Hay gente que no se quiere jubilar nunca. Y más en países como Estados Unidos, donde las redes públicas de protección social son cada vez menos seguras, con pensiones menos cuantiosas, y donde el aumento de la esperanza de vida ha hecho crecer también la edad promedio de los trabajadores. Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de ese país, casi 11 millones de personas mayores de 65 años permanecen activamente empleadas, representando el 6,8 % de la fuerza laboral total, mientras que hace dos décadas el porcentaje era de solo 3,3%.
Sin embargo, hay empresas que no están demasiado contentas con esta situación: prefieren apostar por el talento joven y no tanto por trabajadores a los que ven ya como demasiado mayores. Las consecuencias de esto las ha sufrido ahora una recepcionista de 78 años que fue despedida de su puesto en una comunidad de jubilados en Columbus, Georgia, tan solo un mes después de haber sido distinguida como Empleada del Año. Según reveló la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de Estados Unidos, la empresa argumentó “falta de confianza en sus capacidades laborales”. La empleada, por su parte, acabó denunciando la situación, alegando discriminación por edad.
Según cuenta CBS News, la recepcionista llevaba en ese puesto desde 2007 y había recibido evaluaciones laborales positivas a lo largo de los años, como ese premio a la Empleada del Año. Sin embargo, tan solo un mes después, un episodio médico que sufrió mientras trabajaba marcaría el principio del fin para su trayectoria en la empresa. La recepcionista experimentó un problema de hipertensión mientras se encontraba en su jornada laboral y fue trasladada al hospital, donde permaneció bajo observación por dos días, tras lo cual se determinó que el episodio había sido causado por deshidratación.
Nada más reincorporarse, la empleada fue cuestionada reiteradamente por el equipo directivo sobre si consideraba seguir trabajando y durante cuánto tiempo, mientras recibía “sugerencias” sobre la jubilación. El director de la compañía le ofreció tres opciones: trabajar solamente un día a la semana, ser transferida a otro departamento sin especificar las condiciones, o realizar trabajo voluntario sin remuneración. La trabajadora rechazó las tres propuestas, argumentando que ninguna era viable, dado que deseaba continuar desempeñando sus funciones regulares por al menos dos o tres años más. Al final, fue despedida.
“Sin confianza en su capacidad”
“La empresa había perdido la confianza en su capacidad para desempeñar sus funciones”, expresó el director general al justificar su decisión, tal y como señala CBS News citando los documentos legales.
La trabajadora denunció a la compañía por discriminación y por haber recibido presiones para forzar su jubilación. Según la agencia de empleo de su país, que se personó como parte de la demanda, el despido vulneró tanto la Ley contra la Discriminación por Edad en el Empleo como la Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades. “La empleada fue despedida por su edad y por su discapacidad o discapacidad percibida”, compensó. La empresa ha decidido finalmente llegar a un acuerdo: deberá compensar a la exempleada con 78.000 dólares (aproximadamente 70.00 euros), sumando los daños compensatorios y los salarios perdidos.