El papa Francisco con una camiseta de San Lorenzo, el club de sus amores

“Que gane San Lorenzo”. Con esa frase breve pero reveladora, el papa Francisco respondió a un periodista argentino que le pidió una bendición para el país, pocos meses después de su elección en 2013. Detrás de esas palabras se esconde una historia que atraviesa su vida: una devoción inquebrantable por San Lorenzo de Almagro, el club que marcó su infancia, forjó su identidad futbolera y lo siguió acompañando hasta su último día en la tierra. Este lunes a las 7.35 de la mañana, hora local, falleció el Sumo Pontífice según anunció el Vaticano.

Mucho antes de convertirse en el líder de los católicos, Jorge Mario Bergoglio se había hecho fanático de su querido Ciclón. Era el socio número 88.235 desde 2008, y según confirmó el club en su momento, continuó abonando la cuota aún después de convertirse en Papa. Aunque confesó no ver televisión desde 1990, Francisco mantuvo el vínculo con el equipo de Boedo gracias a la ayuda de sus allegados en el Vaticano: “Un guardia suizo me pasa los resultados”, explicó en una entrevista poco después de aquel histórico 13 de marzo de 2013. Ese seguimiento incluyó incluso la histórica final de la Copa Libertadores 2014 en la que San Lorenzo superó a Nacional de Paraguay y, durante la cual, según relató, pidió a sus colaboradores que le fueran informando el minuto a minuto mientras volaba hacia Corea del Sur.

La pasión por CASLA nació en 1946, cuando con apenas nueve años, y de la mano de su papá Mario, un fanático del club y empleado de los ferrocarriles, Bergoglio presenció desde las tribunas del viejo Gasómetro de Avenida La Plata las actuaciones del equipo que se consagraría campeón con 46 puntos, tres más que Boca Juniors y cinco por encima de River Plate. Ese San Lorenzo anotó 90 goles en 30 partidos, con un promedio de tres por encuentro, impulsado por una delantera que entraría en la historia bajo el nombre de El Trío de Oro, integrada por Armando Farro, René Pontoni y Rinaldo Martino, su gran ídolo.

Aquella temporada dejó una huella indeleble en él. En 2018, Francisco recitó de memoria la formación de ese equipo campeón, encabezado por el arquero Mirko Blazina y dirigido por Diego García. En reiteradas ocasiones, el Papa evocó con detalle jugadas y goles, como el tanto convertido por Pontoni el 20 de octubre de 1946 en la goleada 5-0 ante Racing. “La Chancha bajó la pelota de pecho, amagó entre dos, y pateó cruzado… fue un gol como para pasarlo en el Colón”, recordó.

Esa fidelidad fue mutua. Tras su nombramiento como Pontífice, el club respondió con homenajes. El Nuevo Gasómetro lució banderas con su rostro, el primer equipo jugó con un parche con su imagen en la camiseta, y el título del Torneo Inicial 2013, bajo la conducción de Juan Antonio Pizzi, fue recibido como un tributo. Pero el momento cúlmine fue la obtención de la Libertadores 2014, con Edgardo Bauza como entrenador, cuando el club cumplió el gran anhelo que durante décadas le fue esquivo.

El papa Francisco con una bandera con su imagen y los colores del club de sus amores

Poco después, una delegación de directivos y jugadores viajó al Vaticano para entregarle al Papa una réplica del trofeo y una camiseta con el escudo acompañado por una aureola. “Son unos caraduras”, les dijo, entre risas, al ver el detalle, según relató el entonces Secretario de Protocolo del Vaticano, Guillermo Karcher.

La historia de René Pontoni, ídolo de aquel equipo de 1946, ocupa un lugar central en el imaginario futbolero del Papa. Nacido en Santa Fe en 1920, Pontoni marcó 66 goles en 102 partidos con San Lorenzo, y 19 goles en 19 presentaciones con la Selección Argentina. Fue una de las grandes figuras de la gira europea de 1946-1947, donde el equipo de Boedo venció al Atlético Aviación, a las selecciones de España y Portugal, y recibió homenajes del público en estadios como Las Corts, en Barcelona, que lo despidió con un cántico: “Son els millor del mon”.

Pero la relación de Francisco con San Lorenzo también se construye con gestos íntimos y encuentros anónimos que, con el tiempo, salieron a la luz por la trascendencia que alcanzó su figura a nivel mundial. En 2009, aún como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio visitó la pensión del club y ofreció el sacramento de la Confirmación a los juveniles de las inferiores. Uno de esos jóvenes jugadores era un adolescente llamado Ángel Correa, quien recordó años después: “Yo tenía 14 años, vivía en la pensión, estaba encerrado ahí todo el día, y vinieron a preguntarme a mí y a los demás chicos si queríamos confirmarnos, y aproveché la posibilidad. Al tiempo me enteré de que el tipo que me había confirmado era el Papa; no lo podía creer”.

Cinco años más tarde, Correa formó parte del plantel campeón de la Libertadores 2014, y con el tiempo, fue convocado a la selección argentina, con la que obtuvo los títulos de la Copa América 2021, la Finalissima 2022 y el inolvidable Mundial de Qatar 2022. En todas las competencias en las que participó, el equipo terminó campeón.

Visitado por estrellas del fútbol y el deporte, entre ellas Lionel Messi en 2013 y el propio Diego Maradona un año más tarde, el papa Francisco se encargó, casi sin quererlo, de hacer famoso en todo el mundo al club de sus amores. “Que gane San Lorenzo”, será para siempre una de las frases que más recordarán los fanáticos del Ciclón y los amantes de la pelota. Porque primero como Jorge Bergoglio y años más tarde como el papa Francisco, ese hombre siempre tuvo el color azulgrana en su corazón.

Jorge Bergoglio, antes de convertirse en el papa Francisco, con el escudo de San Lorenzo