“La muerte no es el final de todo, sino el comienzo de algo”, afirmó el papa Francisco en el prefacio del libro Esperando un nuevo comienzo, reflexiones sobre la vejez, que se publicará este jueves. La obra fue escrita por el cardenal Angelo Scola, quien fue uno de los “rivales” de Jorge Mario Bergoglio en el cónclave de 2013, que lo eligió Papa.
Francisco expresó su postura frente a la vejez, la muerte y la vida eterna el 7 de febrero pasado, es decir, siete días antes de quedar internado en el Hospital Policlínico Universitario Agostino Gemelli, aquejado de una bronquitis. Allí, le diagnosticaron una neumonía en ambos pulmones que requirió un intenso tratamiento y puso su vida en peligro. Finalmente, fue dado de alta el 23 de marzo.
En su exposición, la muerte, según el difunto Pontífice, “es un nuevo comienzo, porque la vida eterna, que los que aman ya experimentan en la Tierra en las ocupaciones de cada día, es el inicio de algo que no tendrá fin”.
“Y es precisamente por eso que se trata de un ‘nuevo’ comienzo, porque experimentaremos algo que nunca hemos experimentado plenamente: la eternidad”, y eso es una “consoladora certeza”, consideró.
El Sumo Pontífice aseguró haber leído “con emoción las páginas que nacen del pensamiento y del afecto de Angelo Scola”, a quien definió como un querido hermano en el episcopado y persona que desempeñó funciones delicadas en la Iglesia, como rector de la Pontificia Universidad Lateranense, después patriarca de Venecia y arzobispo de Milán.
La posición del Papa ante la vejez
“Ya en la elección de la palabra con la que se define, ‘viejo’, encuentro una consonancia con el autor”, sumó Francisco, al tiempo que sostuvo que no hay que tenerle miedo a la vejez, sino que hay que abrazarla: “Porque la vida es vida y edulcorar la realidad significa traicionar la verdad de las cosas”, argumentó.
“Devolverle el orgullo a un término a menudo considerado insano es un gesto que debemos agradecer al cardenal Scola, porque decir ‘viejo’ no significa ‘ser desechado’, como a veces nos hace pensar una cultura del descarte degradada”, reflexionó. En cambio, comparó: “Decir viejo significa decir experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, reflexión, escucha, lentitud… ¡Valores que necesitamos desesperadamente!”.
En la misma línea, Francisco subrayó que el problema no es envejecer, sino cómo envejecemos. “Si vivimos esta etapa de la vida como una gracia, y no con resentimiento; si acogemos con gratitud y reconocimiento el tiempo (aunque sea largo) en el que experimentamos una disminución de las fuerzas, el aumento de la fatiga corporal, los reflejos que ya no son los de la juventud, pues bien, incluso la vejez se convierte en una etapa de la vida, como nos enseñó Romano Guardini, verdaderamente fructífera y capaz de irradiar bien”, dijo.
El rol de los abuelos en la sociedad, según el papa Francisco
El Papa también se refirió al valor humano y social de los abuelos. Insistió en que la figura de ellos impacta en el desarrollo equilibrado de los jóvenes y, en definitiva, para una sociedad más pacífica. “Porque su ejemplo, sus palabras y su sabiduría pueden inculcar en los más pequeños una visión a largo plazo, la memoria del pasado y el arraigo en valores que perduran”, analizó.
“En el frenesí de nuestras sociedades, a menudo dedicadas a lo efímero y al gusto malsano de la apariencia, la sabiduría de los abuelos se convierte en un faro que brilla, ilumina la incertidumbre y orienta a los nietos, quienes pueden sacar de su experiencia algo más que su vida cotidiana”, destacó.
Sobre el final de su escrito, señaló: “Con estas páginas en mis manos, me gustaría repetir el mismo gesto que hice al vestir el hábito blanco del Papa en la Capilla Sixtina: abrazar con gran estima y afecto a mi hermano Angelo, ahora ambos mayores que aquel día de marzo de 2013. Pero siempre unidos por la gratitud hacia este Dios amoroso que nos ofrece vida y esperanza a cualquier edad”.