“Desde niña soñaba con algo así, poder ser reconocida y aceptada. No me resultó fácil pero acá estoy, valió la pena la pelea”, subraya Mila Piercecchi a LA NACIÓN. La joven trans rosarina, que vive en Nueva York, acaba de ser elegida para representar a Estados Unidos en el certamen para Miss Star International, que se realizará el próximo 28 de noviembre en Puerto Rico.
Su objetivo principal, según cuenta, más allá del concurso de belleza, es potenciar y multiplicar un mensaje de inclusión y empoderamiento para todas las personas que conforman la comunidad LGBTQ+ y que muchas veces se sienten desplazadas y hasta marginadas. “Mi anhelo es que mi participación sirva para demostrar un cambio de perspectiva que provoque y nos permita un progreso social sin discriminación alguna”, describe su deseo.
Mila tiene 28 años y desde su infancia se sintió obligada a desarrollar una doble personalidad. “Siempre quise ser nena, estar con chicas, pero lo bloqueé por mucho tiempo. Me gustaba mucho lo femenino y me lo reprimían un montón, más que nada en mi colegio, que era religioso. Tuve una infancia linda, pero muchas veces fingiendo algo que no sentía, que no era. Me crié con mi mamá y mi padrastro, una gran persona, abogado penalista, inteligente, profesional, evolucionado. Cuando entré en la adolescencia renació fuertemente mi despertar sexual y mis ganas de relacionarme con chicos y no lo oculté más”, detalla respecto de su crecimiento.
Una historia de amor que la llevó por el mundo
A los 18 años le surgió la posibilidad de estudiar en el exterior. “Quería estudiar Economía; después de buscar conseguí una visa de estudiante y me radiqué en París por cuatro años. Además, me enamoré y me casé con quien fuera mi esposo, Carlo Aversa, que era franco suizo. Viajábamos todo el tiempo, era ingeniero aeroespacial, muy exitoso. Me introdujo en todo lo que refiere a la elite europea. Me enseñó un montón de cosas, a ser ambiciosa. Nos casamos en París, por unión civil. Me llevaba más de treinta años, pero la diferencia de edad nunca fue un impedimento, al contrario. Seguí mi carrera hasta el cuarto año que llegó la pandemia en 2020. Y sufrí un golpe durísimo porque él falleció a causa del Covid”, narra sobre su historia de amor.
Fue ahí que decidió pegar el volantazo. “Decidí mudarme a Dubai porque no había tantas restricciones por la pandemia. Carlo me dejó una herencia, acciones en Wall Street, lo que me permitió y me permite vivir muy tranquila, antes y ahora. Pero era una vida muy solitaria. Empecé a trabajar para empresas árabes. Estuve dos años, era todo muy cerrado social y mentalmente; en especial, para personas homosexuales, lo sufrí. Hasta que resolví irme a Nueva York y obtuve la residencia en los Estados Unidos. Hoy tengo mi departamento en el Soho y una empresa online de importación de productos estrella, de tipo bazar”, describe su presente.
El concurso, una posibilidad soñada
Mila admite que esta nominación la siente como una distinción y que la vive con mucha responsabilidad, porque es consciente de que representa a un grupo habitualmente discriminado. Ésta, piensa ella, es una gran oportunidad de inclusión que puede abrir puertas a otros integrantes de la comunidad: “Me hace muy feliz la empatía que estoy experimentado desde que me eligieron. Nosotras no dejamos de ilusionarnos ni soñar y tenemos derecho a ocupar lugares sin ser cuestionadas. Esto es para todas, para subir la autoestima y decir allá vamos, queremos ser aceptadas bien lejos del bullying que alguna vez padecimos».
Hoy asegura que lo que más le importa es que su historia de superación sirva para que otras mujeres trans sientan que se pueden lograr los objetivos sin ser marginadas: “Quiero transmitir que nunca bajen los brazos, solo nosotras sabemos cuánto cuesta alcanzar lo que nos proponemos, pero esto me demuestra que vale la pena luchar por ocupar lugares que antes nos resultaban inalcanzables”.
Mientras ya comenzó a prepararse para semejante oportunidad ya que es la única joven trans que participará del concurso en Puerto Rico, Mila insiste que vive esta convocatoria como un antes y un después en su vida: “Porque es una valoración que permite avanzar en el reconocimiento de derechos y un avance en la aceptación para poder progresar y desarrollarnos como personas, tan simple como eso”.