En un momento en que la industria avanza más rápido que la capacidad de los gobiernos para regularla, el Perú enfrenta el importante reto de implementar regulación frente a la inteligencia artificial. La pregunta es la siguiente: ¿qué modelo de regulación adoptar?
Hay dos grandes corrientes que valen la pena el análisis que tienen su base en los derechos humanos y principios orientativos. Estados Unidos impulsa un enfoque más flexible que fomenta la autorregulación, mientras que la Unión Europea ha aprobado el primer marco legal vinculante del mundo, el AI Act. Ambos modelos ofrecen aprendizajes valiosos, pero también riesgos si se trasladan sin adaptación al contexto local.
El enfoque estadounidense, reflejado en el Blueprint for an AI Bill of Rights, no es una ley, sino una guía con principios clave para proteger a las personas frente a usos dañinos de la IA. Aunque carece de fuerza legal directa, sugiere estándares éticos frente a la protección de datos y la rendición de cuentas. Su fortaleza radica en su flexibilidad, la cual es importante para fomentar la innovación.
Por contraste, la Unión Europea ha optado por un marco regulatorio vinculante y jerarquizado, que clasifica los sistemas de IA según el nivel de riesgo: inaceptable (prohibido), alto, medio y bajo. Este enfoque exige obligaciones específicas en cada categoría, incluyendo evaluaciones de impacto, documentación técnica y supervisión humana. Por ejemplo, la UE veta el reconocimiento facial masivo en espacios públicos, lo cual nos indica que se pone mayor énfasis en la ética por delante del desarrollo del mercado.
Uno podría decir que el modelo de la UE es más limitante para las empresas de tecnologías emergentes. El hecho de tener una ley tan rigurosa exige que las empresas sean auditables y puedan mostrar resultados. Eso va a desalentar a las startups a consolidar empresas de inteligencia artificial y frenar el desarrollo de la industria para el uso general de estas herramientas.
Como parte del sector, busqué capacitarme en regulación de IA en Purdue University para responder lo siguiente: ¿Qué le conviene a Perú? Aún no existe un marco regulatorio definido, aunque ya hubo algunas mesas técnicas. Existe la Ley 31814 que busca promover la IA y que aún está en conversaciones para definir su enfoque. Sin embargo, como país hemos mostrado tendencia hacia uno más permisivo. Por ejemplo, el uso de tecnologías de vigilancia con IA ha avanzado sin evaluaciones públicas ni marcos normativos claros. Esta situación plantea la oportunidad de diseñar una regulación adaptada a nuestra realidad tecnológica, institucional y económica.
No obstante, dado que la industria tecnológica local aún es incipiente, una regulación demasiado restrictiva podría desalentar la inversión, especialmente en un contexto donde países como Chile ya están atrayendo capital y talento regional. De la misma manera, la ausencia de reglas mínimas también puede generar desconfianza y abusos. Lo que Perú necesita no es simplemente elegir entre EE. UU. o Europa, sino construir un modelo híbrido que adopte flexibilidad en base a criterios que defiendan al consumidor.
Recordemos que regular no es lo mismo que prohibir. Perú es un país que aún está a tiempo de sentar las bases para un ecosistema de IA ético, competitivo y alineado con la promoción de la tecnología a nivel nacional. Además, cabe destacar que tenemos muchos profesionales talentosos trabajando en el sector y un mercado que cada vez se hace más receptivo a estas herramientas. Si seguimos aplazando este debate o la discusión de una ley de inteligencia artificial, podríamos perder una oportunidad de crecimiento vital en el sector tecnológico.