“Aceptamos el desdoblamiento de la elección, pero no la jefatura de Axel. Porque la jefa es una sola y eso se va a ver en la negociación de las listas”. Con convencimiento absoluto, un importante dirigente del entorno de Cristina Kirchner definió cómo terminó la disputa por el cronograma electoral y cómo se abrió la etapa en la que el objetivo central es armar las listas de candidatos.
Por estos días en el cristinismo se encargaron de asumir la derrota en la puja entre la ex presidenta y Axel Kicillof por las elecciones bonaerenses, pero dejaron en claro que ceder en ese punto específico del debate interno no significa que el Gobernador haya ganado la batalla por la conducción. La discusión que nadie blanquea con claridad y que todos saben que se está dando en cada rincón del peronismo.
“Si alguien cree que Cristina aceptó la conducción de Axel por ceder en el desdoblamiento, vive en un frasco. No tiene ni idea de cómo son las cosas”, reforzó el dirigente K, que tiene las puertas abiertas del Instituto Patria y mantiene una buena relación con la familia Kirchner. Es una voz con autoridad.
Al cristinismo le interesa marcar que Kicillof solo ganó una batalla y no la guerra. Entre tantos resquemores, acusasiones, ofensivas y ataques, el idioma bélico no parece estar demasiado desajustado. Le marcarán la cancha cada vez que puedan, como lo hizo esta semana la senadora provincial Teresa García al asegurar que “la conducción en el peronismo es algo que no se discute, no se declama; se tiene o no se tiene, y ella la tiene”.
Tienen la intención manifiesta de remarcarle al Gobernador que el camino que está transitando, para lograr autonomía política y mayor participación en el armado de las listas, no lo depositará en la conducción del peronismo. Lo contrario a lo que piensan muchos dirigentes del bloque político del mandatario provincial, donde creen que, a paso lento pero firme, Kicillof se va erigiendo como el sucesor natural de una jefatura en decadencia.
En ese contexto, en los próximos días, se comenzará a negociar el armado de listas en la provincia. Todavía es temprano para el desatalle fino de los nombres, pero empezarán a abordar el mecanismo para decidir quiénes y cómo van a integrarse las listas de legisladores provinciales en las ocho secciones electorales.
¿Qué porcentaje de acciones tienen cada uno de los integrantes de Unión por la Patria en el territorio bonaerense? ¿Qué porcentaje de acciones conservan Cristina Kirchner y Sergio Massa? ¿Cuánto tiene Axel Kicillof luego de armar su propio espacio político e imponer las condiciones del proceso electoral? ¿Hasta dónde pueden influir actores preponderantes como Juan Grabois, los peso pesados de la CGT y los líderes de Movimientos Sociales como Emilio Pérsico?
En el cristinismo hay quienes creen que de la torta accionaria CFK tiene el 50%, Massa el 25% y Kicillof el 25%. Y que eso se va a terminar clarificando en el momento de la negociación de las listas. “Ganar el desdoblamiento, no es ganar la lapicera”, insisten en el entorno de la ex presidenta. El poder de fuego de la ex presidenta en la provincia sigue siendo importante. Pero ya quedó en evidencia que no le alcanza para ordenar al peronismo bonaerense con la rapidez de otros tiempos.
En el kicillofismo creen que sus rivales internos aún no terminaron de digerir que el Gobernador es un actor político preponderante y que tiene ganado su lugar en la mesa de discusión. “Cristina es una boxeadora que retrocede pegando. Ya tiene menos fuerza. Perdió el efecto sorpresa. Vamos a tener que sentarnos a discutir una lista razonable”, sostuvo un importante funcionario bonaerense.
La semana que viene las PASO serán suspendidas en la provincia de Buenos Aires. Así lo decidirá, si no pasa nada raro, la Cámara de Diputados de la Legislatura bonaerense. Sin elecciones primarias, el peronismo se quedó sin un camino del medio para llegar a un consenso. Ya no hay grises. Negocian la unidad alrededor de una mesa o Kicillof arma un frente electoral propio y termina de romper con CFK.
La opción de dirimir las diferencias en una interna partidaria resulta ser inviable. No existe, al día de hoy, un orden de todos los padrones de afiliados que conforman UP. Tampoco hay tiempo para coordinar semejante logística. Armar una súper interna con los afiliados de todos los partidos de la coalición, no es una opción viable ni considerada dentro del peronismo bonaerense.
Entonces, es blanco o es negro. Es negociación o es una competencia con dos frentes electorales diferentes. Un hecho similar al que ocurrió en el 2017, cuando Cristina Kirchner se fue del PJ – y le ordenó a los intendentes del conurbano que también lo hagan – para armar Unidad Ciudadana y evitar competir en una interna partidaria con Florencio Randazzo.
En esa oportunidad, si se diera una situación similar, el protagonista de la emancipación partidaria sería Kicillof, ya que CFK es la titular del PJ Nacional y Máximo Kirchner está a cargo del PJ Bonaerense. En el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), el nuevo espacio del Gobernador, hay quienes piensan en la necesidad de darle un marco legal al esquema político para que se convierta en un frente electoral con posibilidades de competir en los comicios de medio término.
Un influyente dirigente del Frente Renovador (FR) aceptó que por estas horas el proceso de negociación es difícil y que las posibilidades de ir separados siguen latentes. Las fricciones son muchas y los resentimientos están enquistados. Está presente la voluntad de estar unidos, pero ninguno de los dos sectores K lo hará a cualquier costo.
Según pudo reconstruir Infobae, en el primer proceso de la negociación, Kicillof pidió que le dieran la cabeza de lista de las ocho secciones electorales. Es lo que piensa que le corresponde como gobernador de la provincia, con el apoyo de 40 intendentes y un sector importante del movimiento sindical y de las organizaciones sociales.
Ese pedido no tuvo eco en el cristinismo. Incluso, una posible candidatura de CFK en la tercera sección electoral y de Sergio Massa en la primera sección, reducirían el poder de fuego del Gobernador para ordenar las listas en las dos secciones electorales más importantes de la provincia. Quedaría limitada su injerencia en la estrategia y la táctica de los lugares claves.
A Kicillof le interesa más la impronta de los nombres y el perfil de los candidatos que el porcentaje en sí mismo. No está afiliado a la matemática pura. Pero quiere tener en esas listas a candidatos que estén bajo su ala, que le respondan en el momento que integren las cámaras de la Legislatura. Tropa propia.
Sin decirlo con absoluta claridad, Cristina Kirchner justifica su potencial competencia asegurándole a sus interlocutores que la visitan en el Instituto Patria que “sin ganar la primera elección, no hay segunda elección”. Es decir, que primero el peronismo debe lograr un triunfo en la elección bonaerense (7 de septiembre) para después ser competitivo en la elección nacional (26 de octubre).
Esa postura es también parte de la mirada estratégica del cristinismo, que quería que las elecciones sean concurrentes para que el movimiento de votos en el territorio bonaerense sostenga las candidaturas nacionales. Esa idea se esfumó en el momento en el que Kicillof decretó el desdoblamiento.
“¿Cuántos de lo que acompañaron a Axel en esta cruzada contra CFK, lo van a acompañar si se quiebra el PJ y él va por afuera? Ningún intendente quiere tener problemas en el distrito», fue el análisis de un jefe comunal del interior que conoce bien la lógica territorial de la provincia.
Otro intendente del interior bonaerense, que está en las filas de Kicillof, planteó con crudeza la posibilidad de un resultado inconveniente: “Hay un momento en el que hay que decidir. Hay que jugar. Y jugar puede implicar perder los consejos deliberantes. Jugar fuerte puede darnos una derrota ahora pero quizás sea determinante a largo plazo”.
En el fondo, más allás de las listas y los liderazgos, muchos dirigentes del peronismo bonaerense divisan la necesidad de un cambio de ciclo y creen que este momento es crucial para que ese cambio se concrete. El final de uno y el principio de otro. Desean que sea de común acuerdo, con algunos chispazos lógicos, pero sin quiebre total. Pero saben que puede terminar en ruptura. Y que esa, tal vez, sea la única solución para lograr el objetivo.