Un cuarto deslucido de un museo nacional que durante casi un siglo fue usado como oficina recuperó todo su esplendor; volvió a su estado original de 1918 y se transformó en la Biblioteca Matías Errázuriz Ortúzar. Se trata de una nueva sala con obras de arte y tapicería francesa rojo carmesí que da cuenta del gusto exquisito del bibliófilo y coleccionista de arte, Matías Errázuriz Ortúzar (padre) (1866-1953). Además, en ese espacio se limpiaron y restauraron 421 libros de valor patrimonial compilados por el escritor Manuel Mujica Laínez cuando trabajó en el museo. Todas las obras se realizaron con aportes privados.

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Junto a su esposa, Josefina de Alvear, el diplomático de la alta sociedad chilena, Matías Errázuriz levantó y habitó una de las residencias más lujosas de Buenos Aires, el Palacio Errázuriz, que en 1937 pasó a ser el Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD). En el primer piso del inmueble, en la esquina de Avenida del Libertador y Pereyra Lucena, él tenía su biblioteca donde conservaba mayormente catálogos de las galerías europeas con listados de mobiliario estilo Luis XIV y cuadros de artistas de renombre. El matrimonio viajaba asiduamente a Europa para adquirir cientos de pinturas, mesas, tapices, sillas y esculturas que luego instalarían en su palacete.

Se limpiaron y restauraron 421 libros de valor patrimonial compilados por el escritor Manuel Mujica Laínez cuando trabajó en el museo

“Matías solía leer en el Gran Hall Renacimiento junto con amigos, con quienes compartía el mismo interés por las obras de arte. Usaba su Escritorio principal de la planta baja para trabajar como Embajador de Chile y esta Biblioteca como anexo de sus catálogos artísticos”, reveló a LA NACION Verónica Diego durante una recorrida por la residencia. Diego es museóloga y fue la encargada de recuperar los ejemplares.

En la Biblioteca del Palacio Errázuriz hay pinturas europeas de los siglos XVIII y XIX

Inicialmente proyectado como un cuarto de huéspedes, en 1918 Errázuriz convierte ese salón en su biblioteca personal, “encargándole a la Casa Carlhian de París su decoración mural, muy similar arquitectónicamente a su dormitorio y al escritorio de la planta principal, justo abajo de la biblioteca. Estos tres salones del dueño de casa presentan boiseries talladas de roble lustrado y reservas color rojo carmesí”, destacó en la visita Hugo Pontoriero, director del museo.

Libros y obra de arte

La flamante sala cuenta además con una extensa y ecléctica galería de retratos y paisajes, que volvieron a sus ubicaciones originales. Son pinturas europeas de los siglos XVIII y XIX, de Goulu, Monvoisin, Fortuny, Corot, Smith, Becquer, Mengs, entre otros artistas, y en particular el gran retrato oficial de Eugenia de Montijo, la emperatriz de los franceses, esposa de Napoleón III. Ese cuadro está firmado por Franz Xaver Winterhalter, prestigioso pintor y litógrafo alemán. Esta colección constaba en los catálogos fundacionales del museo, cuando los Errázuriz-Alvear, que residieron en el edificio sólo veinte años, lo vendieron al Estado argentino por un precio simbólico.

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Tanto los libros como las piezas de la biblioteca, los cuadros, el escritorio se conservaron por décadas en las reservas patrimoniales del museo por falta de espacios adecuados para exponerlas. El salón de la biblioteca fue utilizado durante décadas como Dirección del organismo hasta que el año pasado se tomó la decisión de trasladar esa oficina otro sector del edificio.

Pontoriero informó que las obras de puesta en valor demandaron ocho meses y que se llevaron a cabo gracias al apoyo financiero de Andrés Rosarios, Verónica Zoani de Nutting, Alexia Nutting y Marina Speroni Urquiza. Rosarios es un arquitecto argentino residente en París que donó los cortinados franceses de Tassinari & Chatel, la misma manufactura donde los Errázuriz compraron en 1918.

Josefina de Alvear y Matías Errázuriz trajeron de Europa muebles, objetos y obras de arte

“Vienen muchos turistas a Buenos Aires y me interesa que vean lugares únicos que reflejan nuestra historia. La idea de apoyar el proyecto nació de mi hija Alexia Nutting, de 26 años, a quien le encanta la lectura y se entusiasmó con la idea”, explicó Zoani de Nutting, en la inauguración de la sala realizada el martes pasado. Por su parte, Speroni Urquiza dijo: “Estoy feliz con como quedó la restauración. Está bárbara. Sin duda, para las futuras generaciones hay que conservar el patrimonio”.

También colaboraron con el plan el equipo del MNAD, autoridades de la Secretaría de Cultura de la Nación y la Asociación de Apoyo al MNAD y sus voluntarios. “Se trata en definitiva de un proyecto conjunto de aportes públicos y privados en beneficio del patrimonio nacional”, remarcó el director del museo.

Más de 400 volúmenes antiguos restaurados

El Palacio Errázuriz Alvear tiene más de 4000 ejemplares que están en proceso de recatalogación y que son de consulta pública, explicó la museóloga. De ese total, 421 volúmenes pertenecen en la nueva sala y no son sólo de Errázuriz, sino también de otras personalidades como el arquitecto Héctor Ayerza y Josefina Muñiz Fonseca. Ayerza, junto a Eduard Le Monnier fue el autor del Palacio de la Legislatura porteña, entre otras obras. Por su parte, Muniz Fonseca, gran coleccionista de arte oriental y europeo, legó piezas y libros vinculados a estos temas al museo en 2001. En la biblioteca se exhiben 33 libros en total que pertenecen a ambos. Los de Ayerza son colecciones de Historia del Arte europeos, franceses y están custodiados por su gran valor. Los de Muñiz Fonseca tratan de historia del arte francés y oriental. En total, en todo el museo hay 179 libros que pertenecen a ella.

El Palacio Errázuriz Alvear tiene más de 4000 ejemplares que están en proceso de recatalogación y son de consulta pública

El primer director del museo, Ignacio Pirovano, tuvo como secretario nada menos que al escritor Manuel Mujica Laínez. Fue entre 1937 y 1948. Ambos trabajaban en la sala recuperada, cuando era la dirección del museo. Por ese entonces Pirovano mandó a encuadernar todos los volúmenes para que quedasen estéticamente homologados en cuero.

“A los ejemplares les hicimos un tratamiento de embellecimiento que consistió en una limpieza, libro por libro. Básicamente les sacamos las etiquetas pegadas en el lomo y en la tapa. Algunos tenían hasta triple etiqueta, de los 40, 50 y 70, de diversas formas, todas horribles. Hicimos un listado en base a los sellos de los libros para inventariarlos. Sin embargo, el mayor problema fue el paso del tiempo. Con los años va desapareciendo el cuero de las tapas y el encolado. Antes se encolaban con cola de conejo que es alimento para los bichitos, o polillas, que taladran el cuero y luego el encolado”, señaló Diego.

Otras de las joyas que ostenta la sala es el Diccionario Bénézit, un exclusivo catálogo de artistas plásticos (pintores, escultores, dibujantes y grabadores) de todo el mundo y de todos los tiempos. Fue publicado por primera vez en 1911, en París.

Desde la década de 1990 se realizan sucesivas puestas en valor de diversos salones del Errázuriz Alvear. Una vez terminada la restauración de la biblioteca, y en los halls del palacio, quienes trabajaron en el proyecto suspiran aliviados luego de los aplausos de los benefactores, el público y las autoridades nacionales. Sin embargo, para Pontoriero la tarea no está concluida. Para el 2026 proyecta la ambiciosa puesta en valor del dormitorio y boudoir de la hija de Josefina Errázuriz Alvear, también llamada Josefina. Las dos fueron fieles exponentes de la época dorada de la elite nacional.