La capacidad de los gatos para sobrevivir a caídas desde alturas sorprendentes no deja de asombrar tanto a dueños como a expertos. Pero, ¿cuál es realmente el secreto detrás de esta impresionante habilidad felina? Según explican los científicos, se trata de una combinación de física, biología evolutiva y una fisiología particularmente adaptada.
De hecho, un estudio realizado en 1987 en una clínica veterinaria de Nueva York reveló resultados sorprendentes: de 132 gatos que cayeron desde edificios altos, el 90% sobrevivió, y solo el 37 % requirió atención médica urgente. Incluso se registró el caso notable de un gato que sobrevivió a una caída desde el piso 32, y sufrió lesiones mínimas como la rotura de un diente y un leve colapso pulmonar.
Estas sorprendentes estadísticas encuentran su explicación en la evolución, que dotó a los gatos de cuerpos especialmente diseñados para amortiguar los impactos tras las caídas. Gracias a su bajo peso en relación con la superficie corporal, los gatos alcanzan una velocidad terminal relativamente baja (unos 97 km/h), considerablemente menor que la de un ser humano promedio, que puede llegar hasta los 193 km/h.
Además de esta ventaja física, los gatos poseen un mecanismo crucial conocido como “reflejo de enderezamiento aéreo”. Según científicos indios, se trata de una capacidad instintiva que les permite girar y ajustar su cuerpo en pleno vuelo para posicionar sus patas hacia abajo antes del aterrizaje. Este reflejo involucra una coordinación precisa entre sus sentidos del equilibrio, visión y propiocepción, es decir, la percepción de la posición y movimiento corporal.
Más precisamente, al detectar que caen, los gatos rápidamente rotan primero la cabeza, seguida del torso y las patas delanteras, y finalmente alinean las patas traseras con el suelo. Este comportamiento es típico en animales que viven en entornos arbóreos, donde las caídas son frecuentes y los mecanismos para reducir riesgos son esenciales.
Además, al extender sus patas durante la caída, los gatos crean un efecto similar al de un paracaídas que incrementa la resistencia del aire y desacelera su caída. Al momento del aterrizaje, sus patas largas y musculosas funcionan como eficaces amortiguadores. Esto les permite distribuir la energía del impacto a través de articulaciones y músculos, y reducir así el riesgo de fracturas. Esta estructura muscular es clave para disipar la fuerza del impacto en una distancia y tiempo mayores, y minimizar daños.
¿Hasta qué altura pueden caer los gatos sin sufrir lesiones graves?
En cuanto a la altura exacta desde la cual pueden caer sin lastimarse, no existe un número preciso que garantice ausencia total de lesiones, pero los expertos sugieren que los gatos tienen más probabilidades de sobrevivir a caídas mayores a siete pisos. Curiosamente, las caídas desde alturas más bajas, como uno o dos pisos, pueden resultar más peligrosas, ya que los gatos no tienen suficiente tiempo para acomodar adecuadamente sus cuerpos antes del impacto. A partir del séptimo piso, alcanzan su velocidad terminal y logran relajarse y ajustar mejor su posición en el aire, lo que aumenta las probabilidades de sobrevivir con lesiones leves.
Sin embargo, los especialistas advierten que no todos los gatos poseen la misma resistencia frente a las caídas. Muchos gatos domésticos urbanos suelen tener sobrepeso y una condición física limitada, lo cual reduce considerablemente su capacidad para ajustarse en el aire y absorber el impacto correctamente.
Las causas de estos accidentes son variadas: desde intentos instintivos de cazar aves o insectos desde balcones hasta errores de cálculo al dormir en cornisas o ventanas. Algunos gatos, especialmente los más jóvenes o inexpertos, pueden sobreestimar su equilibrio o subestimar la distancia al vacío. Otros pierden equilibrio debido a ruidos fuertes, movimientos inesperados, enfermedades o debilidad muscular. También ocurren accidentes al trepar o descender de muebles altos.
Afortunadamente, hay medidas prácticas para prevenir estos incidentes. Limitar el acceso a lugares peligrosos es clave, y para esto es recomendable instalar redes protectoras en balcones y ventanas. Además, conviene evitar colocar muebles cerca de bordes que puedan servir de trampolín y supervisar siempre que sea posible al gato en espacios con riesgo de caída. Finalmente, mantener activo y en buen estado físico al gato ayuda significativamente a conservar sus reflejos naturales y mejorar su coordinación.