Probar quesos artesanales, como un suave rocamadour de cabra −con denominación de origen protegida– en sus famosos mercados de productores. Escuchar jazz en vivo y elegir vinilos en la feria que se monta en derredor a la iglesia Saint-Aubin, donde también se puede aprender a bailar danzas africanas. Comer un crepe bretón y tomar un té de menta marroquí. Sentarse al borde del río Garona a relajarse y conectar con la naturaleza arbolada de la riviera.

Hacer una pausa en un jardín zen. Pasear por sus canales y cruzar sus puentes al atardecer. Recorrer sus barrios bohemios repletos de librerías, bistrós, cafeterías y animadas terrazas que invitan a tomar una copa de un rosado de la vecina región de Fronton, reconocidos por su nariz floral, con notas a violeta y regaliz. La primavera europea es una hermosa época para visitar Toulouse. La ciudad es perfecta para palpar y saborear la buena vida a la francesa, por eso la consagrada guía de viajes Lonely Planet la destacó como la ciudad número uno para descubrir este año. La pequeña París del sur está a full, es el momento para conocer su placidez.

Las construcciones antiguas delinean el perfil urbano

Joie de vivre

Conectada con el cielo y con la tierra, Toulouse es líder por su industria aeronáutica y la innovación espacial, así como es una de las principales zonas agrícolas de Francia que cultiva ingredientes de calidad para la alta gastronomía. Tan histórica como activa, exhibe plazas llenas y una costanera con dinamismo. Aquí a la gente le gusta salir, aunque más no sea para sentarse a tomar algo en la vereda y ver la vida pasar. La hora de l’apéritif es sagrada, y nadie quiere perdérsela: cuando baja el sol es el instante de hacer un pausa en el bar.

Cómo es por dentro un crucero de última generación, con un tobogán que bate récords, hamacas colgando al mar y 22 pisos

Es un destino que se descubre andando, a partir de sus barrios y monumentos. Para empezar, el casco antiguo con el Capitolio, luego la Basílica de Saint-Sernin, la mayor construcción románica de este tipo. Patrimonio Mundial de la Humanidad, es a causa de estos ladrillos que se la llama la ville rose. Como París, Toulouse también está atravesada por un río, con sus antiguos puentes. La perla es el Canal Du Midi, que une el océano Atlántico con el mar Mediterráneo.

La iglesia de Saint-Aubin, de 1847

“Toulouse tiene la particularidad de ser una ciudad universitaria, con una alegre población joven. Al ser pequeña, te podés mover en bicicleta, yo utilizo las de la ciudad, que desde el año pasado también tienen la opción eléctrica. Hay un montón de estaciones para levantar una y dejarla en otro lado, lo que facilita los traslados. En mi caso, de casa al trabajo tengo un trayecto muy lindo de 2,5 kilómetros bordeando el río Garona”, cuenta Sofía Teodoro, una argentina que trabaja en una empresa francesa que presta servicios para satélites geoestacionarios. La rutina le sonríe a Sofía en Toulouse, la ciudad del sudoeste francés que la tentó con su estilo de vida. Cambió el fútbol por el rugby, que aquí es “religión”. Y se llenó de programas al aire libre: “Un paseo muy bonito es ir al parque que bordea el río y sentarte un rato a leer un libro, a tomar un café, a almorzar algo que te hayas llevado. Hay gente en el agua remando; otros, cuando hay viento, hacen kitesurf. Es una ciudad muy deportista, con el río en el centro”.

Con un exclusivo terroir que combina elementos naturales y culturales, sus numerosos mercados y ferias son los mejores ejemplos del acervo gastronómico de la región y los mejores sitios para degustar la calidad de los productos locales. “Una de las grandes sorpresas de Toulouse para mí fue descubrir los mercados. Hay algunos más de barrio, para hacer las compras: yo voy los miércoles por la tarde al de la Place Héraclès, en Compans-Caffarelli, donde se estacionan diferentes trucks, como el camión de la crèmerie. Está atendido por una pareja mayor de productores que siempre intenta enseñarme algo”, describe Sofía.

Vecinos y visitantes se congregan cotidianamente en este ritual de ir al mercado, donde también se comparten recomendaciones y saberes con los expositores. Maestros queseros y chocolateros, pasteleros, panaderos, pescadores, porcicultores, granjeros, ganaderos, chefs y bodegueros recorren estos espacios que son un deleite para el paladar.

Reflejo de ciclistas sobre el río

Capital gourmet

Toulouse es la capital de Occitania y de sus sabores locales. Sus especialidades son los embutidos, las aves, el cordero. De platos regionales a cocinas de Francia y del mundo, se puede probar de todo. Del famoso cassoulet: una receta tradicional con mantecosas alubias blancas de variedades propias, confit de pato y cerdo que se guisa durante mucho tiempo a fuego lento en la cassole –una cazuela de barro cocido fabricado por los alfareros de pueblos cercanos– y se sirve gratinado. A trufas, ostras, caracoles, foie gras, todo tipo de patés, quiche lorraine, croissants, aceitunas griegas, antipasti, paella, cuscús y baklava. Más todos los productos orgánicos que se pueden imaginar, si el plan es cocinar en el apart hotel o el departamento alquilado, de los mejores mariscos a aderezos premium. Hasta flores para decorar la mesa.

Cada día de la semana hay una feria diferente que llega a cada zona de la ciudad para llenarla de vibra callejera, como sucede los miércoles en la Place du Capitole. Además, están los mercados cubiertos que funcionan en edificios emblemáticos como el de Victor Hugo, que es el más prestigioso de Toulouse y uno de los más conocidos de Francia, con 80 puestos que reúnen todo el caudal de sabor tolosano: charcuterie, quesos, carnes, vegetales, panes, pastelería, bombones, vinos, licores.

El cassoulet, un plato tradicional a base de alubias

Se puede comer alguna tapa en ciertos puestos de la planta baja donde funcionan los stands de los productores, o subir al primer piso donde directamente hay pequeños restaurantes de grandes ingredientes y barras bulliciosas. Inaugurado en 1896, el Marché Victor Hugo es el mercado cubierto más antiguo de Francia y un sitio hiperauténtico.

Otro de los más animados es el Mercado de Carmes, que abre todas las mañanas en una construcción moderna en el barrio homónimo, que es un distrito en auge y de tendencia. En el exterior, debajo de los toldos de su estructura se montan cafeterías y puestos de libros. Compras foodies y encuentros tête è tête con otros apasionados culinarios son la mejor excusa para ir hasta este sitio de la ciudad que rebosa de vinotecas y pequeñas joyitas gastro como restaurantes de India, Tailandia, Líbano, Italia, México y mucho más. Sí, es de esos lugares en los que hay que ser flâneur y entregarse a sus callecitas para dar con curiosidades y tiendas únicas.

De los mercadillos al aire libre, el de Saint-Aubin se celebra en la plaza que lleva ese nombre y para muchos tiene el charme de Montmartre. La bohemia de ropa vintage, anticuarios, libros usados y discos más bebidas y comida lista para llevar proponen pasar allí todo el día: “Es una salida en sí misma, muy lindo para ir los domingos. Hay artesanías, bandas que tocan en vivo y un barrio muy vibrante a su alrededor para explorar, con cafecitos, boulangeries”, cierra Sofía. El ancho río Garona atraviesa la ciudad y su orilla es el lugar para estar en los meses cálidos, cuando también se instalan paradores que regalan las mejores postales del agua y las alamedas de plátanos.

Toulouse tiene una animada vida nocturna

El río lo tiene todo: extensas zonas naturales como la isla del Ramier y la pradera de los Filtres que hoy es un jardín público donde comienza un paseo de 12 kilómetros a lo largo de la ribera. Vistas excepcionales al Pont Neuf y sus siete arcos majestuosos, la fachada del Hôtel-Dieu Saint-Jacques que data del siglo XII y la cúpula de la capilla Saint-Joseph de la Grave, que es el edificio más fotografiado de Toulouse, con un domo que oficia como faro que indica que allí se encuentra el residencial barrio de Saint-Cyprien, en la margen izquierda. En la margen derecha, los muelles de Daurade son un punto de encuentro ineludible para sentir la onda de la ciudad que se esparce por el paseo Henri-Martin, a lo largo del río.

El ancho río Garona atraviesa la ciudad y su orilla es el lugar para estar en los meses cálidos

Un toque verde

La ciudad está surcada por canales que antaño servían para transportar mercancías y hoy se pueden recorrer a pie, en bici o en barco. Pierre-Paul Riquet, el ingeniero del Canal du Midi, arrancó esta obra maestra en 1666, durante el reinado de Luis XIV, para llevar el agua de Montaña Negra a través de numerosas compuertas que permiten salvar diferencias de altitud y garantizar la circulación de las embarcaciones.

Este destino inesperado está en América y se parece a Venecia

Los parques de Toulouse aportan más verde al entorno. Un imperdible es el Jardin des Plantes, con pequeñas cascadas, fuentes y estanques donde habitan patos y cisnes. Se trata de un antiguo jardín botánico que permite apreciar las especies terapéuticas que investigaban los estudiantes de medicina. Precisamente, fue creado en 1794 por un naturalista. Y hay mucho más. En pleno barrio de oficinas, un Jardín Japonés de entrada gratuita propone un recreo de armonía o una meditación.

Una invitación al exotismo oriental, con puente rojo, dragón y pabellón de té. Como todo jardín zen, combina el mundo mineral con plantas asiáticas y agua. Condecorado como uno de los más bonitos de Francia, hoy ostenta el distintivo de ser un “jardín notable”. Se esconde dentro del parque Compans-Caffarelli, donde también está la estatua de Gardel, para alimentar las versiones que dicen que el mito rioplatense nació en Toulouse.

Datos Útiles

  1. Movilidad

Desplazarse es fácil, rápido y confortable. Las distancias cortas facilitan transportarse en bicicleta, mientras se disfruta de la naturaleza y la arquitectura del camino. Se puede descargar la app para buscar cuáles son las estaciones que tienen pago con tarjeta de crédito y sacar un pase diario. Asímismo, la ciudad está muy bien conectada con autobuses, tranvía y dos líneas de subte. Hasta ofrece teleférico urbano con una vista aérea del río.

  1. Comidas

Desde restaurantes con estrella Michelin (tiene más de 40 mencionados en la afamada guía, de cocina moderna a clásica, regional y de autor) a bistrós de barrio con menú de pasos para almorzar como un duque a un precio promocional. Se puede aprovechar la visita a los mercados tanto para comer in situ en un clima efervescente como para llevarse listo un picnic o la cena. Para comer al modo brasserie parisienne hay muchos sitios que ofrecen la experiencia con menú variado, ambiente chic de espejos, mesas con mantel y mozos elegantes.

  1. Alojamiento

La mejor ubicación para hospedarse es cerca de la orilla, para tener vistas inigualables. Hay de exquisitos hoteles boutique a hostels céntricos y muy prácticos.

En el casco histórico se destaca la Basílica de Saint-Sernin