que salió en inglés, que es excepcional. En 2016, ganó un premio Eisner, que es como el Oscar de los cómics. También se editó en Italia remasterizado y desde entonces estamos editando constantemente.

-¿Esa edición en inglés les abrió las puertas de Netflix?

-Sí, cuando empezó la preventa de Amazon, aparecieron comentarios muy buenos del mundo de la cultura, de periodistas y especialistas. Ese fue el impulso para que el mundo audiovisual anglosajón se preguntara “¿y esto qué es?”. Ahí, empezamos a pensar en posibles directores, junto con el productor Matías Mosteirín, y en un formato televisivo de miniserie, pero en términos de plataformas que para entonces ya habían desplazado a la televisión tradicional. Tuvimos miles de reuniones con todos los estudios que se te puedan ocurrir y, en un momento, nos dimos cuenta de que, necesitábamos un abogado especialista en derechos de autor y dimos con un argentino que trabajaba en uno de los estudios más importantes de Los Ángeles. Y con él fuimos cocinando todo esto. Cuando llegamos a Paco Ramos, que había entrado como director creativo en Netflix, le presentamos el proyecto nos dijo: “Yo sé qué es El Eternauta”.

Ricardo Darín, como Juan Salvo, en la serie de Netflix

-Tomando como ejemplo la adaptación como miniserie de una novela clásica como Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, también concretada por Netflix, los hijos de Gabo insistían mucho en que querían ser fieles a lo que había creado el padre. ¿En este caso, pensabas en ser fiel a la historia de tu abuelo o qué había que hacer para no “traicionar” el espíritu original?

-Yo pienso de otra manera. Como proceso creativo, nunca me pareció interesante replicar lo que ya estaba hecho de otra forma. Me parece que las mejores obras en relación a las adaptaciones no tienen por qué ser copias sino, nuevas versiones, nuevas miradas. Creo que, por un lado, está la obra original y, por el otro, la adaptación. Es un crecimiento, una lectura, una cantidad de códigos nuevos que se suman. Al llevar la historia a la época actual, indefectiblemente iba a haber un cambio. La serie se centra básicamente en la aventura. Veremos cómo se desarrolla en la segunda temporada, pero claramente no empieza con un relato retrospectivo como en la historieta. Son decisiones que nosotros bancamos. No quise ser el patrullero de nadie. Pero sí me interesaba que no traicionara su propia lógica. Una estetización, por ejemplo, hubiera sido traicionarlo.

-¿Por qué decidieron anclar la trama en la época actual?

-La historieta se edita desde el 57, semanalmente, con 56 entregas, hasta el 59. La idea del recorrido de la periferia a la ciudad está narrada en el original con una lógica que tiene que ver con algo temporal. Lo que pasa de una manera extraña y en la circularidad que tiene el destino del personaje es que se va narrando casi documentalmente algunas acciones que están involucradas con aquella época. Hay huellas de aquel presente, por ejemplo, en algún muro de alguna calle dibujada por Solano. En el 58, cuando se hace el pacto Perón-Frondizi, aparece en la historieta un muro que dice “Vote a Frondizi”. Me parece que, si fuera la época original, entre 1957 y 1959, habría que tener mucha imaginación como para que los hechos históricos no queden clavados en el pasado.

Para muchos cineastas, de Lucrecia Martel a Alex de la Iglesia, resultó un proyecto imposible. ¿Por qué crees que no se había podido concretar antes?

-Era como una especie de gran promesa y un desafío casi imposible, pero no porque la historia fuera inadaptable sino porque resultaba improbable en términos económicos. Implicaba un salto cualitativo en el mundo de la producción. Haber llegado a esta instancia nos tiene que llenar de orgullo a todo el mundo audiovisual argentino.

-En términos de ventas, ¿el libro también fue un fenómeno sostenido en el tiempo o hubo épocas en las que no se vendía?

El Eternauta siempre tuvo diferentes vidas. Y eso tiene que ver con el contexto social: cuando soplas un poco la brasa, se levanta de nuevo el fuego. Pero en países como Italia, por ejemplo, es muy famoso. Después de la Argentina, el país donde más caló es Italia.

Martín Oesterheld dice que la adaptación era una especie de gran promesa y un desafío casi imposible:

-A lo largo del tiempo, la historia tuvo sucesivas lecturas. Incluso hubo una representación del personaje como “Néstornauta”, dedicada al expresidente Néstor Kirchner. ¿Qué pensás de esa particularidad? No es algo que suceda con todas las historietas.

El Eternauta siempre fue un símbolo de resistencia social. Mucho antes del kirchnerismo, todos los 24 de marzo aparecen en los muros, las remeras, las banderas. Y cuando empezaron los juicios a los genocidas, también fue un vehículo para generar un símbolo. Eso es lo que mantiene vivo a El Eternauta y a mi abuelo. Creo que mi abuelo vuelve constantemente en ese tipo de representaciones. Cuando camino de una manera anónima en las manifestaciones, siempre me encuentro con remeras, tatuajes. El otro día me mandaron una foto de un tipo en la cancha de Huracán que tenía un tatuaje hermoso de El Eternauta, con la frase “Mi único héroe en este lío”.

-Desde hace algunos años, la tira se lee en las escuelas secundarias. ¿Crees que se interpreta de otra manera en la actualidad?

-Por un lado, como todo clásico siempre tiene algo para decir y siempre tiene algo nuevo para decir. La historia está instalada en la lógica de la ciencia ficción y algo muy importante es que abandona la lógica sajona y consolida la propia. Eso activa una representación identitaria muy fuerte. Además, hay un recorrido de la periferia al centro en una historia que se narra a partir de una ciudad que dos años antes, en el 55, había sido bombardeada. La ciudad, para los porteños, es muy reconocible en la trama. Eso hace que al día de hoy genere ese nivel de mito.

-¿Y la lectura política que tuvo en los años sesenta y setenta?

-Es una obra muy comprometida y no solo por la historia. Durante la dictadura, era comprometido tener el libro. Hubo gente que lo enterró porque estaba prohibido. Y hay capas de sentido que exceden la obra, que, que son las lecturas propias de nuestra historia. El Eternauta es la historia de un sobreviviente, de una especie de resistencia policlasista, de un grupo de gente común que hace un gran esfuerzo por sobrevivir con distintas actitudes. La idea de la resistencia siempre incomoda.

-La resistencia aparece muy fuerte en la figura de tu abuela Elsa.

-Por supuesto. Una resistencia completa. Fue la persona más importante de mi vida. De ella aprendí lo que significa el cuidado de los más chicos, estar fuerte y mantenerse viva para quien tenía que cuidar. Tuvo que bancar lo imposible. Y, además, no abandonar la búsqueda. Siguió buscando a sus nietos hasta el final.

-Decís que cada lector tiene su propio Eternauta. ¿Cómo es el tuyo?

-Yo tengo el mío tengo guardado adentro desde que era muy chico y es bastante particular. Mi Eternauta es una especie de gran organización identitaria, entre todas las ausencias.

Para agendar

En la Feria del Libro, el 9 de mayo, a las 20.30: “El Eternauta, la serie: del cómic a la pantalla”. Panel sobre la primera adaptación audiovisual de la icónica novela gráfica argentina de ciencia ficción, con Bruno Stagnaro (director, creador y guionista), Matías Mosteirín (productor ejecutivo), Martín M. Oesterheld (consultor creativo), Francisco Ramos (Vicepresidente de Contenido de Netflix para Latinoamérica). Presenta: Hinde Pomeraniec. En la sala: Victoria Ocampo, Pabellón Blanco.