La muerte del papa Francisco provocó un cimbronazo en la dirigencia argentina, cuya relación con el pontífice fue oscilante entre quienes lo apoyaron, los que lo cuestionaron y los líderes que tuvieron un mal vínculo y que, en algunos casos, lograron reconstruirlo. Para todos, sin embargo, la repentina ausencia de Jorge Bergoglio en el máximo sillón del Vaticano significa que el país tendrá un aliado de fuste menos en el complejo escenario geopolítico internacional.
De ahí que, además de la dimensión religiosa que de por sí implica el deceso de un Papa, en el caso de Bergoglio la dirigencia ponderó su condición de argentino y su historia vinculada al arzobispado porteño y a las relaciones que mantuvo con presidentes, gobernadores, intendentes, magistrados, sindicalistas y empresarios de diversas procedencias políticas y sectoriales.
En el período que lleva como presidente, Javier Milei experimentó las contingencias de su trato con Francisco. Pasó de considerarlo “el representante del maligno en la tierra”, a visitarlo en Roma y a afirmar, tras conocerse la noticia de impacto planetario, que las “diferencias” resultaron “menores” ante la “bondad y sabiduría” que encontró en el Papa cuando lo conoció.
El gobierno nacional anunció, en la misma línea, que Milei viajará al Vaticano para las exequias de Francisco -posiblemente el fin de semana- y decretó el duelo nacional durante siete días. Una medida idéntica adoptó luego el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. El alcalde Jorge Macri se apersonó en una misa en la Catedral metropolitana y también viajará a Roma para los funerales. “Fue un porteño que trascendió fronteras”, lo definió.
Otros dos expresidentes que tuvieron relación directa con Francisco durante su pontificado, Cristina Kirchner y Mauricio Macri, también dieron a conocer mensajes de despedida y agradecimiento. En el caso del jefe de Pro, que alternó encuentros más cordiales y otros marcadamente fríos, lo describió como “un religioso de una talla sin igual, un político severo y, especialmente, un pastor bueno”. En sus tiempos de cardenal porteño, Bergoglio cultivó la amistad con dirigentes macristas como Gabriela Michetti, Esteban Bullrich y Carolina Stanley.
Cristina Kirchner recorrió un camino inverso: pasó de no poder ocultar su fastidio con la entronización de Bergoglio en 2013, cuando saludó la designación de un Papa “latinoamericano”, a ser recibida más tarde -en tres oportunidades- por el propio Francisco. “Fue el rostro de una Iglesia más humana, con los pies en la tierra sin dejar de mirar el cielo”, dijo la expresidenta en las redes sociales. Y sumó: “Te vamos a extrañar Francisco, la tristeza que tenemos es infinita”.
La relación del kirchnerismo con Bergoglio había sido muy tensa. Cuando era arzobispo de Buenos Aires, Néstor Kirchner adoptó la costumbre de llevar el Tedeum a las provincias, esquivando la tradición de realizarlo en la Catedral metropolitana. Fueron los tiempos en los que lo consideraban como el “jefe de la oposición”.
En ese contexto, dirigentes como Eduardo Valdés -ahora diputado, pero entonces embajador ante el Vaticano- que iniciaron un proceso de mediación. La relación del Papa con referentes del peronismo se fue aceitando durante su pontificado, a tal punto que desfilaron ante él sindicalistas como Pablo Moyano, los “gordos” de la CGT y gobernadores como Axel Kicillof y Ricardo Quintela. Francisco llegó a mandarle un rosario bendecido a la jujeña Milagro Sala, que estaba encarcelada.
Pero el Papa no terminó en buenos términos con Alberto Fernández, quien impulsó la legalización del aborto. El expresidente -que está recluido y con problemas judiciales- dijo que lo lloraba “en silencio”. Otros dirigentes aliados al peronismo, como Sergio Massa, optaron por dejar atrás viejas rencillas. De hecho, el exministro de Economía definió a la muerte de Bergoglio como “la partida del argentino más importante de la historia”.
Dentro del variopinto conglomerado peronista, el dirigente que se mantuvo más cercano a Francisco fue, hasta último momento, Juan Grabois. El exprecandidato presidencial, que sigue siendo funcionario del Vaticano, invocó una frase de Bergoglio y pidió: “Seamos buena gente, hagamos lo que podamos, no seamos tan malos (… ) y asumamos la misión que nos señaló: cuiden a los pobres, estén junto a ellos y cuiden mucho a la Madre Tierra”.
En el peronismo deslizaron, hoy mismo, que la muerte de Francisco es una “pésima noticia” para Cristina Kirchner, ya que desde el Vaticano llegó al país -en varias oportunidades- el mensaje de “cuidarla”. Algo que no solo se interpretó en términos políticos e institucionales, sino también judiciales.
La relación de Francisco con jueces y fiscales resultó elocuente en los últimos años. Magistrados como Roberto Gallardo, Sebastián Casanello, Raúl Zaffaroni y Ariel Lijo estuvieron en el Vaticano. Algunos fueron acercados a Bergoglio por Gustavo Vera, el titular de la organización La Alameda, a quien conoció en sus tiempos de arzobispo.
La Corte Suprema de Justicia también dedicó este lunes una acordada especial a la muerte del Papa, en la que declaró el duelo pero “sin cese de actividades oficiales”. Ricardo Lorenzetti es el juez supremo que más intensamente se acercó a Francisco.
Entre los dirigentes que apelaron a una intersección entre la política y la religión, la líder histórica de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, despidió a Francisco como un “querido amigo” y destacó que había “marchado luego de dar la bendición de la Pascua de Resurrección”.
A su vez, la vicepresidenta Victoria Villarruel -que hoy participó de una misa en la basílica de Flores- dijo que “como católica y argentina” reza “por el eterno descanso” de Bergoglio. Pero no todos los libertarios tuvieron palabras cálidas para con el pontífice fallecido. El biógrafo de Milei, Nicolás Marquez, escribió en su cuenta de X: “Cagamos”. Y añadió que el cónclave que dejó el Papa será animado por los “amigos amanerados y comunistas” de Francisco.
Márquez no pareció estar avalado por funcionarios del gobierno que despidieron con calidez al Papa, como el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el canciller Gerardo Werthein y el portavoz Manuel Adorni, también candidato oficialista en las elecciones porteñas. Justamente, el gobierno decidió suspender las actividades de tono proselitista o político, como las incursiones del portavoz en la Ciudad o un congreso de La Libertad Avanza en La Plata, donde estaba previsto que este martes se presentaría el presidente Milei. El oficialismo obtuvo, además, un alivio en la Cámara de Diputados, donde se postergaron al menos hasta la semana próxima las interpelaciones por el escándalo de $LIBRA.
Además de la CGT y de su secretario Héctor Daer, quien afirmó que la vida de Francisco fue “un testimonio de humildad, compasión y entrega incansable por los más necesitados”, distintas organizaciones empresarias se declararon en duelo por la muerte de Bergoglio.
“Estuvo siempre atento a las inquietudes de los empresarios, guiándonos, haciéndonos ver la realidad de un mundo complejo que necesita de nuestro compromiso con los trabajadores y con los pobres”, dijo Silvia Bulla, de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE). Por su parte, IDEA recordó el mensaje que transmitió Francisco en el 57° Coloquio, al tiempo que el Grupo de los 6 destacó “el impulso al diálogo interreligioso y con la sociedad en su conjunto” como uno de los legados del Papa argentino.