Hace 17 años un 2 de abril comenzaba esta historia entre Lorena (27) y Diego (31) que parecía idílica hasta que las cosas no fueron como esperaban
Todos querían ganar la estrella
Nos situamos en una época donde las redes sociales no existían y menos aún las aplicaciones de citas. Pero se jugaba mucho online por medio de Yahoo Games y ahí estaba metida Lorena todos los días jugando a la canasta online, era tan aficionada que era una de las encargadas de armar torneos para una liga. “Los premios de los torneos eran una estrella y esas estrellitas te permitían cambiar el dibujo del ícono que veían los demás jugadores en la pantalla”, explica Lorena de una fascinación que hoy ya nos resulta arcaica.
En esa época se usaba mucho el armar una mesa privada para explicar a las personas cuestiones del torneo, Lorena -que era muy atenta- como dueña de esa liga le explicó a Diego, un hombre desesperado por averiguar como obtener una estrellita, que para ganar su carácter especial debía jugar el torneo y ganarlo.
Habiendo dicho eso Diego ganó el primer torneo. Lorena ignoraba en aquel momento que Diego estaba viviendo una situación particular: hacía tres años que no salía de su casa porque tenía pánico.
La vida lo había puesto en una situación a la que le costaba reaccionar: Diego hacía viajes particulares con su padre y fueron a llevar a un amigo al banco a cobrar un dinero, estacionaron el auto en un lugar que a Diego le generó cierta desconfianza, pero nadie lo escuchó. Al volver al auto los interceptaron, los hicieron arrodillar, escuchó como gatillaron en su nuca, pensó que lo mataban y comenzó el pánico en su vida, no volvió a salir de su casa y fue entonces cuando los juegos online se convirtieron en su vía de escape.
“Sentí algo impresionante”
Con Diego como ganador del torneo, Lorena volvió a armar una mesa privada para compartirle algunos accesos y demás cuestiones técnicas. Era también una época de chat por medio de Messenger así que intercambiaron sus msn por cualquier inquietud que le surgiera a Diego.
“Ese mismo día, el 2 de abril de hace 17 años, empezamos a hablar por msn y a los minutos yo sentí algo impresionante, él también. Decidimos empezar a hablar por teléfono desde ese día, y así fue todos los días durante horas”, recuerda Lorena.
Entre horas de charlas telefónicas fueron descubriéndose, compartiendo sus intimidades, y seguramente por eso se enamoraron rápidamente y ambos sentían que eran almas predestinadas. Lorena también se encontraba en un momento de su vida con cosas por sanar, estaba con una crisis de fe porque había fallecido su tío y su abuela, lo sintió como un golpe muy grande y se enojó con Dios. “Diego llegó con su fe a restaurar también eso, a contarme, a enseñarme espiritualmente muchas cosas. Juntos empezamos a servir a Dios, a orar, a armar un camino desde ahí, muy espiritual, sin vernos”, cuenta Lorena.
Lo cierto es que se habrán visto por cámara alguna que otra vez y por foto. Pero desde abril hasta agosto hablaron por teléfono todos los días hasta la madrugada, cuando Lorena se quedaba dormida. Ellos sentían como su relación crecía. Se sentían unidos de toda la vida, oraban todos los días por teléfono.
“Fue la peor primera cita del universo”
Llegó el momento de enfrentar la realidad y verse las caras. Pusieron como fecha para su primera cita un 7 de agosto. Por el pánico de Diego de salir de su casa, ambos coincidieron en que lo mejor era que Lorena fuera hasta allá. Ella vivía en Zona Sur, en Avellaneda, y él en Villa del Parque.
El entusiasmo por conocer a Lorena personalmente hizo que Diego se animara a salir de su casa para encontrarse con ella en el Shopping de Villa del Parque, vivía a un par de cuadras pero su pánico no le permitió caminar y se fue en remis.
Lorena viajó durante dos horas y media cargada con todos sus nervios, inseguridades y miedos. “Llegué que no podía más de los nervios, él estaba ahí esperándome y fue la peor primera cita del universo, yo me sentí perdidísima, él también, nos desconocíamos, no éramos los mismos que hablábamos”, recuerda Lorena. De todas formas, a pesar del mal momento, recuerda que Diego fue tierno en invitarla a comer una cajita feliz del local de comida rápida que en ese momento traía un juguete de Hello Kitty y ella era fanática. Pero empezaron mal, con el pie izquierdo, “fue un espanto conocernos en persona y fue toda una desilusión”, se sincera Lorena.
Durante 10 días casi no hablaron, cada uno por su lado lloraba sin parar, sentían que estaba todo truncado, que solo había sido un flash telefónico, ¿cómo era posible?
“Me siento identificada con Love is Blind”
A veces los enamorados necesitan que un tercero intervenga y los guíe por el camino correcto. Este fue el rol de la hermana de Diego quien le escribió a Lorena por msn para decirle que su hermano estaba mal, que lloraba y que no entendía por qué no hablaban.
Lo que habían sentido todos estos meses Diego y Lorena era real y en esos sentimientos se basaron para darse una segunda oportunidad con un nueva cita, el 16 de agosto, otra vez en el shopping, después de todo, ya era un lugar conocido. Y ahí sí todo fluyó, “o se alinearon los planetas o se nos fueron los nervios, fue una salida tan hermosa como lo eran los llamados por teléfono. Nos dimos nuestro primer beso en la terraza, al lado de una maceta con unos rosales divinos”, recuerda Lorena.
Y desde entonces no se separaron nunca más. Al año ella se mudó con él y empezaron su primer emprendimiento de pastelería artesanal y catering. La empresa funcionaba perfecto hasta que quebraron, tuvieron que buscar un nuevo alquiler y empezar de cero. Comenzaron luego con un emprendimiento online e importaciones hasta que se cerraron las importaciones y otra vez se tuvieron que mudarse y volver a empezar. “Dios nos iluminó, empezamos con marketing digital a ser mentores, capacitar y hace 13 años que vivimos de eso, siempre nuestra relación marcada por Dios, levantándonos y dándonos más. Nuestra fe es nuestro pilar más grande como pareja, el crecimiento espiritual juntos es enorme”, dice Lorena con emoción.
Durante estos años, Diego fue sanando su pánico, “el proceso fue a costa de muchísima oración y empeño de su parte, mi acompañamiento y el de mis papás”, explica Lorena. Empezaron por ir al cine en colectivo en viajes cortos, después en remis a la casa de su madre, a la iglesia y el enfrentamiento más grande: ir a Avellaneda. Al pasar el año, y para sorpresa de Lorena, él se animó a tomar un remis desde Villa del Parque hasta Boedo donde su suegro tenía una concesionaria y de allí en auto hasta Avellaneda para festejar el cumpleaños de Lore junto a toda su familia.
Para abril del año próximo planean casarse, durante estos años por una cosa u otra lo fueron posponiendo pero ya sienten que es momento de oficializar.
“Todo nació de un juego de canasta online, y hoy tenemos una familia divina con dos perras, viviendo en Villa del Parque, con planes, viajes por medio. Lo virtual traspasó, por eso me siento tan identificada con el reality El amor es ciego de Netflix porque no nos conocimos por una pared de por medio pero sí por un teléfono”, concluye Lorena.