La vestimenta estival que descubre el cuerpo permite observar más fácilmente cuánta gente lleva hoy tatuajes. Lo que otrora fue patrimonio exclusivo de algunos marginales, y con connotaciones muy diferentes de las actuales, hoy se extiende como una mancha de tinta, precisamente. Transversal a edades y clases sociales, ya no son solo símbolos de rebeldía, sino un fenómeno sociocultural.
Un estudio realizado en enero pasado por la consultora Voices! entre mil argentinos reveló que tres de cada diez tiene algún tatuaje, un 31%. Siete de cada diez personas tatuadas afirmaron tener más de uno. En su mayoría se trata de personas de menos de 50 años, más mujeres que hombres, con preponderancia de los grupos socioeconómicos más bajos. En promedio, el primer tatuaje llegó a los 24 años.
Un capítulo aparte merece la investigación sobre los motivos para tatuarse: homenaje a seres queridos como familiares, amigos, mascotas (26%); diseños compartidos con parejas, amigos o familiares (25%); estética (22%); impulsos, recuerdos importantes y superación de momentos difíciles (21%); apoyo al arte del tatuaje (20%); inspiración y motivación con frases o símbolos (15%).
De los jóvenes consultados, casi la mitad de los que ya están tatuados planea sumar nuevos diseños. Las mujeres lideran la tendencia: entre los 18 y los 24 años, el 50% confirmó tener la intención de tatuarse.
En las redes se comparten diseños e influencers se exhiben casi sin centímetros libres de tatuajes. Ante la tentación de tatuarse, se advierte que puede haber riesgos como infecciones, reacciones alérgicas y problemas en la cicatrización. También existe el riesgo de contraer enfermedades que se transmiten por la sangre a través de agujas o tintas contaminadas, e por lo que conviene recurrir a centros acreditados que observen medidas de asepsia y seguridad.
Respecto de la percepción social que se asocia a los tatuajes, la mayoría cree que tenerlos no afecta la visión de ellos, pero un 17% opina que sí los afecta negativamente, algo que refieren mayormente quienes no se tatuaron y pertenecen a grupos socioeconómicos más altos. Al compartir la primera asociación que llegaba a sus mentes ante la mención de “tatuajes”, un tercio apuntó a connotaciones positivas como “arte”, “belleza”, “recuerdos” y “me gusta”. Cuatro de cada diez mostraron neutralidad y tres de cada diez refirieron palabras negativas como “horribles”, “no me gustan”, “dolor” y “tóxico”. Para borrar o actualizar tatuajes hay que recurrir a tratamientos que utilizan láser.
Muchos se preguntan cómo se verán cuando el paso del tiempo afloje los tejidos y arrugue la dermis. Cuando el lienzo es la propia piel, no está de más tomar algunos recaudos.