El cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco tendrá una composición internacional sin mayoría europea, afirmó Sor Lucía Caram, monja y amiga del pontífice fallecido, en una entrevista con el periodista Luis Majul por LN+. Caram planteó que “no puede haber marcha atrás” en los cambios iniciados durante este papado, al tiempo que destacó la transformación del colegio cardenalicio, que “ya no está dominado por italianos ni por europeos”. Para la religiosa, la orientación que dejó el papa argentino implica la necesidad de una continuidad en términos de apertura, lucha contra los abusos, transparencia y mayor participación femenina en los espacios de decisión eclesiásticos.
En cuanto al perfil del próximo pontífice, Caram señaló que el legado de Francisco marca un camino que debería continuarse. Según su análisis, el Papa impulsó una renovación que se expresa tanto en el abordaje de los temas internos de la Iglesia como en la forma de encarar los conflictos sociales y políticos globales. “Ha condenado con claridad lo que pasa en Gaza, en Yemen, pidió la liberación de los rehenes, lloró por la invasión a Ucrania”, explicó.
Uno de los datos más relevantes para el próximo cónclave, según la monja argentina radicada en España, es la configuración del colegio cardenalicio, modificada durante el pontificado de Francisco. “Lo que ha hecho el Papa es internacionalizar el colegio cardenalicio. No son mayoría los italianos, no son mayoría los europeos”, dijo, en alusión a los 135 cardenales con derecho a voto, de los cuales más de 70 fueron nombrados por el propio Francisco. Esa distribución geográfica y cultural más diversa sería, según Caram, una garantía de que el próximo Papa mantenga la línea de reformas y compromiso social impulsada por su antecesor.
La religiosa, que mantuvo una relación estrecha con Jorge Mario Bergoglio desde su elección como papa en 2013, sostuvo que la Iglesia “se ha visto con todas sus vergüenzas” al abordar con mayor firmeza los abusos de poder y sexuales dentro del clero, y que el proceso de cambio iniciado por el papa Francisco no admite retrocesos. Según señaló, uno de los principales logros de este pontificado fue visibilizar esos hechos y establecer un criterio de “tolerancia cero”, que debería sostenerse con el próximo líder.
Según detalló, durante años trasladar sacerdotes acusados de abuso fue una metodología muy utilizada en las instituciones eclesiásticas, pero el papa Francisco impulsó una línea de acción distinta, en sintonía con una mayor sensibilidad hacia las víctimas y con criterios más firmes en términos de justicia interna.
La religiosa también se refirió al vínculo del Papa con la Argentina. Afirmó que Francisco “se sentía argentino y amaba el país”, pero evitó volver porque “no quería que nadie lo utilizara”. “Era el Papa de todos y no podía entrar en ese juego”, sostuvo. La decisión de no visitar su país natal, explicó, respondía a una estrategia de neutralidad para no quedar atrapado en las disputas políticas locales.
Acerca del rol de las mujeres en la Iglesia, la monja destacó que, si bien el Papa “hubiera querido hacer cambios más rápidos”, durante su gestión se avanzó en decisiones concretas, como el nombramiento de mujeres en cargos jerárquicos que históricamente ocupaban hombres. Mencionó, por ejemplo, el caso de una mujer designada al frente de la Congregación para los Religiosos y otra que pasó a encabezar una oficina de gobierno en el Vaticano. “Siempre ese puesto era para un cardenal y sin embargo lo asumió una mujer”, detalló.
Caram también valoró el enfoque de Francisco en temas sociales, su postura frente a las migraciones y su convicción de que la Iglesia debe acoger a todos sin excepción. Recordó la Jornada Mundial de la Juventud, en la que el Papa remarcó que “en la Iglesia entran absolutamente todos” y consideró que ese gesto resumía su mensaje pastoral, centrado en la inclusión y el diálogo.