MAR DEL PLATA.- Decenas de autos con rumbo sur forman una fila de más de 300 metros sobre el primer carril de avenida de los Trabajadores a la espera de la luz verde que les habilite el giro a la izquierda, en sentido al mar. Otra espera más para que se habilite el lugar de estacionamiento, que ya luce colmado. Y una última por varios minutos para conseguir mesa o llegar al mostrador allí donde el formato de autoservicio obliga a desfilar desde la paella burbujeante hasta el otro extremo, el de las frituras, donde las rabas bañadas con unas gotas de limón reinan y no tienen competencia.

Esa ola de comensales asomó apenas pasado el mediodía y se extendió durante una larga primera mitad de tarde en el complejo gastronómico del puerto, donde los almuerzos de este Viernes Santo se sirvieron casi hasta horarios más propios de una merienda.

Fue la primera demostración importante que la ciudad ofreció de este fin de semana extralargo, el segundo del año, que llegó marcado por algunas dudas dado que el ritmo de reservas de alojamiento fue sostenido pero siempre moderado. Lejos de la explosión que solía generar en años anteriores para esta misma fecha.

La hotelería acusa un 65% de ocupación, que no es poco ni tampoco es tanto. Entienden en el sector que pudo haber sido mejor pero, entre otras variables, consideran que hubo muchos rumores previos sobre adversidades meteorológicas para estos días en la costa. Apenas si cayeron un par de gotas el jueves por la noche.

También creen que este arranque de semana con preocupaciones centradas en una eventual disparada del dólar le quitaron a varios la escapada turística de su lote de prioridades. Y tienen claro que todavía hay un flujo fuerte de viajeros que, como ocurrió desde fines del año pasado y durante toda la última temporada alta, sigue aprovechando ventajas cambiarias que ofrecen países vecinos, en particular Brasil y Chile.

Muchos turistas extendieron el horario del almuerzo para disfrutar el aire libre y los platos típicos de Semana Santa en el puerto de Mar del Plata

Hoteleros consultados por LA NACION destacaron que en materia de precios son competitivos porque casi no han aplicado modificaciones en lo que va del año, a pesar de la inflación acumulada. “A principio de esta semana incluso aparecieron algunas promociones”, señaló uno de los empresarios del ramo. “Es la última oportunidad importante de sumar hasta las vacaciones de invierno porque este año casi no hay fines de semana largos”, advirtió sobre un tema que inquieta mucho y por igual en todos los destinos turísticos.

Es difícil comparar con la Semana Santa del año pasado, que incluso había sido mucho mejor que la de 2023. Esa última edición de esta tradicional escapada tuvo un formato excepcional de seis jornadas consecutivas: involucró los últimos cuatro días de marzo, se generó un lunes de puente turístico y se extendió al martes con el feriado del 2 de abril.

“Alquilamos un departamento por aplicación, nos quedamos tres noches y comer afuera es a precio igual o quizás menos que en la ciudad de Buenos Aires”, comentaron Luis y Fernanda, de Belgrano. Viajaron con otro matrimonio amigo, pasearon por la Banquina Chica y pronto hicieron escala para comer pescados y mariscos sin salir del puerto.

Muchos turistas aprovecharon el mediodía soleado y templado para recorrer la banquina del puerto de Mar del Plata

Hay promociones tentadoras y en buen precio por ahí. Tres empanadas de atún, gaseosa y postre se ofrece por $16.000. Lo mismo sale, por persona, un filet de merluza a la romana con guarnición, postre y una pinta de cerveza. Por $22.500 la propuesta incluye una empanada, porción de arroz con mariscos, gaseosa o copa de vino y postre.

A la carta hay que consultar al mozo para optimizar el pedido y el gasto porque las porciones son casi siempre abundantes, pensadas para compartir. Una de rabas, generosa, ronda los $22.000. El filet de merluza, brótola o lenguado a la plancha se sirve por $14.000 a $16.000 más alguna salsa. Cazuela de mariscos por $33.000 y de calamar, $28.000. Las gambas al ajillo se pagan $35.000 en promedio y $38.000, el arroz o fideos con langostinos. ¿Empanadas? Desde $1.800 a $3.000 cada una. La paella también es estrella: $40.000 o $55.000 según sea tradicional o especial.

Soleado y templado

El último ingreso fuerte de viajeros se percibió a primera hora de este viernes soleado y templado. Por momentos para buzo o campera, en otros apto incluso para el traje de baño, como se vio en las playas, donde hubo más gente de la que se podía esperar. Incluso en el agua, entre quienes practican surf, stand up paddle o kayak y los que se animaron a una caminata o algo más con los pies hundidos en el mar.

Todo parece indicar que los que aprovecharon este viernes en la costa atlántica, con sus caminatas por la costa, los paseos de compras por calle Güemes y el café al reparo sobre terrazas con vista al mar, se llevaron lo mejor de este fin de semana largo. Los nubarrones que asomaron desde el atardecer traen más frío que lluvias. Se espera para este sábado y domingo un cielo plomizo y una caída abrupta de la temperatura por estas playas, con mínimas de dígito y máximas bajas. Otoño en su máxima expresión.