El Loco Gatti arrojaba sobre la mesa conceptos futboleros, habitualmente pícaros, contraculturales, adelantados a la época, propios de su historial. Era un especialista en una mesa de debates en Madrid, un programa de TV habitualmente sostenido a los gritos. Jamás inocente, atajó con las dos manos y en el aire, la pregunta por el mejor arquero de la historia del fútbol argentino.

“Amadeo no fue el mejor, el mejor fui yo. Pero en la historia del fútbol argentino será Amadeo Carrizo porque yo no gané un Mundial. A Di Stéfano le pasó lo mismo. Fui un portero que jugaba de líbero y de vez en cuando usaba las manos”, sostenía, orgulloso. La leyenda que en los últimos días se paseaba como un vecino más de Belgrano, el que aplaudían los rivales (¡qué épocas aquellas!), deja un legado extraordinario. No habrá ninguno igual: con su partida, esa idea representa, seguramente, el mayor dolor.

El Loco, en la última entrevista con La Nación, en diciembre de 2024

Pudo haber sido el arquero del campeón del mundo de la Argentina ’78. El Flaco Menotti tenía una lista: el Loco primero, Chocolate Baley, segundo, Ricardo La Volpe, tercero y el Pato Fillol, cuarto. Así se construyó el prólogo de la pretemporada de enero de 1978 en la Villa Marista, de Mar del Plata. Unos días después, misteriosamente, Gatti renunció a la selección aduciendo problemas en una rodilla. Baley había tomado la posta un año antes.

Fillol empezó el año del Mundial detrás de todos, pero atajó en seis de los siete amistosos previos al Mundial; solamente le marcaron cuatro goles. Contra Hungría, en el debut, para el Pato apenas se trató de su octavo partido en la selección. Según los especialistas futboleros en el arte de las manos, Ubaldo Matildo representa lo mejor de nuestra historia. Prácticamente, no tiene discusión. Más allá de la selección, más allá de los títulos, de Racing, de River, se trata del ideal del arquero: lo tenía todo.

Un vuelo histórico del Pato Fillol

En esa mesa se sientan, además, Amadeo Carrizo, un señor arquero, al que le decían Tarzán por su agilidad, el primero en la historia en usar guantes, que impuso un estilo revolucionario y lejos del arco, símbolo de River y del seleccionado. Y, desde ya, sigue escribiendo una mágica historia, que aún no tiene techo, el Dibu Martínez, el ídolo de los jóvenes y que amenaza con quedarse con el cariño de todos el día que Lionel Messi ensaye el adiós a las canchas. Campeón del mundo, campeón de América por partida doble y considerado el mejor de las dos últimas temporadas, el marplatense cambió la historia al aterrizar en Aston Villa. Lionel Scaloni lo hizo posible.

¿En qué lugar de la historia vuelan las piruetas del Loco para nuestro medio? Exactamente, detrás de ellos. El genio que inmortalizó La de Dios (”una de las típicas en mi estilo, el delantero llega y yo afirmo las rodillas en el piso, con los brazos sueltos y las palmas de las manos hacia adelante; casi siempre terminan tirándome la pelota al cuerpo, es infalible…”), siempre bronceado y con una sonrisa, está allí, en el cuadro.

Amadeo Carrizo, gloria de River y del fútbol argentino

Vistió las camisetas de los dos clubes más grandes: de Atlanta pasó a River (entre 1964 y 1968, disputó apenas 77 partidos) y se convirtió en ídolo de Boca, donde jugó de 1976 a 1989 y acumuló más de 380 encuentros. En el gigante xeneize, Gatti alcanzó la gloria al lograr tres campeonatos locales, dos Copas Libertadores y una Copa Intercontinental.

A nivel internacional, fue uno de los arqueros de la selección argentina en la Copa del Mundo de 1966 y formó parte del proceso rumbo al Mundial de 1978, aunque renunció antes del torneo. Atajó en 18 partidos con el equipo nacional. Su legado se acrecienta al ser el jugador con más partidos disputados en la primera división (757) y mantiene el récord de más penales atajados (26, al igual que el Pato Fillol).

Gatti con el escudo de la AFA durante uno de los partidos que la Argentina afrontó en la serie previa al Mundial 1978

Carisma, estilo, adelantado a la época. ¿Cómo encasillarlo? No tiene sentido. El debate, en todo caso, es quiénes y cuántos lo acompañan o siguen sus pasos detrás de su grandeza. El fútbol argentino tiene una tesis de arqueros (que nacieron en nuestro país) que transformaron la historia. Ídolos, símbolos, grandes campeones. Y hasta protagonistas que, sin ser una maravilla, quedaron enmarcados en el corazón. La lista es tan grande como injusta. Seguro que falta alguno.

Américo Tesoriere era ídolo nacional. Gran ganador de los años 20, entre Boca y la selección. Otro que fue figura popular (por sus condiciones era muy bueno, y además, cantante de tango) fue Julio Elías Musimessi (Newell’s, Boca, seleccionado). El arquero cantor, lo apodaban.

Maxi Rodríguez y Sergio Romero, artífices del triunfo argentino en los penales contra Holanda en 2014

Chiquito Romero es el arquero con más presencias en la historia de la selección, con 96 partidos; entre ellos, en 47 logró la valla invicta. Dos Mundiales, 2010 y 2014 y estuvo a punto de serlo en 2018, si no fuera por una grave lesión. Agustín Mario Cejas fue campeón de todo con Racing, en el El equipo de José, Antonio Roma (Tarzán, el Tano), fue un símbolo de Boca y la selección. Pepé Santoro, genio y figura, marcó una era dorada de largos años en Independiente.

¡Cuántos fuera de serie! Nery Pumpido fue el arquero campeón de todo de River en 1986… y campeón del mundo en México. ¿Cuántos pueden decir lo mismo? Franco Armani está instalado en las vitrinas millonarias, ganador de todo, uno de los héroes de Madrid… y figura en la nómina de Qatar. ¿Sergio Goycochea puede estar afuera? Los penales de Italia ’90, con esa melodía que endulza los oídos, bicampeón de América con el equipo de galera que conducía el Coco Basile en 1991 y 1993.

Goycochea, héroe del Mundial '90

Pato Abbondanzieri, emblema de Boca y de una fotografía de selección. Luis Islas, emblema de Independiente y de una fotografía de selección. Y más allá en la historia, un mundo. Otro apartado: Rogelio Domínguez (Racing, Real Madrid, River), Carlos Buticce, Batman para todos (San Lorenzo y tantos equipos), Miguel Angel Rugilo, El León de Wembley, Carlos Barisio, el héroe anónimo que mantuvo un récord de 1075 minutos, es decir 11 partidos y 65 minutos, el Mono Irusta (héroe de San Lorenzo), el Flaco Poletti (el arco de títulos y hazañas de un contracultural Estudiantes).

Esta historia, que mezcla nostalgia y futuro, se debe al Loco. Gatti, alguna vez, fue “lo más grande del fútbol nacional”.

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