Los que eligen este tipo de alojamientos no se preocupan por la dificultad para alcanzarlos. Esa es justamente su mayor virtud: en extremos del país como los cerros tucumanos, la selva misionera o el Lago del Desierto, coinciden en un perfil de público aventurero que aprecia el confort -están lejos de ser campings-, pero no le interesa estar cerca de un centro urbano o con señal de celular. La gracia es, por el contrario, encontrar una buena base lejos de todo.
1. Las Queñuas
San José de Chasquivil, Tucumán
Llegar a esta posada de piedra y madera que se esconde en una reserva privada de San José de Chasquivil, a 2.200 metros de altura, en los cerros tucumanos, es la recompensa después de dos días de exigida cabalgata. Para acceder, es preciso anotarse a una de las cabalgatas que organiza Nicolás Paz Posse, de Cabra Horco Expediciones, a ese destino.
La vía más corta es llegar hasta Anfama en 4×4, antes de seguir al paso o a pie. Esto implica sortear arroyos, faldeos rocosos, cornisas inverosímiles… cuesta arriba y cuesta abajo a través de una sucesión de paisajes de poderosa belleza.
Cóndores, yales azules, chingolos y aguiluchos puneños sobrevuelan los cielos de estos parajes serranos, y entre las escabrosidades del terreno late una vida salvaje de zorros colorados, pumas, gatos del pajonal, guanacos y llamas.
Pero lo que de verdad asombra, una vez que se llega a este lujo escondido en lo alto, es saber que heladera, freezer y demás objetos al servicio de los huéspedes, fueron traídos a lomo de mula en travesías de no menos de diez horas. Todo, salvo los muebles, que fueron hechos in situ por Rufo Navarro, el encargado del lugar. La posada no nació como tal, sino que fue concebida para uso estrictamente familiar, pero de a poco fue cobrando sentido la idea de convertirla en una meta de viajeros no convencionales, el refugio soñado al que se llega después de varios días de andar al paso montaña traviesa.
Durante 2025, habrá salidas a Las Queñuas: 1° de mayo, 22 de mayo, 13 de junio, 15 de agosto, 9 de octubre y 20 de noviembre.
T: +54 9 381 678-8399 /+54 9 381 653-6200.
IG @cabrahorco
IG: @lasquenuas
2. Surucuá Ecolodge
La Península, Misiones
Adrián Heredia y María Laura Alcaraz abrieron este lodge sin cortar un solo árbol, en medio de un palmital y entre altísimos palos rosas y alecrines, a orillas del río Iguazú. La reserva y ecolodge se levantan en una zona virgen del noreste misionero llamada La Península, a 70 km de las Cataratas y a 40 minutos de Andresito.
Son sólo cuatro cabañas conectadas con pasarelas en las que el único lujo es la riqueza del monte, la posibilidad de ver aves –se registraron 380 en la región– como el surucuá (pariente del quetzal, que ronda la casa), el bailarín, los boyeros o caciques de nidos largos. O el urutaú, que se camufla con los troncos y las ramas secas y se queda inmóvil; es casi imposible distinguirlo.
Desde Andresito, el pueblo más joven de Misiones, se llega hasta acá por caminos de tierra colorada. Esta porción de selva es ideal para hacer senderismo entre lianas, musgos y helechos, o pasear en kayak por el río Iguazú. También es posible visitar el Parque Provincial Urugua-í y la cooperativa de yerba mate Andresito.
C: (0376) 437-1046. Whatsapp: (0376) 429-9144.
info@surucua.com www.surucua.com
Rancho ‘e Cuero
Mendoza
Hace muchos años, la única manera que había de llegar a esta propiedad solitaria rodeada de montañas, era a caballo. Hoy se resuelve a través de varias opciones: (1) ir en auto alquilado hasta un punto convenido –6 km antes de la estancia–, donde habrá alguien de Rancho ‘e Cuero con una camioneta; (2) contratar un transfer desde Mendoza ciudad: los anfitriones orientan al respecto; (3) contratar el transfer de la estancia; (4) en helicóptero.
En plena cordillera de los Andes, en Tupungato, se esconde el casco de esta antigua estancia de más de 250 años donde es posible hospedarse y hacer cabalgatas en medio de paisajes espectaculares.
La familia Palma administra la propiedad con vistas a la montaña y atravesada por un arroyo. Muebles antiguos, mantas artesanales y tonos tierra aportan calidez a sus seis habitaciones y amplios ambientes.
En el lodge principal se sirven las comidas, con énfasis en las carnes asadas, en las ensaladas frescas y en los vinos del Valle de Uco. Los senderos de montaña se recorren a pie o con caballos criollos hasta los picos más altos, entre valles verdes y quebradas. Se destaca el que lleva al Glaciar Nievero del Plata y a una laguna verde esmeralda ubicada a 4.300 metros de altura, sobre la cara sur del cerro El Plata. En el camino es posible avistar ciervos colorados, guanacos, zorros, liebres y cientos de aves.
Ruta 89 s/n, La Carrera.
Whatsapp: +54 9 261 485-5238.
ranchoecuero@ranchoecuero.com
www.ranchoecuero.com
4. Aguas Arriba
El Chaltén, Santa Cruz
Es la única casa a orillas del Lago del Desierto. Asoma en un bosque denso de lengas de 400 años, justo frente al glaciar Vespignani, con senderos que acaban en peñones, glaciares colgantes, playas de arena y cascadas con pozones. El check-in es por vía lacustre, en lancha, o en un trekking de tres horas por el bosque.
Patricia García, una paisajista de Buenos Aires, e Ivor Matovic, ingeniero de origen sudafricano, buscaban un cambio de vida y eligieron este spot –donde es posible ver huemules muy campantes– algo apartado de El Chaltén pero con vista privilegiada de su pico icónico (desde su cara norte).
Construir el lodge demandó 2.500 viajes en lancha. Transportaron, a lo largo de cuatro temporadas, los clavos, la madera, los artefactos y los muebles para equipar la casa. La logística descomunal tuvo, al fin, sabor de hazaña.
Decidieron que sólo fueran cinco las habitaciones para garantizar la mayor intimidad “y que los huéspedes se sientan como amigos en su casa”. Usaron materiales nobles, madera de ciprés, piedras traídas de la playa y mucho vidrio para que se reflejaran las montañas, el glaciar y el lago.
Anfitriones sin esfuerzo, junto a un staff muy coacheado y atento a cada detalle, acompañan a recorrer los senderos, como el que lleva a unas cascaditas a metros de la casa, al glaciar Vespignani, del otro lado del lago, o al glaciar Huemul y su laguna color esmeralda. Pato despunta el vicio de la botánica y se detiene a señalar cada florcita o planta del bosque, con rocas tapizadas de musgos fluorescentes. Hay otras caminatas más largas a los valles que llegan al glaciares Milodón y Cagliero Este, menos conocidos. También son parte de la propuesta un domo para practicar yoga y salidas de pesca con mosca, todo personalizado y con guías.
Lago del Desierto. T: (+54 9 11) 6134-8452. Lodge, T: (+54 11) 4152-5697.
aguasarribalodge.com
Reciben mayores de 12 años.
5. Isla Victoria Lodge
Parque Nacional Nahuel Huapi
Emblemático destino de mieleros, la versión actual de Isla Victoria no es aquella que proyectó Miguel de Césari en lo alto de Playa del Toro en 1946, cuando Parques Nacionales promovía el desarrollo de un turismo culto y cuidado en la esplendorosa “Suiza argentina”. Reducto que visitaban personalidades del mundo como el sha de Persia y la emperatriz Farah Diba, entonces tenía solo siete habitaciones y un comedor para 200 personas que se abría para festejos, hasta que fue arrasado por el fuego en 1982.
A cargo de la familia Iachetti, propietaria de los hoteles MareSur, reabrió a fines de 2001 respetando la antigua fisonomía pintoresquista, pero con estructura de acero y hormigón, livings mullidos que invitan al relax, gastronomía de autor, 22 habitaciones de moderna ambientación y un equipo de guías que diseña las excursiones por playa Totoras, playa Piedras Blancas o la Bahía Puerto Oscuro, entre tantos otros soberbios rincones.
Desde el deck de madera de la terraza se ve el contorno de la arena ribeteando el lago Nahuel Huapi. Atrás hay bosques, islotes verdes y las estribaciones de Los Andes. El paisaje es impoluto: no hay humo, cables, torres, nada que interrumpa el disfrute de la naturaleza; es una vista privilegiada. Las excursiones se realizan con guías habilitados por Parques Nacionales. Pueden ser a caballo o en bicicleta o caminatas por algunos de los senderos de los 31 km2 de la isla. Para los fanáticos del agua, el kayak espera.
En el pizarrón del comedor anticipan cada día las opciones del menú, siempre con verduras de la huerta. En las tardes de verano, la siesta junto a la gran piscina exterior es un clásico al que pocos se resisten.
Isla Victoria. Parque Nacional Nahuel Huapi. T: (011) 4394-9605 www.islavictoria.com
Se llega tras 20 minutos de navegación desde el embarcadero del hotel Tunquelén.
6. Refugio del Minero
Cuesta de Capillitas, Catamarca
Descansar en este hotel offroad implica aventurarse en una 4×4, sin señal de celular, y trepar los 3.100 m hasta cruzar la cuesta de Capillitas. Allí, como un oasis en el desierto, se detecta el Refugio del Minero. Debe su nombre a la historia de Don Miguel Yampa, un minero catamarqueño que descubrió en ese sitio un yacimiento de rodocrosita al que bautizó Santa Rita. Él y su familia dieron vida —y atienden con calidez— a esta inmensa construcción diseñada por el arquitecto andalgalense Ricardo Lacher.
Cuenta con 12 espaciosas habitaciones ambientadas con muebles de algarrobo del chaco y agua caliente calentada con leña. La calefacción es provista por estufas a gas. Algunas cuentan también con balcón e hidromasaje.
En el restaurante, abierto al público, sirven exquisitas humitas y su especialidad: mote y frangollo, plato de Santa María elaborado con maíz molido y carne.
El plus de este hotel es descubrir el trabajo de la minería de primera mano, internarse en sus cavidades con casco y linterna, y visitar el museo mineralógico montado a 150 m de la hostería. La desconexión aquí está garantizada: no sólo no hay señal de teléfono ni wifi sino que, además, la luz es provista por un generador que se detiene cada noche e invita a contemplar el cielo regado de estrellas fugaces.
T: (+54 3835) 42-3263. C: (+54 9 3835) 15 40-4604. refugiodelminero@yahoo.com.ar
Facebook: refugiodelminerohosteria