La creación de la comisión investigadora del caso $LIBRA y la interpelación al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el martes pasado, cristalizó una nueva dinámica legislativa que, desde principios de año, se incubaba en la Cámara de Diputados: la conformación de dos mosaicos tan heterogéneos como antagónicos entre sí que aglutinan, de un lado, al oficialismo con sus aliados –Pro, un sector de la UCR y partidos provinciales– y, del otro, una oposición cada vez más ofensiva que remite a lo que en 2010 se dio a llamar el “Grupo A” que batalló en el Congreso contra el kirchnerismo.

Esta reconfiguración de los bloques legislativos promete prolongarse a lo largo del año, mal que le pese al Gobierno, que a esta altura pensaba bajarle las persianas al Congreso con la excusa de las elecciones legislativas. La agenda de leyes pendientes del Poder Ejecutivo ya dejó de ser prioridad: una muestra de ello es que las comisiones presididas por los libertarios están paralizadas y en lo que va del año solo motorizó lo más urgente, la ley que suspende las elecciones primarias.

Está claro que al oficialismo lo único que le preocupa es evitar que el Congreso se convierta en una vidriera opositora en plena campaña electoral. Los bloques adversarios pretenden todo lo contrario y en función de ello unen fuerzas –pese a su heterogeneidad y sus diferencias– para intentar llevar adelante su agenda y vencer el escudo protector que articuló la bancada libertaria junto a sus aliados.

Reunión de la comisión investigadora de diputados para el caso $LIBRA

La conformación de la comisión investigadora del caso $LIBRA –el primer gran escándalo que salpica al presidente Javier Milei– fue la postal perfecta que puso en evidencia el antagonismo que enfrenta a estos dos grandes bloques legislativos. El miércoles pasado se reunieron por primera vez sus 28 integrantes: de un lado se ubicaron los 14 miembros oficialistas y sus aliados de Pro, la UCR y de Innovación Federal; frente a ellos se posicionaron los 14 integrantes opositores provenientes de Unión por la Patria, Encuentro Federal, Democracia para Siempre (que aglutina al radicalismo crítico del Gobierno), la Coalición Cívica y la izquierda.

Esta situación de empate de fuerzas impidió poner en marcha a la comisión con la elección de su presidente y demás autoridades. Triunfo para el oficialismo, que logró sumar a sus filas al sector del radicalismo que conduce el cordobés Rodrigo De Loredo, cada vez más pintado de violeta; a tal punto llegan sus necesidades electorales que, en un guiño al Poder Ejecutivo, ni siquiera accedió a firmar un pedido de informes al Gobierno por el caso $LIBRA.

Este nuevo alineamiento de fuerzas en la Cámara de Diputados se sinceró en aquella reunión infructuosa de la comisión investigadora. El diputado Nicolás Massot, de Encuentro Federal, lo puso en palabras cuando, después de largos discursos, se llegó a un punto muerto a la hora de definir la presidencia de la comisión, que se dirimía entre la diputada Sabrina Selva (Unión por la Patria) y Gabriel Bornoroni (La Libertad Avanza).

Reunión de la comisión investigadora de diputados para el caso $LIBRA

“Hoy estamos en un preanunciado empate 14 a 14. A nadie se le escapa que cuando votamos a la diputada Selva para presidir, representamos 140 voluntades en el recinto y los que votaron por el diputado Bornoroni no representan más de 120 voluntades. Nosotros queremos que esta comisión sirva para esclarecer un hecho absolutamente oscuro; de no poder destrabarlo aquí lo resolveremos en el recinto, el único lugar donde no puede haber empate”, avisó Massot.

Silvana Giuidici (Pro), lugarteniente de Patricia Bullrich en el Congreso y comisaria política del oficialismo, tomó el guante. Tildó a Massot de “jefe de la oposición” e, irónica, se preguntó por qué aquellas fuerzas que, otrora, lucharon contra la corrupción kirchnerista ahora deciden unir fuerzas con Unión por la Patria. Una estocada directa hacia las huestes de Miguel Pichetto, la Coalición Cívica y los diputados radicales que responden al díscolo Martín Lousteau. Todos ellos socios, junto a Pro, del fenecido Juntos por el Cambio.

Esta escena revela dos aspectos claves de la nueva configuración parlamentaria. En primer lugar, el kirchnerismo dejó de ser visto como la mancha venenosa al que el resto de los bloques rehuía; frente a un oficialismo cada vez más empoderado, los distintos bloques opositores entendieron que solo uniendo sus fuerzas tienen posibilidades reales de avanzar en la agenda de proyectos que los libertarios resisten. No se consideran aliados, pero ya dejaron de ser adversarios acérrimos.

Reunión de la comisión investigadora de diputados para el caso $LIBRA
Martínez

Su próxima ofensiva está lanzada. Para fines de este mes preparan la convocatoria a una nueva sesión especial para discutir temas de alta sensibilidad social que el oficialismo y sus aliados, con el argumento de defender el equilibrio fiscal, rechazan de manera tajante. Los proyectos en carpeta son, en principio, tres: la declaración de emergencia en discapacidad en todo el país; la actualización del presupuesto universitario y un nuevo régimen que reemplace la última moratoria previsional, ya vencida.

En la otra vereda, los libertarios dan muestras ostensibles de vocación de poder con la cooptación de aquellos bloques que, como el radicalismo, hasta el año pasado asumían el papel de árbitros neutrales y ahora se suman a las filas oficialistas en el rol de aliados sea por afinidad política, conveniencia electoral, o ambas.

Así las cosas, ya no hay terceros en discordia en la Cámara de Diputados. Las próximas sesiones mostrarán un hemiciclo dividido en dos y prácticamente empatado, aunque con lealtades fugaces y efervescentes. Una postal que promete prolongarse hasta que las próximas elecciones legislativas arroje una nueva correlación de fuerzas.