La malaria (o paludismo) sigue siendo actualmente una de las enfermedades infecciosas más graves y extendidas en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en 2023 se produjeron 263 millones de casos de paludismo y 597.000 muertes por la enfermedad en 83 países, en su mayoría niños menores de cinco años en regiones tropicales.
Como explica la Clínica Mayo, la malaria es una enfermedad potencialmente mortal causada por parásitos del género Plasmodium. Estos microorganismos son transmitidos al ser humano por la picadura de mosquitos infectados del tipo Anopheles, que son más activos durante el anochecer y la madrugada.
Existen varias especies de Plasmodium, pero las más comunes en humanos son cinco, aunque Plasmodium falciparum la más peligrosa y la responsable de la mayoría de las muertes por malaria. Otras especies, como P. vivax, P. ovale, P. malariae y P. knowlesi, pueden causar cuadros clínicos menos severos, aunque también potencialmente graves si no se tratan a tiempo.
Síntomas de la malaria
Los síntomas de la malaria suelen aparecer entre 7 y 30 días después de la picadura del mosquito infectado. De acuerdo con MedlinePlus, los más comunes incluyen fiebre alta, escalofríos intensos y sudoración, dolores de cabeza, náuseas, vómitos y diarrea, dolor muscular y cansancio, anemia y coloración amarillenta de la piel (ictericia).
En algunos casos, los síntomas pueden confundirse fácilmente con los de la gripe o una infección viral común, lo que retrasa el diagnóstico. El paludismo también puede causar convulsiones, insuficiencia renal y coma si se complica.
Una característica distintiva del paludismo es su patrón cíclico de fiebre. Esto ocurre porque los parásitos invaden y destruyen los glóbulos rojos del cuerpo en intervalos regulares, liberando toxinas que generan los episodios febriles.
La forma más severa de la enfermedad es la malaria cerebral, provocada principalmente por P. falciparum, que puede causar daño cerebral permanente e incluso la muerte si no se trata de inmediato.
La malaria se encuentra comúnmente en zonas tropicales y subtropicales, especialmente en África subsahariana, aunque también está presente en partes de Asia, América Central y del Sur, el Caribe y Oceanía. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), casi la mitad de la población mundial vive en áreas de riesgo de malaria.
Diagnóstico y tratamiento de la enfermedad
El diagnóstico oportuno es esencial. Según la Clínica Mayo, se realiza a través de análisis de sangre, que permiten detectar la presencia del parásito en el organismo y determinar su especie. En muchas zonas endémicas, las pruebas rápidas de diagnóstico (RDT, por sus siglas en inglés) permiten identificar casos en cuestión de minutos, facilitando el tratamiento inmediato.
El tratamiento de la malaria depende del tipo de Plasmodium involucrado, la región geográfica de contagio y la gravedad de los síntomas. Los medicamentos más utilizados son los antipalúdicos, como la artemisinina combinada con otros fármacos, cloroquina (en zonas sin resistencia), mefloquina y atovacuona-proguanil. En los casos graves, el tratamiento puede requerir hospitalización y la administración intravenosa de medicamentos para evitar complicaciones mayores.
Cómo prevenir la malaria
Prevenir la malaria sigue siendo la estrategia más eficaz, especialmente en regiones donde la enfermedad es endémica. Las medidas incluyen las siguientes:
- Uso de mosquiteras con insecticida
- Aplicación de repelentes de insectos
- Ropa protectora que cubra brazos y piernas
- Evitar áreas de alta transmisión, especialmente durante la noche
- Uso de medicamentos profilácticos antes, durante y después de viajar a zonas de riesgo