Las visitas del papa Francisco a diferentes países no solo representaron un evento de gran relevancia espiritual y social, sino que implicaron una considerable inversión económica de los países anfitriones. Los costos asociados a estos viajes incluyeron infraestructura, seguridad, publicidad y logística, entre otros aspectos. Sin embargo, estas visitas también generaron beneficios económicos muy importantes, en especial, en sectores como el turismo y el comercio local.
Y es que los viajes papales pueden clasificarse en dos categorías principales: visitas apostólicas y visitas de Estado. Las primeras se desempeñan en calidad de líder de la Iglesia católica, mientras que las segundas lo posicionan como jefe del Estado del Vaticano, un país soberano. En algunos casos, el papa recibe invitaciones de ambas naturalezas, lo que combina los objetivos pastorales con los diplomáticos.
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El papa Francisco, cuyo nombre original es Jorge Mario Bergoglio, al igual que sus predecesores, no cobraba por sus visitas ni incurría en gastos personales de alojamiento o alimentación. Durante las estadías, se hospedaba en la Nunciatura Apostólica, que es la representación diplomática de El Vaticano en cada país. La organización de estos viajes recae principalmente en la Conferencia Episcopal del país anfitrión y en las diócesis locales, que buscan financiamiento por medio de donaciones, rifas y otras actividades comunitarias.
Un aspecto relevante es que las entradas para los eventos papales no se venden. En su lugar, son distribuidas de manera gratuita entre las parroquias y representantes designados por los obispos. Esto asegura que la mayor cantidad de fieles pueda participar en las actividades programadas, independientemente de su capacidad económica.
En cuanto al transporte, el papa utiliza la aerolínea Alitalia para los trayectos internacionales desde Ciudad del Vaticano hasta el país de destino. Sin embargo, los desplazamientos dentro del territorio anfitrión suelen ser cubiertos por aerolíneas locales, lo que también forma parte de la logística organizada por las autoridades nacionales y eclesiásticas.
Costos y beneficios económicos de las visitas recientes
Las visitas papales a Latinoamérica permiten calcular los costos aproximados de estos eventos y los ingresos que generan. Por ejemplo, durante la visita del papa Francisco a Colombia en 2017, se estimó un gasto diario de USD2 millones ($5.800.000.000 en la época u $8.200.000.000 actuales), lo que totalizó USD8 millones ($23.200 millones en la época o $32.800 millones actuales) por los cuatro días de su estadía. La cifra es comparable a los costos registrados en otros países de la región, como Ecuador y México.
En el caso de Colombia, los beneficios económicos superaron ampliamente la inversión inicial. La Alcaldía de Medellín proyectó ingresos de USD22 millones ($63.800 millones en la época o $90.200 millones actuales) derivados de la visita papal, gracias al aumento en la llegada de turistas nacionales y extranjeros, así como al consumo en sectores como hospedaje, transporte y ventas informales.
En Ecuador, la visita del papa en 2015, que formó parte de una gira que incluyó a Paraguay y Bolivia, tuvo un costo estimado de más de USD6 millones ($17.400 millones en la época o $24.600 millones actuales) por tres días. Solo en Quito se destinaron USD1,3 millones ($3.770 millones en la época o $5.330 millones actuales) para cubrir gastos relacionados con la organización de eventos, sin incluir los costos de seguridad y publicidad.
Por su parte, la visita a México en 2016, que se extendió por seis días, representó el viaje más largo del papa en la región. El costo total ascendió a USD10,1 millones ($21.210 millones en la época o $41.410 millones), con un promedio diario de USD1,7 millones ($4.930 millones en la época o $6.970 millones actuales). Este presupuesto incluyó la restauración de centros religiosos, la instalación de pantallas gigantes y el despliegue de seguridad personal adicional.
Un equilibrio entre inversión y retorno económico
Aunque las visitas papales implican un gasto notable para los países anfitriones, los beneficios económicos y sociales suelen justificar la inversión. La presencia del papa atrajo a millones de fieles a Colombia, tanto locales como extranjeros, quienes generaron ingresos en sectores como el turismo, la gastronomía y el comercio informal.
Productos como rosarios, velas, gorras y otros artículos religiosos se convierten en una fuente de ingresos para los comerciantes locales.
Además, estas visitas tienen un impacto simbólico y espiritual que trasciende lo económico. La presencia del líder de la Iglesia católica refuerza los lazos entre los fieles y promueve mensajes de paz, solidaridad y esperanza en las comunidades que lo reciben.